Ana Caína por la tangente: Octubre 2003 Archives

Octubre 28, 2003

Octubre 26, 2003

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Por mi ventanilla pasaban los árboles desenfocados como brujas raquíticas y las señales de tráfico nos sacaban la lengua. Yo no sé adónde irán esos hombres con jersey que caminan solos un sábado por la tarde tan intempestivo, pero me gusta pensar que han salido un momento a comprar pipas para comérselas sentados frente a la tele, y que la noche llegue tontamente con un fondo suave de actores de doblaje.
No sé por qué, pero a mitad de viaje me acuerdo de Tercera Vocal, que no entiendo cómo pudo escribir algo tan insoportable,

LO ÚNICO INVISIBLE*

nadie sabe
si sube o baja la marea

cuando llora un pez

y cuando vuelvo es culpa suya que no pueda reunirme con ellos a la salida del cine, porque mi casa a veces se vuelve submarina y yo voy flotando sin casco ni banderita de cuarto en cuarto, escupiendo humo en vez de burbujas. Os telefoneo y me dices que estáis comiendo sopa china; me imagino a Elisa muy pequeña apretujada entre cojines, porque su voz a través del hilo telefónico suena amortiguada.
Ahora escribo esto y me arrepiento de antemano por no ser capaz de mandaros un mail y deciros todas estas cosas en privado. Me siento más intrascendente aún que ayer y no soporto este estúpido instinto de cachorro que me hace buscaros a veces como si fuérais el reloj bajo la manta.
Caína es vuestra mascota.

[* Pertenece a Señales de vida, que Isabel Bono publicó en la Colección Compactos de la Editorial El gato Gris de Valladolid, y del que pueden leer más cosas aquí.]

Expresado por Ana Caína a las 05:38 PM | Comments (7) | TrackBack

Octubre 24, 2003

Y siempre, el butano.

Cada vez que tengo que cambiar la bombona de butano pienso que antes de hacerlo debería escribir mi testamento. Esto ya no es aprensión, es algo grave, una neurosis crónica. Me pongo a llamar por teléfono a todo el mundo para preguntar las dudas más bizarras sobre calentadores, alcachofas y números de serie. Me paseo por toda la casa oliendo ruidosamente, buscando cualquier indicio de un escape. Abro ventanas, me da miedo encender las luces, no fumo. Si no he dormido bien atribuyo mi sopor al efecto del gas, que supongo no he sido capaz de percibir por tener el olfato atrofiado a causa del tabaquismo.
No sé qué hacer. El butanero vino a las once y media, y desde entonces vago como un espectro por los pasillos, dudando si telefonear a algún conocido al que no veo desde COU para saber qué es de su vida, y si dentro de la misma hay un hueco reservado a la bombona. Me imagino saltando por los aires, y hago acto de contrición y me arrepiento de haber mosqueado a mucha gente que en este preciso instante puede estar deseando mi muerte, porque tal vez en estas cosas la suma de los factores influya en el resultado.
No sé a qué le tengo más miedo, si a morir como una abuela de las que salen en Gente o a tener que volver a ducharme con agua fría. Mientras lo decido, creo que cogeré mi carpeta de cuando el instituto. En los separadores siempre quedan apuntadas cosas útiles, esas dedicatorias que te hacía toda la clase (por compromiso, claro está; era el día de hacer dedicatorias, día de descanso, y por tanto no se marginaba), esas citas tremendistas, aquellas fotografías de películas suecas. Los teléfonos de los otros marginados de la clase...

Si tardo más de un año en volver a escribir, que algún alma caritativa acceda a mi blog y retitule este post "El canto del cisne". Gracias.

Octubre 14, 2003

Errores por defecto.

