Estación: claridad

Febrero 04, 2004

Carta a un abuelo

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Muy señor mío:
Empresa sólo para una vez, por lo difícil, y de otro lado, empresa sin mérito y hasta completamente inútil, la de una carta sin verbos. ¡Abajo, pues, los escritos de semejante condición! Pero antes una sincera felicitación, mi entusiasta enhorabuena, así a usted como a su caro nieto, vivo retrato de un joven de principios del siglo XX, mancebo, según vocablo de nuestros clásicos, no menos famoso por su elegancia en el traje, por su discreta diplomacia en salud y plática, por su prodigalidad en finas atenciones, lo mismo con los habituales paseantes del Paseo de Gracia que con el oscuro empleado de cualquier oficina. Sí, mi bendición a entrambos, al abuelo y al nieto; pero lo más alto de esta bendición para el alma de usted, palacio de la fe y de la caridad; para usted, mil veces más venerable que por sus canas, por su vejez pura y casto recogimiento; por sus virtudes, resplandores del cielo, y por sus rezos, develos de sus noches, ocupación del día, entretenimiento de las fiestas y fiestas de sus pascuas.

Escrito por Ricardo B. en Febrero 4, 2004 07:15 PM
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