Abril 28, 2005

Cosas inconexas

Cosa 01.
Ayer empecé a ver Lost, una serie de televisión que debería disfrutarse sin ninguna especie de spoiler previo, sin datos, sólo con la recomendación de un colega.
Basta con decir avión + isla. El placer reside en dejarte sorprender a partir de ahí.

Lost.jpg

No sé, pero tengo la sensación (rara) de que últimamente, la televisión, algunas series (algunas series USA) andan un paso por delante del cine en cuestión de dar alegrías al espectador.

Lo próximo será ver algo de Carnivale...

Cosa 02.
Esta madrugada he visto el trailer de Serenity, la película basada en Firefly, la serie creada por Joss Whedon.
Impresionante.
No sé si alguien querrá corregirme, pero, aparte de que la serie tiene entidad propia y está cargada de golpes de efecto cojonudos, cada vez que veo un capítulo me imagino cómo sería la vida de Han Solo como contrabandista... Lo que pasa es que en lugar de Lucas, ha sido Whedon quien ha dado en el clavo.

Serenity.jpg

El trailer: http://movies.apple.com/movies/universal/serenity/serenity_m480.mov

Cosa 03.
También esta madrugada, he abierto la puerta corredera del patio interior de mi oficina para ventilar, y he encontrado un papel doblado en el suelo con una frase escrita a mano: "Un mensaje del cielo para ti".
Si me pasa eso en otro momento, pues no sucede nada. Pero cuando has dormido poco, estás sugestionado por el exceso de desgaste neuronal y el cuerpo pide a gritos una dosis de cafeína, algo así te puede desconcertar.
He mirado hacia arriba y casi me ha dado miedo leer la nota, el "mensaje del cielo para ti".

¿Y si es Dios que me dice que todavía tengo que esforzarme más para entregar mis cómics a tiempo?

Pues no.
Era un mensaje de la vecina del segundo primera a la que se le había caído un calcetín azul que, efectivamente, colgaba de una maceta; que si se lo podía dejar en el buzón...

"Un mensaje del cielo para ti".

¿Cómo anunciarán las reuniones de vecinos en esta escalera?
"Queridos vecinos. Un mensaje de paz y buena voluntad: mañana, reunión de vecinos del Consejo Jedi. Primera convocatoria, 20 horas. Segunda convocatoria, 20:45 horas. Que la fuerza os acompañe".

De todas formas, una frase amable llegada del cielo a las tantas de la mañana ayuda a comenzar el día con buen pie.
:-)

Escrito por Cels McClane a las 10:18 AM | Comentarios (31)

Abril 25, 2005

Natalia: Main Force Patrol

Uno de los juguetes favoritos de Natalia es ahora su párking, que le sirve no sólo como lugar donde guardar sus coches, sino como edificio que pisotear durante sus arranques Godzilla, también como lugar donde pegar todos los "gomets" (adhesivos) que le regalan (tras llevarse una soberana bronca por pegar a toda una familia de ranas en la pantalla de la tele); como casa de muñecas donde Los 7 Enanitos comparten habitación con el Ford Torino, o sea, que la niña sabe sacarle partido a un torre de tres pisos que amenaza ruina...

El caso es que Natalia, la misma Natalia que ha despedazado escuadrillas enteras de aviones, ahora ha sido poseída por el Espíritu Mad Max, y creo que ha sido otra vez culpa mía.

max.jpg

Hay una escena en el Fanhunter: The Final Conflict (por cierto, ya he tomado contacto con el "malo que hay entre vosotros" y me ha dado su bendición) en que Max (Pospo) sueña con el Gyro Captain, el tipo de las serpientes y amigo de Max Rockatansky que, INCOMPRENSIBLEMENTE, no parece recordar al road warrior en la tercera parte de la saga, y viceversa...

Estuve buscando algunas escenas y, como es tradición, siempre que busco escenas y diálogos en Mad Max 2, el instinto freak me obliga a revisionar por quintaenésima vez la persecución del camión, al final de la película. Es que es cojonuda...

El horror: Natalia se ha contagiado.

Natalia conduce los coches y los rompe a la misma velocidad que Max Rockatansky y sus chicos de la MFP.

El otro día decidí jugar con ella a Mad Max. Yo llevaba un volquete comprado en los chinos en el que iban montados Max Rockatansky, Feral Kid y el Gyro Captain (los muñecos originales, que he decidido sacar de sus blísters y dejar en manos de Natalia, en un movimiento de coleccionista suicida del que todavía no me he arrepentido o que he preferido borrar de mi mente) y Natalia debía perseguirme con todos sus coches disponibles, dirigidos desde los alto de la cadena musical por Tiger Hummungus y la abominable Barbie Despeinada y ataviada con ropas de otras muñecas que visten cinco o seis tallas más que ella...

