De verdad que no debería Ud. estar leyendo esto si ha tenido la desgracia de haber leído antes el batiburrillo titulado "Mis empresas". Le ruego encarecidamente por su bien psicológico , ético, moral y geométrico que abandone inmediatamente este lugar, ahora que está a tiempo y todavía no tengo ni las palabras ni la confianza necesarias como para ponerme a contar mis experiencias sexuales con boy scouts retrasados o jugadores de ping-pong fans de Nadiuska.
Es en serio: Por favor, dedique sus horas a cosas que le puedan convertir en un ser humano digno de aparecer en un episodio de Padres forzosos o al menos que le proporcionen instantes de placer, como visitar la página oficial de admiradores de Sánchez-Dragó. La que avisa se retrasa más en traicionar.
Ana Caína.
El día que Ana Caína soñó con ser la dueña, señora y limpiadora (para ahorrar y dejar sin trabajo a cientos de maris pobres con hijos yonkis) de un pantagruélico trust de empresas, donde se asegurase el escarnio y fastidio total y absoluto del trabajador.
Bienvenidos al mundo real o algo similar donde además pasan cosas raras, como que un vejete se te siente al lado en el autobús y te hable de una tal Encarna dando por supuesto que la conoces de toda la vida.