Marzo 03, 2004

LA ESQUINA

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Escrito por: Newton

Presione la clave de seguridad y un ligero sonido me indico el estado de mi barraca: todo en orden. Deje mi retromedidor en el piso de rejilla y en ese momento tuve una fuerte disociación de espacio-tiempo. Como un autómata, salí de mi cubo y empece a dirigirme hacia la superautopista.
Serian las 6:00 p.m. cuando sonó el timbre de salida del trabajo, los hombres que construían el centro de investigaciones estaban muy cansados y se preparaban para realizar las labores de descanso. Había que atravesar un largo camino a través de una vegetación tupida y los animalejos propios del lugar empezaban a producir sus extraños y monótonos sonidos, el calor se iba disipando gradualmente y la estrella dejaba de producir sus extraños rayos para convertirse en un espectro de colores que maravillaban y, al mismo tiempo, desataban profundos temores en estos hombres. Hombres recios, forjados al calor de las maquinarias de grumos sintéticos, material altamente resistente y de bajo costo. Estos hombres de apariencias desconocidas y venidos de lugares no menos conocidos, carecían de rasgos sutiles. Eran hombres de espantosas facciones y sin embargo la caída de la oscuridad les producía miedo.
Yo iba entre ellos en el retorno a las barracas, sin pensar, cansado y sudoroso; en un brazo el retromedidor y en el otro colgaba un cigarrillo. Era particular, tenia la sensación de que ese día, a partir de ese momento, se había convertido en una ilusión. Empece a experimentar perturbadores pensamientos y alucinantes visiones. En ese momento decidí separarme del resto para analizar, si es que era un análisis, si ese día me pertenecía ó era simplemente un día más.
Presione la clave de seguridad y un ligero sonido me indico el estado de mi barraca: todo en orden. Deje mi retromedidor en el piso de rejilla y en ese momento tuve una fuerte disociación de espacio-tiempo. Como un autómata, salí de mi cubo y empece a dirigirme hacia la superautopista que estaba a 1,5 km. No sabia que pasaba pero una oscura fuerza estaba dispuesta a mostrarme una visión espantosa de ese mundo que yo ayudaba a construir...
Al llegar a la superautopista, los blindados surcaban a alta velocidad haciendo chirriar los rieles de inducción electromagnética. Revise en mi cinturón y extraje un pequeño cilindro de color amarillento, chupe la mezcla y queme el contenedor. Esta era una forma de pasar indetectable ante los sensores que vigilaban el transito en las superautopistas; el transito circulatorio no estaba permitido pero era la única manera de llegar a los distritos reguladores. El juego era claro, te traían en un blindado, sin escalas, y te sacaban de allí también sin escalas. Pero para soportar el viaje te daban una dosis de ese cilindro, este era distribuido en dosis cuantificadas ya no solo para el viaje, también para el trabajo y para dormir. Sin darte cuenta, el cilindro era la base de todo incluso cuando olvidabas que el cilindro empezaba a desaparecer.
En el trayecto no había ningún referente, era un trayecto largo sumido en una total oscuridad, una extensión larga; nunca conté los pasos, nunca pense en volver, ni encontrarme a alguien, era un estado mental tedioso y despreocupado con la oscuridad como aliado. Camine lo suficiente para darme cuenta de que una luz empezó a descubrir mi presencia, era la luz que provenía de uno de los distritos. Repentinamente, empece a reaccionar y ni siquiera tuve tiempo de decidir si seguía de largo pero ¿adonde?, ¿para que?
La luz había invadido mis pupilas atrofiadas y una serie de rostros empezaron a desfilar ante mi. Las luces se multiplicaban, difuminándose refractariamente en una interminable panoplia de colores desconocidos. Todo parecía hermoso y ordenado; paredes interminables de un aspecto metálico con líneas a modo de grietas, formaban placas de una regularidad aplastante. A pesar que no visualice ninguna esquina, la apariencia de las grietas daban la sensación de que existían. Grupos de personas se apostaban en esas intersecciones con actitudes sospechosas...
A medida que avanzaba, las miradas empezaron a rastrear mis movimientos y yo creia estar más seguro, la mezcla del cilindro a dejo de hacer su efecto por la forma en que me miran y eso me complacia.
Tanta seguridad me llevo a detenerme en una grieta que estaba sola, cosa no común al parecer, por la cantidad de personas que hay en esta especie de corredor esquinado. En ese momento ante mi asombro, que empezaba a tomar rasgos desproporcionados, note que había pequeños cubos a la altura del abdomen, distribuidos cada 3 grietas, y parecían no tener fin.
Al dar la vuelta sobre mí, mis pupilas se afinaron al ver exactamente uno de esos cubos al total alcance de mi brazo, en principio no supe que hacer y sentí como varias miradas se posaban fugazmente en mi, alargué el brazo en un movimiento reflejo-intuitivo y como por arte de magia, se abrió una ranura dejando caer un cilindro. En ese momento me di cuenta de que esperaba que eso sucediera, pero me era imposible explicar mi reacción de alegría al ver lo fácil como se obtenían los cilindros aquí, así que sin esperar lo rompí y chupe su contenido. Al quemar el contenedor escuche risas como si varias personas disfrutaran con mi espectáculo, me di la vuelta haciéndoles una mueca, algo raro en mi, y me dispuse a disfrutar esta anómala cápsula.
Esta no era igual a las demás, era más suave y relajante. Empece a tener una especie de clarividencia y note que los trajes de los demás seres eran diferentes, tenia una cantidad de tiempo considerable vagando en el distrito y no fui capaz de notar ese detalle, ¿curiosidad?. Mi cuerpo ya pertenecía a la grieta y mi visión pertenecía a todas las luces y personas de aquel lugar, mis pensamientos eran claros y egoístas hacia un cubo que seguía expandiéndose cada vez que mi brazo se alargaba hacia él; no había manera de parar y eso era una actitud mal vista, un comportamiento desigual. Ya las personas no eran tales y empezaron a dejar de importarme, la grieta se ensanchaba dejando ver una profunda y delirante oscuridad, en la cual yo disfrutaba mi posición de estar en la encrucijada de un mundo conocido en el presente y uno desconocido por el habito.
En ese momento de profundas desigualdades, la grieta diagonal donde yo estaba se ensancho de tal manera que dejo espacio para una súbita aparición: un blindado de color dorado. Todas las miradas se posaron en el descenso de 2 implantados que se dirigieron directamente hacia mí. Esboze una muy buena y ridícula sonrisa...

- El cónsul quiere hablarle. – hicieron una pausa y sentenciaron. – Ahora.

Asentí con un movimiento enérgico pero lento, cruce el foso metálico y me detuve frente a lo que parecía una ventanilla, bajo las luces titilantes el blindado paso de dorado a traslucido y una voz biomecánica que salía de un rostro neutro, me dijo:

- Báñese y cambie de vestido, de lo contrario no podrá permanecer aquí, ya probo y tuvo suficiente.

Los implantados atravesaron el Pseudometal y el blindado transmuto su apariencia por velocidad. Yo quede parado ante unas nuevas risas, di vuelta no sé hacia donde y empece a caminar rumbo a mi barraca. El distrito ya me parecía igual y encontrar la oscuridad entre tanta luz me costo más que al entrar. Afortunadamente en mi cinturón había una buena dosis para regresar...


Escrito por Parafrenia a las Marzo 3, 2004 09:06 PM
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