un segurata en apuros

Cuando se escucha a dos hombres en la intimidad hablar de sus hazañas sexuales, siempre se tiene que tener en cuenta que de lo que cuenten se tiene que creer la mitad. Cuando se escucha a dos Vigilantes, no ya la mitad, sino la mitad de la mitad. A todos se les a presentado en algún servicio la mujer perfecta, no un sino barias veces, y todos han echado el polvo de su vida, no una sino cientos de veces.
Y la verdad es que por poco que se conozca el trabajo, si comprende que entre la cantidad de horas que se trabaja, los horarios intempestivos, la birria de uniformes que se utilizan, (por lo de que los uniformados ligan mas), por no hablar de la placa, lo que no se comprende es como algunos logramos mantener una vida sexual medianamente normal con nuestras parejas.
Todo esto es normal, lo que no es normal es encontrar un vigilante gay, que en la intimidad te cuente sus proezas sexuales y te des cuenta de que es la misma historia, y no es que me este tirando los tejos, (que ya lo hizo en su tiempo y la cosa quedo clara), y es que yo soy el típico al que una mujer, o un gay, cuando se hacen mis amigos no es para echar un polvo, sino para tomarme como confesor personal.

Algún día posteare algunas confesiones y veréis.