Natalia lanzaba los coches en sentido contrario; o sea, no me perseguía y estaba echando al traste la mejor escena de la película, dejando escapar al camión hipotéticamente lleno de combustible pero que, en su lugar, sólo llevaba bidones llenos de piezas de Lego...
Decidí echar una mano a los moradores del páramo y, mientras reagrupaba sus coches, me di cuenta de que hacía demasiado tiempo que no jugaba con Natalia y con MIS coches, y que el parque móvil había sufrido más daños que la policía del estado en persecución de Jake y Elwood...

blues-brothers.jpg

Un Ferrari sin puertas y sin cristal delantero; otro Ferrari, modelo Miami Vice, con la dirección jodida, sin tubos de escape, sin faros; un taxi londinense también sin puerta y en el que alguien de menos de tres años de edad había intentado embutir un peluche de la rana Gustavo tres veces más grande que el coche (al intentar sacar y auxiliar a la rana, murió desangrada; quiero decir, se le salió todo el relleno); todos los coches "con motor", o sea, de los que empujas hacia atrás y salen disparados, estaban "pasados de rosca" o "de muelle", o lo que sea, y ya no corrían; el Lotus de James Bond, antes blanco, ahora parecía una zebra, desgastado, carne de desguace; tres coches, entre ellos un Ford Falcon de 1975, habían quedado como el coche de Nick Fury cuando vuela, o sea, con las ruedas recogidas... más bien aplastadas dentro del maletero y del motor; a cuatro coches de tamaño medio les faltaban los neumáticos; y un Renault Clio que se pasó una cantidad de tiempo indeterminada en el inhodoro del lavabo de la habitación de invitados, bajo el agua, hasta que lo descubrió un colega que había venido a cenar (por suerte, antes de hacer sus necesidades) había empezado a perder la pintura, a descomponerse... más o menos como Christine al principio de la película, así que fue de cabeza al cementerio de coches....

...y el motor del Ford Torino rezuma algo que, ay Dios, parece NOCILLA.

Nota mental 1: cambiar de opinión acerca de la idea de comprar a Natalia por su santo uno de esos coches eléctricos que conducen los niños.

Nota mental 2: ya que su carnet por puntos marca -3.586, por el momento, hasta que no asimile lo que es la seguridad vial, no recomendaremos el visionado de las siguientes películas: Convoy 1 y 2, Los locos de Cannonball, El autobús atómico, Mad Max I a III, Driver, Bullit, Vivir y morir en L.A., French Connection, Ronin, La carrera del siglo, Herbie Torero, Días de trueno y nada de entrar en los talleres ni en las casas de apuestas de Tatooine...

taxidriver_01.jpg

Tengo miedo.
Tengo miedo de jugar contra ella al Gran Turismo... y que me gane.

Escrito por Cels McClane a las 04:52 PM | Comentarios (26)

Abril 22, 2005

UN EPICHODE SITH DE JMV

Puede perderse la confianza en George Lucas...

...pero hay algo que nunca decepciona, chatos.

sith_peque.jpg
Utiliza la fuerza


El Epichode III del genio Jesús Martínez del Vas llega en junio.

Risas midiclorianas. Chui chui recommended.

Escrito por Cels McClane a las 08:16 PM | Comentarios (18)

Fanhunter diseccionado (2)

Hace algún tiempo, en los Comments, alguien posteó un texto dende decía que al leer Fanhunter tenía la sensación de "estar siempre perdiéndose algo".

Es cierto.

Y hay razones para ello (igual que otro tic del autor que consiste en no diferenciar todo lo necesario la forma en la que hablan los muñecotes; pero es que hay marca de fábrica de las que no me puedo deshacer fácilmente).

Razón 01: en un principio, el cómic 'regular' de Fanhunter se creó para aportar background al juego de rol. Era como crear situaciones para que fueran desarrolladas por un máster y sus jugadores, igual que sucede en las Aventuras que se incluyen en un módulo de rol.
El estigma de este tipo de narración permanece en mi subconsciente.

Razón 02: se trata de un reparto coral; hay mogollón de personajes y, si la salida fuera mensual, o incluso bimestral, todos tendrían más protagonismo y podríamos profundizar más en sus caracteres, o en situaciones más individuales.
A tal efecto, he propuesto algunos proyectos de solo character donde nos centraríamos en personajes únicos: ¿Don Depresor Born Again? ¿Ridli Scott's GALIENS? ¿El puente sobre el río Llobregat? ¿Erika Konstantin: La princesa prometida?

Razón 03: hay saltos en el tiempo y situaciones abiertas colocadas a propósito, y me gusta eso de, por alguna aparente razón, dar pequeños saltos en el tiempo y encontrarte personajes que han evolucionado, como solía hacer Toriyama en Dragon Ball.