Erreurs
Je sais que je les porterai toute ma vie
Mes erreurs
Comme de celle
Tu sais laquelle
Quand on a coupé mes cordes
Je me suis envolée ailleurs
On a coupé mes cordes
Et je ne redescendais pas

/Mistakes/
Mi lista de errores cometidos por defecto se incrementa.
Los defectos , escribí,son como los platos sucios en mi fregadero: se sabe que llevan mucho tiempo ahí, se sabe que hay que hacer algo con ellos, pero nunca apetece. Así, los errores por defecto, como el buen desodorante, nunca te abandonan; el día que no te quede nada te echarás mano al bolsillo y ahí estarán, calentitos, como recién cometidos, para que siempre puedas recordarlos y renovarlos y ser fiel a ti mismo en lo más humano que tienes, que es tu manera de equivocarte.
Mistakes I've made
I know I'll live with them all my life
Mistakes I've made
Like the one
You know the one
And I had my strings cut
I went flying around
And I had my strings cut
I wasn't coming down
These days I'm only happy when I cannot move
These days I'm only happy when I'm tied down
Next to you
Not with my strings cut
When I'm flying around
Not with my strings cut
When I'm not coming down

Expresado por Ana Caína a las 07:41 PM | Comments (18) | TrackBack

Octubre 12, 2003

Octubre 11, 2003

Los Tilos y las sombras.

Aprieto el timbre dos o tres veces, y me abre Antoine con aspecto de haber pasado los dos últimos días de ruta turística por los bares de peor calaña de La Palmilla. El piso está oscuro, y no sé si alegrarme teniendo en cuenta los macabros cuadros (pero muy horizontales) que decoran su nuevo piso: retratos del perro Pipín, arlequines pedófilos, pajaritos antropófagos.

Antoine me hace pasar, y al rato aparece Vozenoff desperezándose. Han estado viendo capítulos de Futurama. Me pongo a grabar el loro falso en jaula auténtica que tan hondo me caló la primera vez que visíté el piso. La pegatina de George Clooney sigue ahí. Todo está igual que la última vez que vine, en realidad. El mismo número de colillas en los ceniceros, la misma complicada distribución de los baños, el mismo jabón de manos que huele a caramelo en el lavabo, que no contribuye mucho a que deje de morderme las uñas. Incluso el mismo tipo, el que me ha abierto la puerta.


Encienden velas, apagan las luces y sacan cerveza. Luego hablan de cenar. Hasta ese momento no me había dado cuenta del hambre tan horroroso que tengo.

Sale el tema del burguer Los Tilos; es un sitio en el que, por 3 euros, consigues un campero de medio metro, patatas en abundancia y bebida. Pienso que es una pena que no me vaya a casar nunca, que casi merecería la pena hacerlo, sólo para organizar el banquete allí. Tal vez si me hago excomulgar y luego me reconvierto pueda celebrar allí mi segunda comunión, me digo, esperanzada.
Finalmente llamamos y pedimos tres camperos. Yo pienso que me duele algo pero casi no me doy cuenta con la migraña (regalo genético de la entidad materna) que estoy padeciendo.
La espera se hace interminable. El tipo de los camperos ha debido tener un accidente. Me imagino mi campero despachurrado bajo un autobús. Me da mucha pena. Veo al pobre repartidor exhalando su último aliento en medio de una carretera mal iluminada, muriendo por mi estómago.

Antoine y yo nos fijamos en que con la luz de las velas se pueden hacer sombras chinescas en el techo, y llevamos a cabo una especie de versión para sordomudos de aquella copla de Gavilán o paloma (creo que de Camilo Sesto). Mientras, Vozenoff se tapa la cara y se queja. Es dulce y tierno y el porro que se fumó con Antoine antes de que yo llegase le ha dejado atontado. "Tengo entradas", dice. "A ver, enséñamelas". Se aparta el flequillo y no veo nada especialmente terrorífico, pero él ya ha estado en la farmacia buscando respuestas, las cuales fueron las del farmacéutico calvo: "Pues tengo un amigo que lo ha probado todo y nada".
Los camperos no llegan. Con el hambre nos ponemos un poco apáticos. Me fijo en el pájaro punki del cuadro de la pared de enfrente. Yo sabía que me iba a pasar, y me pasa: me pongo triste. Me da pena que Antoine y Vozenoff estén cansados y con hambre, y creo que este piso tiene un ambiente raro, que de repente parece una casa de muñecas y nosotros somos pedazos de plástico duro y lo que decimos es lo que alguna niña o tipeja rara bajita pone en nuestras bocas. A pesar de todo me río, y descubro que mi risa se parece en algo al campero que vale 3 euros, pero no sé en qué.

