Marzo 19, 2004

Policias, cigarros y una vida

Anoche siendo como eso de las 12:15 A.M. y mientras leía una revista que había comprado en la tarde, tuve una ganas de fumarme un cigarrillo. Y definitivamente no eran unas ganas cualquiera puesto que por más que pensé en otra cosa, que me eche una pastilla a la boca, que intenté concentrarme más en mi lectura, no pude resitir más y poniendome una camiseta encima (por aquello del frío) y unos jeans sucios (porque los que estaban limpios los deje en otra habitación y no me apetecía salir en calzoncillos de mi alcoba).

Al salir me dí cuenta del primer contra de mi intención de comprar un cigarro. Precisamente ese era el problema, que yo solo quería un cigarro, no dos ni tres, mucho menos viente, solo quería uno. El problema radicaba en que a esa hora las tiendas donde podría haber adquirido uno, y solamente uno, ya habían cerrado al menos desde hacía un par de horas.

Y ahí fue cuando me dí cuenta del contra número dos: tendría que comprar toda una caja y el lugar más cercano donde podría comprar una a un precio justo estaba bastante lejos.

Ni pedo -me dije, y comencé a caminar, mientras me desplzaba del Punto X al Punto Y aproveché para comenzar a meditar acerca de algunas de las situaciones por las que estaba atravezando y las cuales me tenían bastante absorto desde hace varios días.

Quince minutos después había llegado por fin al Punto Y, un maravilloso minisuper de 24 hrs. así que gastando dieciséis de mis devaluados pesos adquirí una caja de cigarrillos, baje el tabaco y la abrí. Solo hasta que tuve un cigarro en la mano (sin encender) recordé que no me gusta fumar y caminar, así que busqué un lugar donde sentarme a degustar el humo (si, ya se que es un vicio estúpido por tanto les doy todo el derecho a llamarme estúpido a mi, y aunque no tengo porque justificarme ante ustedes les puedo decir que ya he podido reducir la cantidad de cigarros fumados al día, de veinte a tres).

Habrian transcurrido al menos otros diez minutos cuando una camioneta de seguridad pública (la policia solo que con un nombre más aca) paso frente a mi y de reojo pude reconocer las típicas luces blancas que indican que un coche se echa en reversa.

La camioneta se detuvo frente a mi, yo con mi cigarro a punto de terminarse y mi mente a punto de desmadrarse.

-¿Qué haces aquí? -preguntó el oficial que venía al volante.
-Salí a caminar un rato -le contesté.
-¿Dónde vives?
-Cerca del hospital, a unas 5 cuadras.
-¿A que te dedicas?

En ese momento el otro oficial bajo de su coche y se acerco a mi.

-Ponte de pie y date la vuelta.
-(Mierda) ¿Así esta bien?
-¿A que te dedicas? -volvió a preguntar el otro hombre.
-Estudiante...
-Ah... estudiante, ¿Sabes que te han reportado por estar ahí sentado?
-(Si lo supiera seguramente no estaría aquí sentado) No, no lo sabía.
-Bueno, creo que lo mejor será que te vayas a fumar a tu casa donde nadie podrá reportarte.
-Esta bien.
-Oye - me dice el otro policia- me regalas un cigarro para el oficial ¿Puedo tomarte dos?
-Si por supuesto (yo de idiota digo que no).

Y tan rápido como habían llegado, se fueron. Es la primera vez que soy detenido y la verdad es que pensé que el temperamento que me caracteriza saldría a flote en algún momento pero en realidad la situación me ha provocado risa más que cualquier otra cosa.

En realidad lo unico que me molesta no es siquiera el haber perdido un par de cigarros, sino el hecho de haber sido interrumpido cuando por fin sentía que estaba poniendo en orden mi mierda vida.

Escrito por Seifil a las Marzo 19, 2004 10:00 AM