Febrero 21, 2005

55 kms de Domingo

La botella que compré el Viernes de Sheridans, poco le queda ya, pues entre aquella noche y el Sábado...

El Sábado nos marchamos al cine y después estuvimos en la Bolera, que por cierto gané. Después quedamos con mi hermano y le dimos otro buen bajón a la botella entre los 4, además de beber de las cervecitas.
A la 1 se van ellos y nosotros nos quedamos echando unas pocas partidas de ajedrez. Aquí sí que me ganan, no se me da muy bien..

13 horas de la tarde: Salimos con las bicis dirección a Vélez-Málaga y después tomamos en dirección a Triana, cerca del aeropuerto de la Axarquía. Continuamos hacia Benamargosa y ahí paramos a comer.
La propuesta era llegar hasta allí y lo habíamos cumplido. Ahora quedaba el regreso y la pregunta era por dónde la hacíamos.
opción 1: hacer el camino de vuelta por donde mismamente habíamos venido.
opción 2: continuar por la carretera del Borge y de ahí ir hacia Almáchar y posteriormente hacia casa.
opción 3: continuar hacia Riogordo y después volver por el Pantano de la Viñuela.

Tomamos la opción 3, era la más entretenida a mi modo de parecer.

Y así fue como tras los bocatas nos volvimos a las bicis y pusimos rumbo a Riogordo.

Al principio estuvo bien porque casi todo era llano pero empezaron a aparecer cuestas interminables para las cuales yo vi mejor los pies que los pedales. Y cada vez que me encontraba con una cuesta ascendente, me bajaba y empujaba la bici. Además, el viento en aquel tramo de camino se nos puso en contra y eso hizo más forzada el ascenso. Reverte, que aunque dispone de buena forma física, además de encontrarse más agusto entre biciclos, me acompañó todo el camino que yo pasaba con los pies en el alquitrán. Otras, yo le animaba a que se marchara y me esperase arriba, de modo que cuando yo llegaba con la lengua fuera, él ya estaba descansado.
Pero cuando las cuestas eran descendentes, las disfrutábamos a tope, agachándonos tanto cuanto podíamos para no frenarnos con el aire, tal y como hacen los profesionales de esta categoría.

Nos quedarían unos 10 kms para llegar a Riogordo, nuestro siguiente hito cuando descubrimos que la carretera que teníamos q coger en dirección al Pantano estaba justo a unos 2 kms en dirección a los olivos. Manos a la obra, cogimos las bicis y campo a través entre el olivar, y cruzando los dedos para no encontrarnos con el dueño de aquellas tierras.

Llegamos por fin a la carretera, nos subimos en las bicis y el resto del trayecto lo hicimos montados, sin bajarnos ni una sola vez. Tardamos mucho menos pero nos encontramos con más peligros (Ay si leyeran esto mi padres, me encerrarían por loca y despreocupada de peligros). Pero no lo buscamos, llegaron sin más.

En este punto nos encontrábamos en el más alto (a unos 600 metros de altitud) y desde donde podíamos ver muy bien la cara norte de la Maroma, nevada.

Hasta llegar hasta allí nos encontramos con pocos vehículos ya que eran carreteras secundarias y muy mal asfaltadas. Lo bueno y dado q gran parte del trayecto lo hice a pie, es que los paisajes que vimos los disfrutamos a tope.

El viento volvió a cambiar y esta vez lo teníamos a favor pero en algunos tramos en que por la derecha no había montaña, soplaba también de lado. Un coñazo para mantener la bici.

Llevábamos una buena marcha y como ya digo el tráfico de coches era bastante mayor, tanto así como nuestra precaución. Antes de divisar el Pantano, a unos 2 kms, hay una casa en lo alto de la montaña con entrada desde la carretera por la que íbamos nosotros. A nuestro paso por ese tramo un mastín (con el pito fuera, imagino q estaría pendiente de las perras en celo), bajó el trozo que le separaba de la carretera y al borde de la misma se puso a ladrar. Me asusté, sí, pero como venían coches pensamos que no pasaría. Cuál fue la sorpresa de que el puñetero vió que no había coches en ese momento y se vino para mi. El susto hizo que la adrenalina se pusiera a tope y no se de dónde saqué las fuerzas para pedalear más rápido y con fuerza.
Hijo puta el perro que después venía Reverte y se fue hacia él, pero con más suerte porque entonces sí que venían coches que tuvieron que frenar para no atropellarlo.
El problema era que el coche estaba en ese momento entre Reverte y el perro, frenando y pitando, y el que venía justo por el lado contrario, es decir subiendo la cuesta, se puso nervioso y frenó, de manera que los que iban por detrás se acojonaron con la frenada del otro.

Nosotros pasamos miedo, ambos que ya hemos saboreado mordeduras de perros, pero es que encima nos podríamos haber visto envueltos en un accidente por el puto perro.

Continuamos la bajada inclinándonos sobre las bicis en todo el trayecto que quedaba llegando a alcanzar tanta velocidad que pensaba que los frenos no me iban a funcionar. Pero funcionaron.
He de decir que el Pantano de la Viñuela está a tope de agua y que es una gozada verlo así, tan llenito. Todo en los alrededores está precioso, verdecito y con multitud de colorido y esperando la Primavera. El olor que se respiraba fue muy agradable.

Conforme nos acercábamos a Vélez, mayor era la afluencia de tráfico. Otros cuatro kilómetros más hasta casa y por fin nos bajamos de las bicis pero para guardarlas.

El dia acaba con una ducha caliente, una cena para dos (estábamos muertos de hambrey de sed) y un paseo por las urnas para votar la Constitución Europea.

Hoy me he levantado con un dolor horroroso de culo (el sillín es muy incómodo) y agujetas en las piernas.

Próximo finde: Refugio del Pokeira, en Sierra Nevada.

Escrito por khardaia a las Febrero 21, 2005 04:41 PM
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