Cuando finalmente llega el repartidor Vozenoff dice que no estaría mal darle de propina un tazo de Shin-Chan, pero al final le da el importe del mismo.
Nadie ha comido con tal desesperación un campero de pollo. Cuando Antoine va a por el ketchup a la cocina, Vozenoff le sugiere que se lleve un puñado de patatas para el camino. Comemos como cosacos abstemios, sin hablar, sin respirar, sin mirarnos. Cuando termina, Antoine se trae la caja de galletas danesas de su compañera de piso y se entrega a la gula, ignorando nuestras advertencias.
Luego vemos la tele en silencio, haciendo la digestión. Sin lentillas Tom Hanks me parece menos repulsivo, y veo el doble de cascos verdes de los que salen en la pantalla. Me pongo a criticar la película, comparándola todo el rato con La delgada línea roja (que es mil veces mejor). A ratos vemos un programa de niños repipis sabihondos. El presentador merecería que le cayese un foco en la cabeza y los realizadores hiciesen un "homenaje" a Harry, retrato de un asesino. Pero no ocurre. Los niños hablan como autómatas. Parecen máquinas programadas, y a casi todos se les transparentan las orejas, detalle estúpido que sin embargo me enternece.

Vozenoff se queda dormido. Le tira Antoine papelitos, intentando despertarle. Al final consigue levantarse y me acompaña a mi casa, porque tiene el coche aparcado enfrente. Por el camino decimos muchas incongruencias, pero da igual porque decir incongruencias como las que decimos tampoco es fácil a estas horas de la madrugada. Le digo adiós. Me dice que la semana que viene se pasará. Digo que vale.

Al entrar en mi casa he cometido la estupidez de llamar y despertarte. Se oían ruidos extraños y he pensado que a lo mejor, por fin, te habían hecho las mozas la fiesta sorpresa de pijamas, y que estábais bebiendo coca-cola y pintándoos las uñas y leyendo la superpop. Te he imaginado con una bata roja con lunares blancos y luego con un albornoz rosa. No me he podido dormir cuando me he acostado, porque ¡qué sinsentidos! otra vez estaba triste y esta vez, como tú, no sabía por qué.
Ni 3 euros me quedan-.

Octubre 09, 2003

Encuentros en la vigesimocuarta fase.

NOTA: Este post lo iba a colgar ayer. Está basado en hechos reales.

(Se desfunde en negro).Interior. Día. Caína se traslada por el pasillo de su casa. Ofrece un aspecto triste y cadavérico, y se rasca la nariz con agresividad. Echa las cortinas del salón y desparrama toda su estructura óseo-carnal en el sofá. Dispuesta a echar la siesta, pestañea dos veces y se queda mirando la tele apagada. De repente se oye un chas, y la tele se enciende sola, y en ella aparece un extraño tipo sin afeitar haciendo muchos gestos maquiavélicos. Se oye esto.

CAÍNA(incorporándose en el sofá)
Voto a tal! ¿Qué extraña criatura perciben mis tiernos ojos de doncella , y a estas horas de la tarde?¿Ana Rosa?

(Caínase lleva las crispadas manos al cuello, y cae desmayada. Durante tres minutos el Extraño tipo sin afeitar se dedica a tirarle tickets de autobús y listas de la compra hechos pelotillas, intentando hacerla reaccionar. Al fin, ella despierta. Se va a por un café ignorando al Extraño tipo sin afeitar, vuelve y de nuevo cae fulminada en el sofá, esta vez de agotamiento).

EXTRAÑO TIPO SIN AFEITAR
¿Caína?

CAÍNA
Pues...

EXTRAÑO TIPO SIN AFEITAR
Iré al grano. Vengo desde la Extraña Tierra de los Tipos Sin Afeitar con la misión de decirte un par de cosas. (Se saca del bolsillo un papelillo arrugado. Lo extiende y lo lee).
Bueno, sí, ejem. En primer lugar, feliz cumpleaños. (Saca una guitarra , no se sabe bien de dónde, y canta el cumpleaños feliz).

CAÍNA
Hum. Canta muy bien. Aplaudiría, pero no sé, da igual, hay confianza.

EXTRAÑO TIPO SIN AFEITAR
No parece que te hayas dado cuenta de quién soy. Me ofendes un poco.

