1. Aprender a cocinar (o a descongelar mejor).
2. Dejar que mi abuela me llevara al Diario de Patricia con la excusa de conseguirme un adyacente (Declaraciones escuchadas hace escasas quince horas de los labios de tan augusta dama: "Nena, yo no me quiero morir sin verte novia" ¡¡¡¡¡) pero con el verdadero objetivo de darse a conocer como cantante solista de himnos picarescos compuestos por ella misma (temas tan maravillosos como el "arremángate el refajo que ya viene la calor" o "el papa agüelo, el papa agüelo/se ha caído por las escaleras/ y si se mata, y si se mata/ tendremos chicha pa toa la pascua", esto es, cantares ya clásicos en mi familiar y sagriento entorno).
3. Ir a la playa y morir ahogada ,enterrada viva o a consecuencia de un fatal golpe de pelotilla de ping-pong, y dejar a las unidades paternas sentirse culpables el resto de sus vidas: "Ella no quería ir y nosotros la obligamos".
4. Acompañar a mi abuela a misa y utilizar la pila de agua bendita a modo de escupidera.
5.Emplearme como masajista de pies en el paseo marítimo (cansaba demasiado).
6. Emplearme como escultora de arena jipi en el paseo marítimo (me lavo el pelo demasiado a menudo).
7. Emplearme como vendedora ambulante de enseres casposos en el paseo marítimo (apartaría a los clientes y me quedaría disfrutando sola de mi mercancía demasiado a menudo).
8. Conseguir cualquier otro trabajo en el paseo marítimo (los otros no me atraían).
9. Comprarme una camiseta de "Alguien estuvo en la Costa del Sol y juro que no fui yo".
10. Comprarme un juego de té marca torillo español.
11. Recolectar en abundancia postales como ésta e ir enviándomelas a lo largo del año, a razón de una por semana.
12. Cometer parricidio.
13. Cometer fraticidio.
14. Suicidarme.
15. Desordenarles las fichas de dominó a la langosta binguera y sus sicarios (un grupo de cincuentones que todos los veranos se quedan en el bar de la piscina de doce de la mañana a once de la noche bebiendo tónica y ludopateando).
16. Desordenarles las fichas de dominó a la langosta binguera y sus sicarios y después suicidarme.
17. Contraer la malaria (pocas probabilidades).
18. Contraer alguna enfermedad de trasmisión sexual (aún menos probabilidades).
19. Ser adoptada por un grupo de turistas extranjeros.
20. Ser adoptada por un grupo de turistas españoles.
21. Ser adoptada por un grupo de turistas andaluces.
22. Ser adoptada.
(Había más, pero mis sollozos me impiden escuchar la voz interior que me iba dictando).
Se consigue una waltwhitmanear. Leí que cuando hace tropecientos cien años se estrenó la Novena Sinfonía algunos músicos acabaron llorando mientras tocaban; a mí me faltó salir armada con unos platillos o cargada de altavoces para que nada me estropease el momento. Porque iba por el minuto cuarto* y oh sorpresa, surge repentino ese bum interno: salgo disparada de puntillas con los ojos cerrados, no sé adonde, y ya no me esfuerzo en seguir buscando una suerte prestada en el dorso de los envoltorios porque de todas formas me han contado el truco; quiero decir que distingo la china porque la mano se transparenta, que me apropio de la sonrisa ajena con una muy-agradable-y-salerosa picardía propia de experta cleptómana. La Caína (“¿La Caína contenta?” “¡Por esas calles!” ) no nota la diferencia entre esas baldosas viejas y una alfombrilla roja de terciopelo y va a salir en el Guinness de los récords (categoría Exaltaciones Severamente Absurdas) por máximo número de pensamientos filantrópicos obtenidos en el menor tiempo posible. Pisando papelillos, Ludwig, confettivo todo presurosso, “hoy he vuelto a nacer, estoy curada, ya no necesito los pies de pato, ¿te pinto un pez?” y también creo que una larga larga secuencia de vilanos flotando_ arañas con trajes de bailarina_, feliz de final de cuento, mujeres saliendo a tender maravillosamente sincronizadas y piezas que al fin encajan.
*Froh, wie seine Sonnen, fliegen / Durch des Himmels prächt'gen Plan/ Laufet, Brüder, eure Bahn,/ Freudig, wie ein Held zum Siegen.