Tengo previsto mantener el estilo caótico en Fanhunter, porque siempre ha funcionado bien; pero, después de haber dibujado la última viñeta de la última página de la Saga de Alejo (sí, ya he encontrado el final "estatua de la libertad" que necesitaba, y creo que os gustará), se han abierto varias líneas nuevas que pienso desarrollar en forma de gags, libros genéricos, temas nuevos dentro y fuera del universo fan...

...y bebés, y niños; muchos bebés y muchos niños.
:-)

pagxina.jpg

Ya veremos qué pasa...

Escrito por Cels McClane a las 02:01 PM | Comentarios (28)

Abril 21, 2005

Fanhunter diseccionado (1)

Esta mañana, Rut y yo estábamos discutiendo acerca de las referencias que utilizaba en Fanhunter y en otras obras cuyo target de lectores es amplio, pero, sobe todo, lo compran chicos/as jóvenes y niños.

La conversación se originó porque el villano de Fanhunter: The Final Conflict, en una de sus formas, hacía referencia a un personaje del mundillo de los cómics muy conocido...

...o creía que era muy conocido.
Porque parece ser que muy poca gente se lee los ecos de sociedad, y lo que a nosotros nos parece enoooooooorme, poléeeeeeeeemico, graaaaaaaaaaaaaave, escandaloooooooooso y tal, a la mayoría del mundo ni le interesa ni le importa.
Eso está bien para apaciguar unos cuantos egos.

Dicho profesional, al menos, era muy conocido para mí, pero, parece ser, la nueva generación (ya hay varias detrás) de lectores de Fanhunter pueden tener unos referentes algo distintos. Y lo que yo considero manido, de dominio público, "de cajón", no lo es para todo el mundo.

Ejemplo: hace unas semanas, un librero de Barcelona me consultó acerca del críptico mensaje de despedida de Alejandro M. Viturtia en los cómics Marvel. Claro, críptico para él, porque por muchas vueltas que le daba, él no captaba la referencia acerca de cierto general norteamericano que dijo unas palabras muy famosas en Corregidor, durante la Segunda Guerra Mundial.

Yo pensaba: "Claro, general, Corregidor, es el famosísimo 'Me voy pero volveré' de Douglas MacArthur, cuando tuvo que casi saltar al mar ante el avance de las tropas japonesas.
Pero el librero, al que considero una persona culta y aplicada (además de ser un solete como persona) no lo sabía. Y tiene pocos años menos que yo.

Pienso: pero es que no hace falta ser culto ni aplicado para poner un nombre y un contexto a esa frase. Es historia. ¿O no?

Quiero decir: si yo dibujo una escena en la que los Fanhunters y Macutes acorralan a La Resistencia en el puerto de Barcelona (en plan último reducto el ejército de la República española, por cierto, aunque en otro puerto de otra ciudad), y nuestros chicos se ven obligados a subirse a un barquito pesquero y a huir rumbo as Mallorca, me pregunto: si Ridli Scott, en ese momento dice solemnemente "Me voy, pero volveré", ¿cuántos lectores captarán realmente el chiste, cuántos sabran que esa frase corresponde a Douglas MacArthur?
¿Debería limitarme a frases igulamente cojonudas pero un poco más al alcance de todo el mundo como "Pues va a ser que no" o "Un poquito de por favor"?

Generals.jpg

Luego recordé al chico que no sabía quién era Josef Stalin. Recuerdo, a riesgo de parecer repelente, que a su edad, yo ya llevaba años enterado de quiénes se peleaban en la Segunda Guerra Mundial (y otros períodos históricos), y lo sabía porque me fascinaba la historia, y así era mucho más divertido jugar con los exágonos de NAC y Avalon Hill. Y aunque no hubiera aprendido historia mientras jugaba, en el colegio se encargaron de enseñármelo.

Porque no saber algunas cosas "de cajón" podría joderte la selectividad.

Y porque, ¿a quién le gusta que le den una paliza al Trivial?

Sigo pensando: ¿tiene la gente la misma inquietud por APRENDER? Yo veo 55 días en Pekín y te aseguro que entro en Internet para enterarme de quién eran los bóxers, cuál era la situación política de la época, qué había de real en el conflicto que aparecía en la película... ¿No es apasionante ver La delgada línea roja y después documentarte sobre la guerra en el Pacífico? Hay muchas anécdotas de la historia que no están en formato fílmico, que siguen escondidas en los libros.

Y no sólo hablemos de conflictos armados; película, Hoosiers, el pequeño equipo de basket de Indiana que llegó a las finales estatales, haciendo historia; ¿no os pica la curiosidad saber MÁS? ¿Sabéis que en el DVD norteamericano se incluye el partido real entero, y que las escenas finales de la película son un calco perfecto de los últimos minutos...?