CAÍNA
¿Debería saberlo?

EXTRAÑO TIPO SIN AFEITAR
Veamos, parece que estás torpe. (Se señala los pantalones). Mira, vaqueros. Muy gastados, y un poco sucios por los lados. ¿No?

CAÍNA
No.

EXTRAÑO TIPO SIN AFEITAR
Mira mis gafas, y qué despeinado voy. Y mira, llevo una camiseta de Amnistía internacional, encima de otra de Liberad a Mofli.

CAÍNA
No veo mucho la tele... Oiga, Estaba pensando en que me gustaría dormir un poco…No es por echarle…

EXTRAÑO TIPO SIN AFEITAR
Bueno, como no pareces tener ganas de jugar a las adivinanzas te lo diré: Soy tu cantautor de la guarda.

CAÍNA
¡Oh, demonios! ¿Cómo no he caído antes? Con ese olor a porro que hay…Pensé que era por Antoine, que vino hoy a verme. Qué ingenua soy…No sabía que tenía un cantautor de la guarda, me veía más bien teniendo un cobrador del frac de la guarda.

EXTRAÑO TIPO SIN AFEITAR
Pues te equivocas. Todo el mundo tiene un cantautor de la guarda, pero muy poca gente entra en contacto con nosotros. Básicamente , nos dedicamos a dar charlas políticas y a cuidar de nuestros asignados cuando no hay una causa perdida mejor por la que luchar.

ANA CAÍNA
Vaya, muy interesante, si no fuera porque no creo en la canción protesta.

EXTRAÑO TIPO SIN AFEITAR
No he venido a mantener una conversación ideológica contigo. Pero con ocasión de tu cumpleaños me han enviado para decirte que quedas eximida de..ujum…ciertas responsabilidades. En otras palabras, que tu futuro ha caducado. Esto es como un ticket de comedor, chica. Te dimos una prórroga de dos años por si cambiabas, pero como ni fu ni fa hemos decidido darle el futuro que te correspondía a otra, una comprometida socialmente y que vaya a manifestaciones, o por lo menos se compre camisetas del Che en los puestos jipis. No te ofendas, nosotros estamos con los oprimidos, pero tú pasas hambre porque te gastas el dinero en el todo a cien.

CAÍNA
¡Ah, ya sé lo que intenta! Me lo dice para asustarme, para que me ponga a lloriquear y a decir que me enmendaré, y que necesito mi futuro. Pero es mentira...No lo necesito para nada. Puede que sin él las cosas me vayan mejor. Para empezar puede que adelgace, que ya se sabe que el futuro siempre se va a las cartucheras.

EXTRAÑO TIPO SIN AFEITAR
Pensé que te lo tomarías peor.

CAÍNA
Si le digo la verdad, ni siquiera sabía que tuviera futuro cuando lo tenía. Sabía que tenía un pasado, al que me retiro cuando no quiero pensar en el presente.
(Caína se queda pensativa, como en trance).

EXTRAÑO TIPO SIN AFEITAR
Bueno…Esto…Ya he cumplido mi misión. Si quieres, puedo despedirme cantándote algo. He compuesto un tema muy bueno sobre…

CAÍNA (interrumpiéndole).
¡Largo ya de una vez! Pero sí me gustaría que sonara otra vez la música ésa efectista del principio, si puede ser, que no la escuché entera porque estaba desmayada.

EXTRAÑO TIPO SIN AFEITAR
Bueno, por ser éste el último cumpleaños de tu futuro…Adiós, muchacha, adiós.

(Suena otra vez esto, mientras el Extraño tipo sin afeitar se va poniendo borroso en la pantalla de la tele, y dice adiós con la mano en ademán de infanta. Caína llora porque tiene la puerta del balcón abierta y se le ha metido una mota gorda de polvo en el ojo. Funde en negro).

(Se desfunde en negro y sale un cartel en la patalla que reza : Toma falsa)

EXTRAÑO TIPO SIN AFEITAR:
No he venido a mantener una conversación ideológica cont…

CAÍNA
Demonios…Tenías que decir “teológica”…Estamos rodando la toma falsa…

EXTRAÑO TIPO SIN AFEITAR
No sé…¿Repetimos?

