Algo que recuerdo de estar con los amigos en estas últimas vacaciones es reírme con todas las ganas. No sólo por el sentido del humor diferente al que percibo en Madrid, sino por la complicidad de los viejos amigos a los que conoces desde hace más de una década. Y por ese humor cínico, cruel y retorcido unas veces, irónico y sutil otras tantas, que compartimos. Volver a encontrarme con ellos y pasarlo bien como en mucho tiempo no había sucedido ha hecho el contraste de mis vacaciones con la vuelta a Madrid más duro.
Aquí no tengo más que lazos tenues y superficiales. Cuando necesito desahogarme con alguien, cojo el móvil e invariablemente termino marcando un número de fuera de Madrid. Mirando atrás, a mi vida antes de venir a Madrid, todo podría tomarse como un azar. A J. lo conocí en una academia de idiomas. Y apartir de él conocí a mucha más gente. Cuando me alejé de Bz. y A. en tercer año de carrera y me encontré sin amigos en la facultad coincidí con un grupo de estudiantes de Trabajo Social que habían hecho el curso puente. Y en el cuarto año conocí a otro grupo de estudiantes con un montón de inquietudes que estaba haciendo 2º de carrera, Bx. entre ellos. Todo es azar. Pura aleatoriedad en el contacto con la gente. ¿Quizás me lleve, como en la facultad, vivir en Madrid un tercer o cuarto año para encontrar mi sitio aquí? No tengo tanto tiempo.
Lo curioso es que cuando me siento así la solución recurrente en mi mente sea querer poder aferrarme a una sola persona. Supongo que porque es más fácil, en teoría, encontrar una persona que un grupo de ellas. Pero precisamente porque la sentía como una solución a algo un día dije aquí que no quería tener pareja en Madrid. Alguien hizo el comentario oportuno mostrando su incredulidad. ¡¿Cómo no querer tener pareja?!
Sí, ha habido demasiados momentos en este año en que hubiera querido desplomarme. Y mejor aún, no estar solo. Poder abrazar a alguien y en ese momento sentir que el mundo y todos sus problemas desaparecían al cerrar los ojos sintiendo otro cuerpo contra el mío. Una relación de pareja es el antidepresivo más potente que conozco. Pero tan fuerte es que resulta adictivo. Y la adicción supone debilidad y dependencia. Vine a Madrid a muchas cosas. Entre ellas enfrentarme por primera vez a la vida solo. Y me estaría engañando a mí mismo, evadiéndome entre los brazos de alguien. No quiero una relación para huir de la realidad, una relación para evadirme de los problemas.
Y además hay algo de orgullo a estas alturas en revelarme en mis miserias, mis miedos y mis debilidades a otra persona. Quizás haya todavía algo del recuerdo de la condescencia de Bz. en su trato afectadamente maternal conmigo. Quizás crea que sea difícil hablar con alguien de las cosas de una manera tan natural como lo hacía con Bx. Este curso no me apetecía revelar los caóticos bastidores del teatrillo que era mi vida. Aunque como siempre describiendo muchas curvas mi vida sigue avanzando en línea recta. Se trata de disfrutar de la vida con alguien, no de huir de ella.
Escrito por Lobo a las Septiembre 20, 2004 05:47 PMRechazas a la pareja para no sufrir la dependencia y para enfrentarte solo a la vida, pero no has pensado que igual sustutuyes a la pareja por un blog, por un diario o por otras cosas que hacen una función similar. Cuando además resulta que el planteamiento no es correcto: siempre estamos solos en la vida, aunque no queramos aceptarlo.
Escrito por odyseo a las Septiembre 21, 2004 11:56 AMSabes lobito? creo que tienes una gran capacidad de autoengaño. Nadie rechaza la idea de emparejarse porque simplemente, no es algo que se pueda prever. Si tus relaciones en Madrid son tan tenues, que parte de culpa tienes tú y cula los demás?
Escrito por pandemia a las Septiembre 22, 2004 02:16 AMNews from de WWR!!! (Wolf Web Ring), dos nuevos integrantes se a un unido al web ring, un amante del idioma germano, y una adorable lobita esteparia, date una vuelta por mi web para que actualices los enlaces... :D
Atte.
El lobo estepario (el del cubil)
Escrito por SteppenWolf a las Septiembre 24, 2004 01:16 AM