El objetivo de la limpieza cuyo proceso detallamos a continuación es el de eliminar adiciones que sean causa de deterioro en la obra o en la percepción que tenemos de la misma, como la acción del humo, los sedimentos de polvo y cera que crean una pátina extraña al cuerpo original, repintes realizados en intervenciones posteriores al acabado de la obra y con criterios diferentes, estucos grasos con pigmentos de color rojo o gris de gran dureza por el uso añadido de aceites que exigen ,barnices tradicionales o los mas recientes barnices sintéticos.
Ante todos estos posibles escenarios que podemos encontrar disponiéndonos a limpiar la superficie de un cuadro, tendremos en cuenta tres criterios de actuación bien diferenciados:
La limpieza superficial consistente en el levantamiento de la primera pátina de polvo y otras sustancias depositadas por la acción del humo y la combustión de ceras. El mismo retirado del papel protectivo que aplicamos sobre la superficie para proteger el estrato pictórico en las fases de saneamiento y reentelado del lienzo llevará consigo la eliminación de buena parte de estas partículas que aparecerán adheridas al papel. El levantamiento de los estratos de cera puede facilitarse haciendo uso de la espátula caliente para ablandarlo.
La limpieza media consistente en la regeneración del barniz que viene retirado en un 50 a 70% de su totalidad ablandándolo (...).Esta limpieza eliminará igualmente todos los repintes que marquen un volumen por encima de la superficie pictórica. Conviene en estos casos ser bien conscientes de el origen del estrato sobre el que intervenimos ya que ciertos repintes que se han podido realizar en periodos posteriores han sido efectuados al oleo y al contacto con el estrato original se han integrado en el mismo de modo que su eliminación podría comportar la desaparición de materia pictórica original.
La limpieza profunda del cuadro supone la eliminación radical de toda la materia considerada extraña al trabajo original del artista, aunque paradójicamente encontraremos cuadros de factura deficiente a los que beneficiará estéticamente la conservación de un ligero estrato de sustancia espuria. La flexibilidad del criterio de intervención debe contemplar esta excepción a la
regla.
Los productos empleados para la limpieza de los cuadros son de tres tipos; disolventes, la pappetta consistente en una pasta de cera que retarda la evaporación de los disolventes que lleva incorporados y el gel compuesto de disolvente y espesante.Tanto la pappetta como el gel penetran lentamente y retardan la evaporacion del disolvente pero tienen la ventaja de no chorrear nunca, de modo que no producen desplazamientos indeseados. Sin embargo al ser una masa disuelve la superficie, y se corre el riesgo de que lo que entre en los cuarteados de la pintura permanezca y a la larga (...)Los disolventes se clasifican en cuatro categorías:
Los decapantes, son los disolventes genéricos más fuertes, de los que se hace uso sólo en casos extremos y nunca en estado puro, debido a su alta capacidad agresiva, que se manifiesta en una profunda penetración y una retención duradera sobre el estrato donde ha sido aplicado y del que tardará en salir a la superficie. Una intervención rigurosa con disolventes debería permitir que transcurrieran un mínimo de treinta días entre la operación de limpieza y el barnizado para que durante este tiempo los vapores del disolvente salgan a la supericie.
La categoría de los disolventes moderados es la más usada ya que incluye una serie de disolventes sobre los que se consigue tener un mayor control siendo menos penetrantes y de retención media.
Los disolventes móviles son muy penetrantes pero ofrecen una retención débil y breve, siendo habitualmente usados en combinación con los de la primera y segunda categorías.
Por último los disolventes volátiles de retención débil y breve y que se usan tambien mezclados con los de las otras categorías actuan sólo en la superficie.
La pappetta se prepara según la siguiente receta:
Para la preparación haremos uso de tres recipientes; en el primero calentaremos el agua, en el segundo calentamos la cera al baño maría, en el tercero que puede ser un bote pequeño de película fotográfica mezclaremos el amoniaco con el ácido esteárico, que cuando es sólido lo encontramos en escamas y lo pondremos destapado al baño maría, haciendo uso de guantes para manipularlo ya que además de exhalar gases tóxicos puede producir quemaduras sobre la piel.
100gr. de cera virgen decolorada.
8 cm. cúbicos de amoniaco.
0'76 gr. de ácido esteárico.
92 cm. Cúbicos de agua destilada.
(*)_____amoniaco
_______alcohol etílico
_______aceite de linaza
_______barniz
*Se añaden cuando (...)
Esta pappetta se puede aplicar directamente sobre la superficie objeto de la limpieza o bien sobre velos de papel japones muy sutil, que permitan la filtración del compuesto, y se deja actuar cinco minutos antes de retirarla. Se debe aplicar con pincel de pelo duro y corto, y los restos que puedan quedar sobre la superficie del cuadro deben limpiarse con algodon impregnado en (...) o esencia de trementina, o bien Solvarán y alcohol etílico al 50%.
La Gelatina se prepara con la siguiente receta:
La mezcla resultante de la combinación de estos elementos es una crema gelatinosa transparente que aunque mezclada en frío puede resultar mas eficiente aplicándola templada con la única contraindicación de que excesivos recalentamientos le hagan perder sus propiedades efectivas.
Una anotación aparte merece la limpieza de eventuales estratos de acetato de polivinilo ya que su eliminación se puede conseguir aplicandole ligeras manos de acetona con algodones o usando el mismo producto que intentamos remover - comunmente conocido como cola de carpintero blanca - directamente sobre el estrato que nos ocupa. Finalmente una tercera opción para este caso es la aplicación de la combinación de metiletilcelulosa y carbosimetil, donde la primera realiza la función de espesante.
250 cc de acetona
250 cc de agua destilada
50 cc de alcohol benzílico
20 cc de trietanolamina
6 gr. de carbopol 934 ó 941
El método en la actuación de una limpieza de la superficie pictórica de una obra , pasa en primer lugar por la elección de un criterio, ya sea de limpieza superficial, media o profunda que las peculiaridades de la obra que tenemos delante nos sugiera. A continuación debemos identificar la materia a eliminar. El uso de testigos de limpieza será imprescindible en el respeto de la singularidad de cada obra, y servirán a mantener visible una huella de nuestra intervención sobre la obra.
La actuación con disolventes comenzará por la búsqueda del más idóneo, en virtud de la salvaguardia del estrato pictórico original, probando las distintas posibilidades e iniciando desde los mas debiles hacia los mas agresivos.
La superficie donde actuar las primeras pruebas será preferiblemente donde se encuentren los colores blancos o los colores con mayor carga del mismo, ya que resultan los colores mas resistentes. Ahora bién, no todos los colores pueden soportar la acción del mismo disolvente y por ello será necesario ablandar la cera añadiendole esencia de trementina cuando debamos pasar de un color con alta carga de blanco a, por ejemplo, un bermellón, siendo este último un color que exige particular cuidado en su limpieza. La incisividad de la limpieza se hace pues en proporción a las características de cada zona del cuadro. Nunca limpiaremos por cuadrículas, sino siguiendo las formas de la imagen representada y organizando así la actuación sobre la superficie de trabajo por formas, colores o superficies no superiores a cuatro o cinco centímetros cuadrados. La fragmentación por lineas solo se admite en zonas de testigo. La limpieza la llevaremos a cabo por estratos, actuando primero en superficie y profundizando paulatinamente hasta dejar un 20% del barniz.
Desde el momento que el proceso de limpieza no es reversible se debe ejecutar con extremo cuidado y no tratándose ya de un trabajo mecánico como los ejecutados previamente sobre la obra, requeriran al restaurador destreza, mente lúcida y gran sensibilidad.