A ratos no pienso en nada, lo hago a propósito, tratando de acallar las voces de mi mente, tratando de no escuchar nada más que el sonido de mi propia respiración, tal vez leer algo, si eso serviría, no, espera… entonces llenaría mi mente de paisajes y personajes. Yo solo quiero que todo el mundo guarde silencio, pero nadie calla.
Trato de no escuchar, trato de poner mi mente en blanco, es casi medianoche, no he visto el reloj en la pared pero puedo sentirlo, siempre puedo. Es parte de esa habilidad que tengo para saber cosas que en realidad no tendría porque saber pero, ¿Qué más da? Si hasta ahora no me ha servido de nada.
Llevo demasiado tiempo encerrado, pienso, quizás debería salir y sentir el frescor de la noche un rato. Pero al final no lo hago porque de antemano se que esto es algo que va mas allá de mi o de el calor de mis cuatro paredes.
Se que al final me quedare dormido, cada noche es igual, cada noche intento una y otra vez pero nunca funciona. Al final cojo el libro y comienzo a pasar paginas y paginas, devorando cada instante, abrazándolo y haciéndolo mío, ¿Qué mas me queda si no esto?
Corro la cortina un poco y puedo ver las luces de la calle, ahora pasa de medianoche, el rumor del viento y la humedad en el aire me lo dicen y al final ¿Qué? No me queda nada, he dado todo en 24 horas y me he quedado vacío. Es horrible tener esta sensación de no pertenencia.
Porque no pertenezco a nadie y nada me pertenece. Gano libertad y soledad, y si, vacío, mucho vacío.
Trato de distraerme pensando, ahora si tengo ganas, recordando, atando cabos e hilando recuerdos. Y me doy cuenta de que en realidad no quiero recordar, recordar es volver a vivir y con una vida me basta ¿Para que quiero mas?