Junio 04, 2004

El caballero de la armadura abollada

Era una noche de verano en Alemania. De esas que apetecían ir a tomarse una cerveza fría a un biergarten a la orilla del río. A él le había tocado cocina aquel día, y estaba terminando de secar los platos. Nadie se había acercado aquella noche a echar una mano. Eso sólo sucedía cuando a los guays les tocaba, y la diversión se trasladaba a la cocina. Ventajas de ser guay. La gente se había largado al biergarten, el equivalente alemán de una terraza de verano, con largas mesas y bancos de madera.

Cuando por fin terminó, hizo el camino rumbo al pueblo pero se encontró que el biergarten estaba cerrado y vacío. Si no habían vuelto a esa hora es que habrían continuado el camino para llamar por teléfono en la plaza del pueblo. Así que siguió, y se fue dando que era una noche rara. Había demasiada gente joven en la calle. Todo chicos. Y con unas pintas peculiares. Pantalones de camuflaje urbano por aquí, chaquetas bomber por allá, el pelo rapado al estilo militar... Pero ninguno con el atuendo completo de skinhead. Unos cuantos bebían cerveza en un banco de la plaza. Otros daban vueltas en bicicleta.

Al final las vio. Habían salido las chicas: Dos inglesas, una italiana, una japonesa y una checa de madre alemana. Estaban en la cabina y él se acercó. Entonces cayó en la cuenta de que dos o tres de aquellos chicos estaban allí con ellas. De vez en cuando, alguno de las bicicletas se paraba. Daba palmotazos en la pared de cristal de la cabina, se echaba sus risas y seguía su camino. Poco a poco fueron llegando más. Cuando eran siete u ocho, empezaron a hacer preguntas cada vez más agresivas. Uno intentó encaramarse a lo alto de cabina, y lo consiguió mientras los otros empezaron a armas cada vez más ruido dando golpes.

La italiana a lo suyo, mientras él pensaba "idiota, dile a tu familia que estás bien y larguémonos ya!". Empezó a calcular sus posibilidades de largarse de allí. No iba a poder llegar muy lejos si la cosa se ponía fea. Quizás quitarse a uno o dos de aquellos niñatos de encima, y si conseguía tener el camino abierto (que nadie le cerrara el paso y que el semáforo que cruzaba la carretera estuviera verde para los peatones) volver corriendo al campamento. Pero ¿cómo iba a explicar que había vuelto solo y las había dejado atrás?

Una de las inglesas, las dos eran de un pueblecito no muy lejos de Manchester, para terminar de arreglarlo todo había dicho que era justamente de Manchester. Un par de meses después de que el Manchester United le hubiera arrebatado en el último minuto de la final de la Champions League jugada en Barcelona al Bayer de Munich. O sea, una frase oportuna e inteligente. Aquello no le hizo gracia a los pequeños cabezarrapadas que no hacían más que utilizar la palabra "ausslander" (extranjero) de una forma poca amistosa.

Entonces se resignó. Si iba a haber reparto de hostias, a él le iban a tocar todas. Y no le quedaba más remedio. Porque huir no era una opción. Tendría que aguantar allí a pie firme, entre otras cosas por el qué dirán. Eso que llamaban en otro tiempo el honor. Sólo se preguntaba cuánto tiempo se tardaría en formar una melé. Si se unirían el resto que estaba en la plaza. Si los vecinos se asomarían a sus ventanas. Si podría darle algo de lo suyo a aquellos pequeños cabrones antes de verse completamente rodeado. Y más que en pensar en sí mismo, pensó en sus gafas.
-Joder, me las van a hacer polvo.-

Entonces intervino la checa en su perfecto alemán. Y uno dijo.
-Ah... Du bist nicht ausslander!!.-Y como si la virtud de una redimiera a todos, el ambiente se relajó un poco. Al rato, aquellos críos pretendían impresionar a las chicas, más que asustarlas.

De vuelta a casa, él le dijo a la inglesa que había sido un comentario realmente oportuno decir que eran de Manchester. La inglesa se enfadó y le espetó:
-¡Eres un cobarde! Tenías que haberte enfrentado a ellos.-
-.-Apuntó la checa.-Tenías que haber intervenido y pelear!. ¡Eres un hombre!-

No hay peor machista que una mujer machista. Y maldita sea, qué fácil es disparar con pólvora ajena.

Escrito por Lobo a las Junio 4, 2004 12:30 AM
Comentarios

"No hay peor machista que una mujer machista" muy cierto. Y lo mejor es cuando luego dicen, "es que los hombre no ayudáis en las tareas de la casa" o cualquier otro comentario supuestamente feminista...
Nunca lo he entendido.

Escrito por sola a las Junio 4, 2004 04:38 AM

Pues parece que me voy a hacer asiduo tambien de este blog :). Lo malo es que si luego te enfrentas (como ellas piden), eres un animal arcaizado. ¡Y no sirve de nada!

Por cierto, el detalle de la cocina... genial

Un saludo

Escrito por Träne19 a las Junio 4, 2004 03:54 PM

Muy bueno, y coincido con Sola y contigo en lo de que no hay nada peor que una mujer machista. Qué grande la frase de "qué fácil es disparar con pólvora ajena".. cuánta verdad encierra.

Saludos.

Escrito por vzk a las Junio 6, 2004 12:13 PM