Expresado por Ana Caína a las 09:50 PM | Comments (13) | TrackBack

Octubre 08, 2003

Octubre 07, 2003

Propósitos de año nuevo.

Estos días nublados se parecen todos. Pongo la tele para ver si eso me ayuda a diferenciarlos. Disfruto especialmente con la predicción meteorológica, que no sólo me dice el día concreto en el que estoy, sino que además me da toda clase de detalles impersonales, sobre cosas impersonales, como líneas blancas borrosas en un mapa azul lleno de marcas numéricas. El hombre del tiempo, con su tono de voz afable y su aspecto de oler a barbería, me resulta un conocido de toda la vida, seguramente porque siempre habla de lo mismo y una se imagina que en su casa es igual. “¿Quieres café?” “Con una nube de leche”.
Pero en realidad es todo autoengaño, porque da la casualidad de que hoy sí sé en qué día estoy. No porque sea hoy, sino por ser la víspera de mañana. Mañana es el día trágico, el que maldigo en todos los calendarios después del 31 de diciembre. Resumiendo, mañana cumplo años.
Supongo que la gente se toma estas cosas con filosofía. Yo también: me lo tomo con nihilismo, concretamente. Me da por pensar en el montón de cosas que debería haber hecho, en el montón de tiempo que he desaprovechado, en el año pasado que me quejaba tanto por cumplir 23, ingenua de mí. Y doce meses después otra vez estoy ahí, bajo el foco y delante de un montón de público, y sin acordarme de mis frases. Con más de media vida vivida ya, si atendemos a aquel pensamiento que tuve una vez de matarme a los treinta.
Pero esto lo voy a solucionar. Me haré propósitos de verdadero año nuevo, para que la próxima vez no tenga que quejarme tanto. He empezado ya, y como hacerme propósitos de los importantes me causaba hastío comencé por lo fácil, pero no por ello menos relevante: la alimentación. Así que he confeccionado una lista de cosas que voy a tomar todos los días, para cuidar de mi mente y de mi cuerpo y ponerme en forma, visceralmente hablando. Ejercicio no pienso hacer, para lo que me queda de vida. Además como dicen en la tele es mejor tomarse dos pastillas que correr dos kilómetros. La pequeña relación incluye:

1.Una pastilla de vitamina C, que como me dijo la Vertical me aportará la cantidad necesaria al día, librándome de tener que exprimir naranjas por la mañana.
2.Una zanahoria antes de comer (o no). He calculado que si me como tres zanahorias al día durante un año, aparte de ponerme morena, me quitaré 0’3 dioptrías de encima.
3.Seis cápsulas de vitamina B. Esto no tengo muy claro qué hace pero por lo que leí en un libro y por lo que he visto en la botica de la abuela es bueno para todo. Puede que incluso se me quiten las ojeras, o crezca.
4.Dos cucharadas de levadura de cerveza. Esto llevo tomándomelo ya hace tiempo. Lo dejé una temporada porque está asquerosa, pero ahora he vuelto a tomarla y parece que no me resulta tan repugnante. Da fuerzas y quita el agotamiento o algo así. Gracias a ella me llenaré de energía y puede que me salgan músculos.
5.60 mg de Prisdal. Antidepresivo. Esto me animará y seré muy feliz y siempre estaré alegre.
6.30 vasos de agua. Con esto se me pondrá cuerpo de top model, porque todas insisten en que la única dieta que hacen para mantenerse estupendas es beber mucha agua. Pero en caso de que no eche un cuerpazo al menos tiraré de su pedestal al Manneken pis.
7.-8 tazas de café . El café mata. Es la conclusión que he sacado después de mirar muchas páginas de medicina por internet.

A estas cositas añadiré la lista de la compra que la Vertical, más ducha en estos temas, me ha confeccionado, y que incluye los siguientes productos para un mes, además de la vitamina C:

1kg de azúcar.
1kg de arroz.
2 paquetes de espaguetis.
10 litros de leche.
Docena de huevos.
Varias latas de champiñones.
Dos tabletas de chocolate fondant con almendras Hacendado.
Un paquete de ositos de goma.
Mucho café: Esto lo quito. Digamos un poco, para calmar el mono.

