Me despedí el lunes de mi abuela materna y no hicieron falta palabras para saber que por su cabeza pasaba la idea que con sus 91 años y mi marcha a Madrid aquella podría ser la última vez que nos viéramos. En el lugar donde nacieron mis padres y donde han estado pasando las vacaciones este verano, en apenas dos meses, fallecieron cuatro personas mayores conocidas.
Mi recuerdo de sentir miedo a la muerte por primera vez se remonta a los siete años, en unas vacaciones en Galicia. Desde entonces cuando me asalta suele ser por la noche antes de dormir. En algún lugar leí que tiene que ver con el miedo a la oscuridad. Desde los siete años he tenido una relación cambiante con ese miedo. Las más de las veces lo he ignorado y en ocasiones lo he asumido como una forma de apremiarme a sacarle provecho a la vida. Supongo que el miedo se hace poderoso cuando siento que mi vida está estancada. Para mí entonces la vida se convierte en una especie de cuenta atrás. Y lo que me angustia de veras es no estar avanzando en alguna dirección.
He llegado a comprender que las religiones formales, o no, responden a ese miedo primigenio. Su función es darle un orden y propósito a nuestra vida. Aunque cada una se cobra su precio. El catolicismo, que es la que más conozco, la culpa y la represión de la sexualidad. La Humanidad es la única forma de vida inteligente conocida en el Universo. Ha mandado a sus miembros fuera del planeta en que vive, ha dado a Kant y Einstein y tiene la capacidad de destruir su propio hábitat, pero sigue sin poder enfrentarse a su propio finitud. Hay algo terrible en todo ello. Somos unos primates evolucionadísimos. Pero no dejamos de ser unos animales mortales. De ahí que necesitemos creer en hay algo, el alma o el espíritu, que transciende a nuestra propia mortalidad. Porque si no, ¿qué sentido tiene nada si no hay más vida que esta? ¿Cómo pretender imponer un orden, esperar la buena fe de la gente? ¿Qué importa entonces matar, robar o violar, si uno no ha de responder más que a sí mismo? De ahí que toda moral se inspire, de una u otra manera, en la religión.
Cuando era creyente pensaba que no serlo tenía la ventaja de no tener que responder a tu conciencia. Podría empujar a una ancianita en un paso de peatones para que la atropellara un coche y no importarme nada. Pero cuando dejé de serlo la moral y la conciencia seguía ahí, en mi cabeza. Pero había perdido un asidero con el que articular mi vida. Nunca me ha interesado formar una familia, me he convertido en ateo, he dejado de llevarme por la acumulación fetichista de trastos tecnológicos o productos culturales... Así que no puedo acudir a las soluciones habituales para darle sentido a la vida. La única forma de transcedencia que conozco es a través del trabajo intelectual. Pero no hay nada seguro en ello. Y en estas vacaciones, miraba a mis padres y el paso del tiempo, el implacable, en ellos, y maldecía a la vida que un día tarde o temprano me los arrebatará.
Escrito por Lobo a las Septiembre 18, 2004 11:02 PMUna reflexión muy interesante,...
Hace ya tiempo que mi fe dio paso a una única creencia, .... creer en mí, ya que sólo yo soy quien va a sacar adelante mi vida, lo bueno y lo malo,.... era demasiado fácil creer en un ser superior al que culpar de todo cuando las cosas van mal,...
Siempre quise creer que mi destino no estaba escrito, sino que estaba en mis manos, que lo que me deparara mi vida, para bien o para mal, sería mérito mío.
Estoy completamente de acuerdo contigo,.. nada tienen que ver la fe y la moral, me considero una persona muy moral, con una estricta escala de valores, pero que sólo rinde cuentas a su conciencia, y no hay peor crítico que uno mismo,.....
Para mí, nadie muere mientras quede alguien que le recuerde,..... Me da mucho miedo la muerta,...... la de quienes me rodean, porque duele demasiado, ellos ya no sufren, ni sienten ni padecen, pero quienes quedan tienen la dificil tarea de no permitir que el mundo les olvide,..... y la mía propia porque no soportaría el hecho de hacer sufrir a quienes me quieren, y por perderme el día a día de sus vidas,....
Escrito por brujilla a las Septiembre 19, 2004 02:59 PMHoy estás un poco flojo. "De ahí que toda moral se inspire, de una u otra manera, en la religión", dudo mucho que una persona de tu educación no haya oído habalr nunca de los existencialistas, especialmente de Sartre.
Hoy no voy a entrar a la racionalidad del post sino a su parte emocional: yo este verano he sufrido ese schock y aún no me he recuperado. Por primera vez en mi vida tengo constancia de que todos a mi alrededor han de morir y yo tambien. Suena estúpido pero cuando lo sientes de modo real no filosófico, te acojonas.
Escrito por odyseo a las Septiembre 20, 2004 10:49 AMTuve un profe de filosofía en C.O.U. con el que no aprendí mucho... ;-)
Sin embargo, pensaba al decirlo en como toda la cosmovisión judeocristiana estaba presente por ejemplo en la declaración universal de los derechos humanos. El concepto de individuo, parte del alma única e indivisible. ¿Qué hubiera sido de una declaración emanada de una sociedad sintoísta, budista o taoísta? Frente al individuo, la comunidad. Frente a la libertad, el orden. Tenemos mucho más presente la religión de lo que pensamos.
Pero las ideas principales era hablar de ese miedo a la muerte que puede llegar a paralizarte (preguntándonte qué sentido tiene nada), y el despertar de la conciencia de lo limitado en el tiempo de la presencia de tus padres y otros familiares en tu vida. Siendo niño parece que tus abuelas y tus padres son eternos.
Escrito por Lobo a las Septiembre 20, 2004 04:24 PM"Pero las ideas principales era hablar de ese miedo a la muerte que puede llegar a paralizarte (preguntándonte qué sentido tiene nada), y el despertar de la conciencia de lo limitado en el tiempo de la presencia de tus padres y otros familiares en tu vida."
Y de la tuya propia... bienvenido a mi mundo.