Ana Caína por la tangente: Abril 2004 Archives

Abril 15, 2004

Abril 14, 2004

Recambios.

El de los recambios es uno de esos temas fijos en la parte reservada a obsesiones de mi cerebro (porque sí, tengo cerebro, y amueblado, aunque mal). No me refiero a recambios también importantes como pueden ser los del papel higiénico. Me refiero a las personas, fundamentalmente.
Antes mis ideas al respecto eran conmovedoras, dignas de alguien de buena voluntad y corazón tierno. Por tanto chirriaban mucho, pues todos sabemos que no tengo buena voluntad (ni mala tampoco) y que pensar en el corazón me resulta desagradable, como pensar en cualquier cosa que sirva para algo o que exija un mantenimiento. A grandes rasgos mi opinión era que nadie es insustituible, y que cuando uno se va deja una silla vacía que ya no ocupa nadie más.
Bien, pues me desdigo; igual que con el tiempo se pierde pelo y elasticidad y se gana barriga y experiencia se pierden unas personas y se ganan otras, y la verdad es que pensar dónde irán a sentarse o si van a llenar el cuarto de sillas pudiendo ocupar todos esos asientos vacíos es secundario. Hay que dejar de ser tan exigentes. Tal vez se hayan ido del teatro los señorones, pero aún quedan el abuelo que ronca en la última fila y la limpiadora, que seguro que sabe sitios mucho más baratos donde cenar bien.

Mi recambio nuevo se llama Yeyé Brazos y es un desconocido que me deja mensajes en el contestador, contándome cosas o poniéndome alguna canción. Para mí está muy bien todo esto. De platonismo y precocinados se puede vivir perfectamente.
Y los que se fueron a Sevilla que la disfruten de pie.

Mis sorprendentes cartas íntimas.

De Caína a Caína y tiro del bote de las pastillas.

Estimada compañera de cuerpo y calcetines:
Considero que las cinco de la mañana es una hora muy apropiada para escribirte esta misiva, que espero no tomes por lo trágico como es tu costumbre.
Piensa que todo lo que aquí voy a soltarte es por el bien de ambas, y consiguientemente del prójimo, aunque esto no sea asunto suyo.

De un tiempo a esta parte, tú bien lo sabes, nuestra convivencia se ha resentido. Prefieres la compañía de segundas personas a mi silenciosa presencia llena de asco y confianza. El porqué ya te lo he preguntado en ocasiones repetidas que nadie quiere cambiarme por otras que no tenga; la respuesta ha sido siempre la más perfecta indiferencia, lavarte mis manos con guantes o negarme como un San Pedro que sobreactúa. Has dejado de lado tus obligaciones domésticas sólo para fastidiarme y te partirás el cuello alguna noche mientras intentas no rozarme porque, desgraciadamente, no hay más remedio que dormir juntas.
Sé lo que me dirás. Que es una fase, que lea panfletos de psicología y que procure comprender. Pero ya me he cansado. Esto es más de lo que podemos soportar las dos. En tu cobardía de lobezna criada entre ovejos me has negado las fauces y has dejado que me esquilen ignorando ciertas necesidades básicas de ésta que suscribe. Pero que yo sea tu perfil malo no te da derecho a endosarme la careta, porque yo soy la proveedora de tus rencores y la zurdera con que escribes o abres la puerta o te despeinas.

Resumiendo: quiero el divorcio. Deseo que esta civilizada distancia que mantenemos desde hace años sea convenientemente legalizada. No creo que tengamos problemas para compartir nuestras pertenencias, y aún menos los sentimientos. Espero que cumplas con el régimen impuesto.
Te estaré vigilando personalmente. Ya sabes, desde la sombra, donde no puedas verme la cara. Ni las intenciones.

To the one true God above:
here is my prayer -
not the first you've heard, but the first I wrote.
(not the first, but the others were a long time ago).
There are two people here, and I want you to kill them.
Her - she can go quietly, by disease or a blow
to the base of her neck,
where her necklaces close,
where her garments come together,
where I used to lay my face...
That's where you oughta kill her,
in that particular place.

Shellac - Prayer to God

Abril 13, 2004

Abril 06, 2004

Educación moderna.

Me han traído los verticales de Tomelloso un libro que espero supla las clases de educación sexual que no recibí en los años que era menester. El manual, sencillo, completo y actualizado, da las claves necesarias para llevar una dieta sentimental sana, rica y variada, mientras narra los avatares de una audaz princesa que intuyo se acerca más en sus costumbres a Estefanía de Mónaco que a la propia Blancanieves.

Como observo en las
viñetas, la moza está más acostumbrada a hacer las cosas que a echarlas, o las echa con la respiración tan entrecortada que cualquier hache airosa le viene bien.
Entre esto y la guía de Florita voy a terminar mis años de formación de una manera excepcional, saliendo dispuesta a hincarle el diente a la vida convertida en toda una mujer de mi tiempo.

Expresado por Ana Caína a las 07:25 PM | Comments (0) | TrackBack