Pienso cumplir este propósito a rajatabla. Comeré bien, dormiré las horas necesarias, hablaré sola mientras fumo para darle menos caladas al cigarrillo y disminuir el nivel de nicotina en mi organismo. Voy a cambiar. La nueva Caína está en camino.
(Los otros propósitos ya me los haré otro día, que si no sale un post muy largo).


Octubre 06, 2003

He ido a la farmacia a por vitamina C (Tercera Vocal me aconsejó que comprara, y yo siempre sigo los consejos de la gente que le quita las grapas a los folletos antes de echarlos a reciclar). La farmacéutica me ha sonreído. Luego comenzó a hablarme, que hay que ver, que la que está cayendo, que luego cuando tenga que tirar para su casa se va a poner perdida porque lleva zapatos de verano.
Me ha extrañado porque hasta ahora cada vez que yo pisaba su territorio esta tipeja levantaba la vista rápidamente, entornaba los ojos y se llevaba la mano al bolsillo de la bata crujiendo los dedos. Todos los de la farmacia dejaban de hablar y se quedaban muy quietos mirándonos, y la de la registradora dejaba de tocar, aunque se oía a alguien silbar, y creo que un banjo. Y hoy, fíjense. Ha estado muy atenta, me ha dado conversación, no ha puesto esos tropecientos celos con los que siempre precinta a prueba de bomba mis paquetillos de medicinas.
Todo ha sido por la lluvia. La gente se siente indefensa porque las cosas les calan más, y van de establecimiento en establecimiento buscando un poco de calor humano, a falta de toallas y radiadores públicos donde colgar los calcetines empapados. Hasta yo me he sentido ligeramente bien, y la verdad es que no me he paseado por ahí dando golpecitos en la espalda a las gentes porque iba cargada, como de costumbre. Además como sólo me quedaba una mano libre tenía que elegir entre cigarro y golpecito amistoso, y todo arrebato de amabilidad tiene un límite.
He participado en esas luchas de paraguas que se organizan en las aceras estrechas, y de paso he acumulado medio litro de agua en el bolso (que siempre llevo abierto, sólo para que alguien me intente robar la cartera y probar el cepo que compré en las rebajas de Productos agrónomos Pérez). He pasado por la puerta del videoclub donde esperan que devuelva una película desde antes del verano y se me ha olvidado el dato, y he saludado a mi videoclubero con la mano. Me he parado a tomar un café en un bar del barrio y he dibujado una especie de flores carnívoras con pelos en una esquinilla de la mesa.
Ahora me voy a tomar mi vitamina C y después encenderé la primera vela de este otoño-invierno, y cocinaré algo mientras oigo llover (quien dice “algo” dice una tortilla francesa, que es lo único para cuya elaboración no me falta ningún ingrediente).
Qué bien voy a dormir esta noche. Sin haberlo planeado, la lluvia me ha lavado la conciencia.

Octubre 05, 2003

París.

Es la parcela vacía de Travis.
(Gracias a un par de asquerosones verticales por haberme prestado la película. Creo que ya tengo obsesión nueva. A ver lo que me dura).

Expresado por Ana Caína a las 09:06 PM | Comments (21) | TrackBack

Octubre 04, 2003

Rass.

Los documentos de word no se pueden romper. Se pueden mandar a la papelera de reciclaje y hacerlo apretando el botón del ratón con asco y furia clásica semidesnuda. Se pueden mandar a la mierda, también. Pero nada proporciona el mismo placer que interpretar ese musical ras ras rass a mano.
Una vez cuando era joven y empezaba a ser inexperta (no he terminado todavía) me comí un poema que escribí. Supongo que tendría que elegir entre eso y tragarme mis palabras a secas. El caso es que lo despedacé convenientemente , lo hice confetti y lo devoré como si llevara días sin probar bocado. Estaba asqueroso, quizás por ser un poema malo.
Otras veces los quemaba. Un día, en una de aquellas tardes tan agradables que pasaba detrás de los llamados “bloques del cura” saltándome las clases de matemáticas, hice una pequeña fogata. Había salido de casa con una bolsa de plástico llena de papeles, y dije que eran para reciclar. Pero cuando llegué al triste banco donde me sentaba a leer todas las tardes de cinco a seis saqué los folios y les prendí fuego con una cerilla. Recuerdo que había cogido las cerillas especialmente para eso, porque siempre resulta más serio comenzar un ritual de fuego con una cerilla que con un mechero de plástico con propaganda de Muebles Bandera Vivar.
Hay demasiados documentos de word que me gustaría destruir. No quiero imaginar cómo disfrutaría quemándolos, o escupiendo sobre los pedacitos de papel. Los pisotearía y me revolcaría en ellos. Acompañaría el acto con muchos gritos, que si supiera italiano serían en esa lengua, y gesticularía mucho y sobreactuaría.
Voy a copiar a mano y sobre papel algunos de mis documentos de word, y luego me los cargaré. Si hay algo que no quiero es perder mis propias tradiciones.