Pues claro, quizás no.
Quizás a la gente eso no le importa.
Y es normal...
¿Frikismo?

En todos estos años de publicación irregular he incluido en Fanhunter muchos gags que he descrito a Rut en varias ocasiones como chistes privadísimos, referencias que van directas a una sola persona y que ese lector o amigo, o ambas cosas, sabría que había incluido esa referencia especialmente para él; y si lo conseguía, yo era feliz. Luego están los gags para especialistas. Y luego, los gags genéricos referenciales...

...PERO...

...esos gags referenciales que considero aptos para todos los públicos, quizás ya no lo sean y necesitemos a Gode para que los disecciones y los explique.

Pero hay cosas que yo considero que han sobrevivido bien al paso del tiempo y que, al representar mucho para mí, también pueden ser importantes y graciosas para otras muchas personas. ¿Debo renunciar a Mecano? ¿A Billy Wilder? ¿A Tom Waits? ¿A dar a concoer autores como Will Eisner, Jack Kirby, Jordi Bernet, Sequeiros, Bernie Wrightson...? ¿A Scapa Flow, Sven Hassel, a Los violentos de Kelly, El desafío de las águilas...?

¿...a Mujeres Desesperadas, que piden referencias a gritos, aunque muchos lectores no sepan de qué hablo?

desperatehousewives.jpg

Cielo santo, ¿están fuera de juego Michelle Pfeiffer, Jodie Foster, Meg Ryan...?
NOOOOOOOOOOOO!!!!

Creo que la solución es encontrar un punto medio...

...o me encontraré situaciones como la de esta mañana, cuando un amigo se ha sumado a la conversación acerca de villanos y referentes.
Le estaba haciendo un resumen de la charla, comentándole la anécdota de MacArthur, y le estaba diciendo que nombres como Patton, MacArthur o Eisenhower tenían que sonar por fuerza a la gente.

Cuando él me contestó que sí, que le sonaba Eisenhower, que era un militar, y que era ALEMÁN, decidí ponerme a buscar el punto medio YA MISMO.

Pienso con humildad: ¿captas tú todas las referencias que incluye Neal Stephenson en el Ciclo Barroco del Criptonomicón? Nop. Tengo que recurrir muchas veces a los libros de historia. Me pregunto: ¿bajará el nivel? ¿Es una putada para mí que incluya tantos datos históricos que ha que diferenciar de lo inventado por el autor... o es un desafío, un reto criptonómico que me ogliga a mover las neuronas?

Mover las neuronas, ejercitar la memoria, aprender, acumular conocimientos, es BUENO.

Nenas_blog.jpg

Punto medio, punto medio.
Equilibrio, equilibrio...
Lo decían en Karate Kid... Oh, vaya, ¿sabe alguien qué es Karate Kid?
SNIFFFFF!


Escrito por Cels McClane a las 02:26 PM | Comentarios (55)

Abril 19, 2005

Habemus, habemus...

Algo va mal...

Papa.jpg

:-)
Gracias a Santiago Botella.

Escrito por Cels McClane a las 08:03 PM | Comentarios (48)

Guerra fría

Hace algunos años, un amigo de la profesión, también aficionado a los símiles cinematográficos, comparó mi relación con Antonio Martín con Jinete Pálido y Los Intocables.

Por una lado, me veía como el típico buenazo Elliot Ness llevando mi cruzada personal contra Al Capone (siento decepcionar a los que esperaban un símil con el alcohol de por medio, jurl, jurl). Y, claro, Ness la cagaba en varias ocasiones, y al final no se sabía si el intocable era yo o Martín.

Por otro lado, estaba el enfrentamiento en plan western psicológico, donde mi amigo me veía como el predicador con pocas ganas de gresca pero que se veía obligado por la situación a enfrentarse al terrateniente y sus carceleros (era una broma acerca de Manuel Barrero, pero no recuerdo a qué venía).

palerider02.jpg

La cuestión es que, en este tema tan peliagudo, soy un poco bala-perdida, porque siempre he intentado zanjar públicamente la cuestión y siempre volvía a liarla, al menos hasta que Gloria se puso dura y consiguió lo que nadie había logrado: tenerme apaciguado. Hay mucho de Patton en la reacción a las polémicas que surgen cada cierto tiempo y debería dejar de hacer caso a todo ello porque aquí, en Internet, todo el mundo puede decir de todo, por muy aberrante que sea, incluso Martín...

Pero hace unos días, ese amigote y yo volvimos a retomar el contacto por razones profesionales (predijo mi bisabuela, una bruja adorable, poco antes de morir, que a los 35 años iba a estar más ocupado que en toda mi vida, que, profesionalmente, iba a ser mi mejor año, y acertó de lleno; acertó demasiado).
Mi amigo se puso muy serio conmigo y me dijo que tanto yo como mis defensores a ultranza debíamos dejar de liarla, que Martín ya se había llevado su merecido, que aunque públicamente todo era respeto y admiración, dentro de la profesión había corrido, y mucho, la verdad sobre las putadas que ese hombre había hecho a mucha gente.

La guerra fría debía concluir. Ya no es divertido meterse con Antonio Martín.

Y, preguntó: "de verdad, tío, ¿por qué, si todo el mundo sabe lo que hizo Martín, sigues dando vueltas al tambor del revólver de Clint Eastwood?".

Piensas, joder, es verdad: si me hubiera podido putear de verdad, todavía tendría razón para odiarle y seguiría echando mierda encima de él; pero, bueno, soy el único que, enfrentándose abiertamente a él, ha ganado el combate.
Sólo recordar la cara que se le quedó (la de Leslie, el de Liberty Meadows) cuando me dijo que no me renovaba el contrato y que conque no volvía al día siguiente, que ya hablaríamos cuando yo regresara de Argentina, y entonces le dije que no, que se había aplazado el viaje dos días (ouch, me había olvidado de decírselo) y que estaría CUARENTA-Y-OCHO-HORAS todavía allí salvando mi culo, joder, eso ya es un premio (la culpa la tienen los tickets de comida, señor Martín, que no llegaban, y se destapó toda la estrategia-despido-corporativo, así que hizo usted el ridículo ante la empresa y, por extensión, ante el mundillo en el que trabajamos).

No me afectan las mentiras que escribe. No me afecta su presencia. No me molesta que haya gente que le siga incondicionalmente, negando casi con fanatismo que ese hombre haya podido causar daño moral a nadie...

"¿Entonces?", preguntó mi amiguete.

Pues entonces... paso de todo menos de dos cosas; paso de TODAS las putadas que me ha hecho a mí y a otros, pero: quiero que Antonio Martín me pida perdón por haber mentido acerca de mí a Carlos Giménez y Jesús Cuadrado.

Hop!
Nada más.

El muy manipulador intentó ponerlos en mi contra en los Salones de Barcelona y Madrid, en dos situaciones distintas, en dos comparecencias.
Fue un acto vil y muy sucio, y eso no es fácil de perdonar. Admiro a Carlos Giménez, respeto a Jesús Cuadrado (aunque tengamos nuestras diferencias), así que cuando Martín vea la luz, se le aparezca la virgen o quiera purgar sus pecados y se disculpe públicamente, dejaré de meterme con él cada vez que él se meta conmigo. Sólo entonces.

Si alguna vez me comporto como un capullo, que sea por méritos propios. Si la cago en algo, que sea por mi culpa. Pero nunca voy a aceptar que la gente tenga una idea equivocada de mí por obra y gracia de Antonio Martín.

Y, señor Martín, todo el mundo sabe lo que sucedió después de lo de Cuadrado, cuando quiso cargarme el muerto; sí, el otro ridículo que hizo, lo de la grabadora encima de la mesa y el interrogatorio en plan policía política...

Como véis, el enfrentamiento Martín-Piñol está fundamentado.

Si desea pedir perdón, pídalo mejor de rodillas, a la altura de mi hija, para que, mientras, pueda decirle a la niña que éste es el señor que quiso joder a papá y al que el karma le jugó una mala pasada. Anda, cariño, tírale del bigote, que ya no muerde...

*********

Hay una cosa que sí intrigraba a mi colega: todo el mundo de mete conmigo, con Cuadrado, con Dolmen, con Norma, con Planeta, con los traductores, con los packagers; todo el mundo ataca a todo el mundo, pero, a pesar de haber causado mucho daño durante muchos años, nadie se atreve a tirarle en cara cosas a Antonio Martín, al menos públicamente.
¿Por qué?
Reconozco que es un gran estudioso, alguien pelín venerable, pero, ¿por qué dejar que se salga con la suya?

Sería fantástico que la gente que me advirtió de lo que estaba haciendo Martín en los Salones, lo de Giménez y Cuadrado, ahora saliera en mi defensa y corroborara mis palabras, pero eso nunca ha sucedido.
Nunca llega la caballería, una verdad que nadie pudiera cuestionar.

Es su palabra contra la mía.

Mi amigo dijo: "¿Y quién es ahora Antonio Martín? ¿Por qué malgastar balas?"

Y yo pensé: "Es cierto".

No hay nadie intocable. Se ha demostrado. Jackpot.
Aaaaarf, qué aliviado se queda uno.

untouch.jpg

Por lo tanto, intentaré enfundar el Pacificador otra vez y dedicarme a currar porque, ahora, estamos s-a-t-u-r-a-d-o-s.

Mi amigo, antes de volver a su búnker/zona de trabajo, dijo algo que quizás también me haga entrar en razón: "Enfrentándote a Antonio Martín hiciste magia, nen. Con eso te ganaste el respeto de mucha gente. No te desacredites ahora forzando la máquina y pisoteando a un enemigo caído".

¿Debería escucharle?

La vida no es una película. A veces, es peor.
Siempre nos quedará Freddy...

I'ts a kind of magic...

Escrito por Cels McClane a las 03:45 PM | Comentarios (39)

Abril 14, 2005

Photos

Hemos estado haciendo sitio, mucho sitio, en la oficina porque tenemos que aparcar el Batmóvil, y han aparecido, como siempre, toda clase de recuerdos de entre las cajas de cómics, los sobres con originales y los sacos de munición...

Ha estado bien, ha sido como encontrar el Grial, porque algunas de las fotos que han aparecido me han transmitido una "buena onda" cojonuda,
como diría cierto amigo argentino.

Por ejemplo, una con Sergio Aragonés, en la Redacción de Forum de la calle Muntaner, año, no sé, ¿1989?...

Sergio.jpg

...y otra con José Enrique Machuca y Pepe Díaz, the Passive Team, en Granada, la noche que me ataron a una silla con mi bufanda para que no pudiera escapar y volver al hotel (por mi propia seguridad, claro).

Grana.jpg

Citando al eminente capitán James T. Kirk, "de todos los seres que he conocido durante mis viajes, estos no sólo eran algunos de los más humanos, sino también algunos de los que más amabilidad, optimismo y buen humor contagiaban a quienes los rodeaban".

Nada , cursilerías... Son recuerdos. Buenos recuerdos.

Escrito por Cels McClane a las 07:47 PM | Comentarios (21)

Abril 12, 2005

No hay que menospreciar a las personas pequeñas.

Ayer, Natalia descubrió (o se lo enseñó algún colegote de la guardería, algún mutante tipo Bobby Drake) que si se tira agua en el suelo, resbala mejor y los trompazos son más espectaculares, y puedes llevarte más cosas por delante, y papá te presta más atención, y papá está muy gracioso con la fregona... y papá ha cronometado a Natalia y sabe que cada 11/13, minutos, Natalia llama la atención de alguna forma!!!!!!!!!!!!!!!!!

Ayer, Natalia resbaló con el agua y aterrizó sobre su párking en miniatura, el juguete de moda. Imaginad a Galactus y media chocolatina semi-derretida precipitándose sobre un edificio de tres plantas.

parking.jpg

Galactus ni se inmuta. Ni se le arruga la ropa. Al contrario, lo encuentra divertido. Pero el párking... SE DESMORONA.

Por enésima vez, fui a montarle el párking. Y recuperé con vida la chocolatina, que había quedado aplastada ente la primera planta y el surtidor de gasolina, pero Natalia decidió que era igualmente comestible, me la quitó de las manos y siguió masticando.

En un momento tierno, una vez montado el párking que, por la mirada de mi hija, iba a durar en pie dos minutos más, le dije:

"Aaaaaaaaaaaaah, ¡ya está montado! ¿Qué ibas tú a hacer sin papá, guapísima?".

Y ella, tras pensarlo durante dos bocados de chocolate, contestó super convencida:

"Mama".

..............?????????????

Esta niña me asusta por su lógica.

Lo dicho. Están preparados para todo.

Escrito por Cels McClane a las 03:11 PM | Comentarios (26)

Abril 11, 2005

Congratulations

Una felicitación y un saludo a la tripulación de la NCC Planeta-DeAgostini por ser los nuevos encargados de la publicación de DC Comics en España.

Larga edición y prosperidad.

DC.jpg

Cierto, no había que perder de vista ese párrafo del Juramento de los Green Lantern Corps que rezaba: "recordad a Hal Jordan pero, sobre todo, recordad lo que dijo aquel general en Corregidor".
:-)

Escrito por Cels McClane a las 01:29 PM | Comentarios (18)

Abril 06, 2005

Conflictos de identidad

Según va creciendo, cada vez me da más la sensación de que Natalia ha pasado una temporada en casa de (Kill) Bill, jugando con B.B. Kiddo, aprendiendo técnicas de combate y artes marciales, porque su poder destructivo aumenta en progresión geométrica a su ingenio.

En el foro de Dolmen se lió la de Dios cuando colgué las fotos de Natalia destruyendo y rediseñando con Plastidecor los contenidos de la revista; ouch, parece ser que tengo un sentido del humor que no conecta con ellos, así que le he dicho a mi librero de confianza que gracias, que no hace falta que me lo regale más, y así salvaré un ejemplar de caer en manos de Natalia...
Si he ofendido a alguien, lo siento.

Nat-2005.jpg

Depende de la importancia que cada persona le dé al papel impreso: Natalia recorta, colorea, rompe, redibuja, pisa, "estripa", arruga todos los cómics de Fanhunter que pilla a mis espaldas y, bueno, aprovecho para enseñarle a manipular el papel con un poco más de gracia...
Son cosas que pasan cuando tienes niños.
:-)

Hablando de colorear y dibujar: Natalia empieza a pedirme que le dibuje cosas; a veces me llevo el trabajo a casa y dibujamos juntos, o ella se pone a pintar mientras yo aporreo la PS2 y el Resident Evil 4... Y me pone en compromisos: me pide que le dibuje coches, aviones, caballos, perros y trenes.
Yo, errrr, bueno, me considero un dibujante experimental, de la escuela independiente, que dibuja las cosas como las ve, no como son... Y sospecho que Natalia empieza a notarlo, porque, por ejemplo, me pide una silla, yo se la dibujo, ella mira lo que he hecho, luego me mira a mí, y me dice que no, que no quiere "eso", que quiere una silla...
:-(

No sé que haré cuando me pida que le dibuje, no sé, un teléfono... o una mano con CINCO dedos!!!!!
Le supliaré a Carlis que se venga a Barnacity y me haga de canguro/institutriz/sargento de instrucción/dibujante-que-sabe-dibujar-cosas para que Natalia no tenga una versión ilustradamente distorsionada de la realidad...

Pero Natalia también puede estar confundida, o es una farolera, o empieza a torearme. Ejemplo, primer conflicto de identidad: Natalia dice que es un nen (niño), no una nena (niña). Sabe que yo soy masculino, y su madre es femenina; sabe perfectamente que George Clooney es un señor, que Meg Ryan es una señora, y que Boy George es un chico que se pinta y lleva sombreros (todavía no ha entrado en contacto con Divine, algo que será más difícil de explicar), entre otros ejemplos de disparidad y variedad sexual...
Pero ella le dice a su iaia, a su prima, a nosotros y en definitiva a todo el mundo que "sóc un nen" (soy un chico).

Gloria ya había concertado una visita con el padre Merrin para realizar un exorcismo, sospechando que yo le habría inculcado a la niña algún tipo de ideología pro-marine, pro-tropas del espacio o pro-Jet Li, o que la habría intoxicado con demasiado cine bélico, en lugar de feminizarla con capítulos de Sexo en Nueva York, Mujeres Desesperadas o Candy Candy.

Ayer por la noche, terminado el primer tomo de daimonions y recreándome la vista con el último libro de Powers, empecé a reflexionar sobre la inquietudes de Natalia, y llegué a pensar que quizás sí, que jugábamos poco a muñecas (ayer por la tarde, sin ir más lejos, fue glorioso: Blancanieves Ripley y una escuadra de siete enanitos marines coloniales a sueldo de la Weyland Yutani descendieron hasta el nivel 4 de debajo de la cama en busca de gusyluz Newt que había sido abducida por una familia de aliens red necks formada por Lupita, Shrek, Pooh, la ardilla de Ice Age y soldados Comanboys, y lograron su misión tras lanzar un ataque sorpresa con los incineradores y replegarse por escuadras hasta el armario, donde un Bishop mapache de peluche los recogió con el camión comprado en los chinos) y sí jugamos demasiado a coches que se estrellan en plan Mad Max en el páramo del pasillo...

Ripley.jpg

Pero no.
NO es culpa mía.
Lo sé.

Fue también ayer cuando recordé una conversación que mantuve con Natalia hace más o menos una semana, y coincide con el inicio de la campaña "soy un niño, dadme un arma" que tanto asustaba a Gloria.
Natalia se acecó a la mesa donde estábamos comiendo mi mujer y yo. Como siempre, cual tiburón, fue trazando círculos hasta llegar a la lata de Coca-Cola.

NATALIA: Quiero Cocola.

PAPA McCLANE: Nooooo, Natalia. Las niñas no beben Coca-Cola.

Silencio. Natalia razona. Y suelta algo de una lógica aplastante.

NATALIA: ¿Y los niños?

Ante esta respuesta, y al no estar todavía acostumbrados a los progresos cognitivos de Natzilla, a Gloria y a mí nos dio la risa tonta durante un buen rato.

Pero...
...no contestamos a su pegunta.

Por lo tanto, ella áun relaciona ser un niño con la posibilidad de beber Coca-Cola.

Coke.jpg

Yo, por si acaso, he empezado a comprarle vestiditos rosa que cuelgo en el armario, para darle un toque femenino.
(Aunque los monos de camuflaje estilo piloto de helicóptero de combate los sigo guardando en los últimos cajones, debajo de los pijamas, para ponérselos cuando su mamá esté de viaje).

;-)

Escrito por Cels McClane a las 12:19 PM | Comentarios (40)

Abril 05, 2005

Pobreza y caridad

Ayer por la noche, en plena lectura repleta de daimonions, ya en la cama, recibí un mensaje en el móvil:

"Esta noche, a las 12, concentración delante de la catedral para pedir a Dios que resucite al Papa y podamos ver más cosas en la tele. Pásalo".

Si hubiera sido un E-Cristiano, seguramente me habría dado un patatús y me habría puesto en contacto con la FAES para denunciar un complot izquierdoateognóstico contra la Conferencia Episcopal y contra toda la cristiandad, y habría montado una jihad, uy, perdón, buf... una cruzada mediática a la medida de esta agresión a nuestros pilares religiosos...

Pero, claro, sólo soy un cristiano a secas; y el mensajito me hizo gracia.

Y piensas: oye, que sí, que se están pasando un poco con tanto Papa, tanta procesión de gente y tantos comentarios de presentadores que no dicen absolutamente nada.

Juan Pablo II se lo curró, eso está claro. Y resistió en el púlpito hasta el final. Chapeau.
Pero suceden otras cosas en el mundo.

Muere más gente en el mundo.

Desde hace poco están emitiendo en algunas cadenas de televisión un anuncio creado por la organización Make Poverty History, donde famosos del mundo del espectáculo chasquean los dedos cada tres segundos, porque cada tres segundos muere un niño a causa del hambre y las enfermedades en el (tercer) mundo.

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Es una anuncio sobrecogedor.
Deberían programarlo después de cada conexión con el Vaticano.

Mejor aún: si yo fuera Papa, prepararía una jugada maestra para después de mi muerte, como broche final de mi pontificado, acogiéndome a los votos de POBREZA y CARIDAD que tanto me han inculcado desde el seminario.

Dejaría muy clarito en mi testamento dos cosas: a) que me enterraran sin tanto fasto ni cobertura mediática, que, en una demostración de humildad cristiana, se me dedicara una misa (lo gorda que sea necesaria) y que luego me dejaran reposar en un discretito mausoleo, en una ceremonia lo más sencilla posible; y b) que todo el dinero que iba a invertirse en macro funerales, cobertura mediática, seguridad, escenografía, viajes de invitados al entierro, ETC, se dedicara a obras de caridad para espaciar mucho o del todo el sonido de esos chasquidos que marcan la muerte de un niño.

De hecho, aconsejaría a mis fieles que no se gastaran el dinero en tomar mdios de transporte y venir a ver mi cadáver y a sacarme fotos en mi lecho de de muerte, sino que atesoraran tanta devoción y expresaran su pésame por e-mail y destinaran el dinero del viajecito a ayudar a salvar vidas.

Pero, claro, la curia no ha visto Las sandalias del pescador.
:-)

Triste.

UNO

DOS

TRES

CLAP!

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UNO

DOS

TRES

CLAP!

....

Escrito por Cels McClane a las 10:23 AM | Comentarios (36)

Abril 04, 2005

Descartes de la novela (6)

OPERACIÓN TOPO

Berlín. 30 de abril de 1945.

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Se conocieron en Remagen el 7 de marzo de 1945. El general Patton había encontrado un puente intacto en su imparable avance hacia Berlín. Cuervo supo que podría confiar en ellos.

El doctor Jones era un profesor de universidad y arqueólogo temerario que había destacado en un par de acciones realizadas más allá del cumplimiento del deber. Saltó sobre Europa con la 101 Aerotransportada el Día D. Fue uno de los primeros soldados que se desmarcó de la Operación Yunque para unirse a la Segunda División Blindada de Leclerc y marchar sobre París. Entró en la ciudad formando parte de una operación encubierta dos días antes que el resto de las tropas francesas, inglesas y norteamericanas. Consiguió llegar hasta el Hotel de Ville y entrevistarse con un antiguo conocido suyo, el general alemán Dietrich von Cholditz, comandante en jefe del Gran París, al que había conocido antes de la guerra en Egipto, un amante del arte, la historia y gran coleccionista de “objetos raros”.

Hitler había ordenado a Cholditz que “París debía caer en manos del enemigo, si no es reducida a un montón de escombros”. Obras de arte, monumentos y edificios históricos habían sido embutidos de explosivos. Jones y Cholditz estuvieron de acuerdo en que a Hitler ni caso, que se le había ido la pelota definitivamente. Fue entonces cuando el doctor Jones, vestido de artificiero de la wehrmacht, en una noche frenética, desactivó todos los detonadores que amenazaban con hacer realidad los sueños pirómanos del tío Adolf, por si a algún suboficial demasiado obsesionado con obedecer ciegamente al Reich se le pasaba por la cabeza “iluminar” la Torre Eiffel con dinamita o volar por los aires el Louvre, aunque nunca llegara la orden directa de Cholditz.

La orden de “quemar París” llegó de Berlín, pero nunca se cumplió y, por su parte, