[10 Agosto 2004]

Historia de un binomio: gabardina - percha

Hoy Wilmotte ha vuelto a sacar a su perro. La gabardina estaba donde siempre: durmiendo, inerte, colgada de la percha. La gabardina siempre está ahí, nunca se mueve. Wilmotte nunca se ha llegado a preguntar si la gabardina ha estado alguna vez en algún otro lugar. Seguramente siempre haya estado ahí. ¿Quién sabe? A quién le importa. Lo que importa es que cada dia antes de bajar al perro esté ahí, lista para ser usada. Son preguntas que no se hace la gente sencilla que tiene cosas mejores en las que pensar. No da problemas. Tampoco da ninguna alegría. Sencillamente pasan los años y tras dar ese paseo que se ha convertido en algo más que una rutina, la chaqueta vuelve a su sitio, colgando tristemente como un trapo.

Bajo la tela desgastada por los años se adivina el orondo pomo de esa percha que Wilmotte encontró un día en el portal de casa, al lado del cuarto de la basura. La cogió furtivamente como si la estuviese robando y la subió a su apartamento, dejándola a un lado de la entrada nada más cruzar el marco de la puerta. Han pasado 24 años y la percha sigue en el mismo lugar, prestando el único servicio, pero fundamental, de sostener la gabardina. Una gabardina cuya historia merecería por sí sola un espacio tan absurdo y surrealista como este. Pues bien, otro igual, pero para la gabardina.
Por cierto Prox, a ver si me invitas a esas cenas donde todo son mujeres como las de las fotos ("como las de las fotos" hace referencia a las cenas, no a las mujeres) (bueno, a las mujeres también), que así luego pasa, que me quedo en casa como una maruja, me trastorno, sumido en mi horror vacui (que nunca he sabido qué significa pero queda la mar de culto) y acabo escribiendo microrrelatos con tan poca miga filosófica como este (aunque estoy seguro de que los fieles lectores de este espacio apreciarán en el escrito todo lo que yo no he sabido verle). No lo probéis en casa.

Ah, y Wilmotte es un nombre belga; se pronuncia Güilmot. Era el portero del vetusto edificio donde tuve el nublado placer de residir, en Bruselas, cuando mis únicas preocupaciones eran el exceso de cromos repes o la niña pelirroja de la segunda fila que cogía el mismo bus que yo.

 

Comentarios:

cedrik [Agosto 10, 2004 06:28 PM]

Pero la gabardina era feliz?

 

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