Octubre 02, 2003

La gente cuando se aburre o se deprime se larga a echarse unas cervezas o a contarlesa sus pobres amigos lo aburridos o deprimidos que están. Yo, como de eso no gasto, me entrego al muy noble y artístico arte milenario de la psicopatía por horas.

Comencemos. Lo primero que un psicópata retorcido (y muy malo) tiene que pensar es en la víctima que elegirá. Pero no la puede elegir guiándose por un motivo de odio razonable, porque en ese caso no sería un psicópata, sólo una persona admirable por su capacidad de pasar rápidamente de pecar de pensamiento a hacerlo de obra. Los psicópatas son seres cuya más maravillosa característica es que se guían por los motivos más absurdos para ir a por alguien en particular. No obstante pensé que a mí, por motivos obvios (véase mi monedero), me pegaba más ser una psicópata secuestradora que exige un rescate y que, mientras éste llega, se lo pasa bien torturando a su víctima.

Aunque la psicopatía sea un hobbie o una práctica no profesional, hay que guiarse por ciertas normas. No queremos ser unos pringados¿verdad? Queremos dar miedo. Pues precisamente para conseguirlo ser pringados es nuestra mayor baza. Casi todos los grandes psicópatas famosos fueron unos cutres tirados y débiles de espíritu o de bícep blando en alguna época de su vida. Eran gente como Ud. o como yo, tipos necesitados de cariño, de un seguro médico aceptable, de un buen estilista. No es necesario haber tenido una infancia horrible con niños odiosos que te metían cosas verdes con patas por la camiseta para ser, en potencia, un gran psicópata retorcido sin sentimientos.
Otra cosa indispensable: fuentes de inspiración. Aquí es donde entran esas interpretaciones personales de la Biblia o de canciones de los Beatles que darán ese toque personal e intransferible a nuestros delictivos aconteceres. Por ejemplo yo fui original, y me basé en Charlie Manson cuando amenacé a mi peluda y redicha víctima con escribirle por todo el cuerpo la letra de Helter skelter con un boli bic de punta muy muy fina.
La actitud también es muy importante. No digo que, a ratos, la víctima no tenga una conversación agradable, e incluso un par de buenas recetas para chefs poco experimentados. Pero una cosa es intercambiar los comentarios indispensables que dicta la educación cívica, y otra sentarse a jugar un parchís con nuestro prisionero. Es muy importante saber hacerse respetar cuando se está en prácticas psicopáticas. Distinto sería si se incluyera algún acto malvado en la dinámica del juego, como sustituir lo de contar veinte por infligir la misma cantidad de pellizcos a la víctima.

Y finalmente lo más importante, exigir el rescate. Esto se puede hacer de muchas formas, a lo elegante,como un mafioso de érase una vez en América hace la pila de años;a lo mareante, como el psicópata de Harry el sucio.A lo jevi, mediante toda clase de acertijos raros relacionados con algún fanzine de metal editado en Despeñaperros. Yo me inclino por el método tradicional, ir al grano: quiero un millón de billetes sin marcar de la cantidad que sea (pero en euros, que hay mucho listillo guardando pesetas "de recuerdo" por ahí). Serán depositados en una fiambrera que el rescatador dejará en la portería de mi bloque con una nota que diga "a la atención de la señorita Caína", "Entregar a Caína, urgente" o "Besitos. Roque".
La vida del coso ése naranja está en sus manos.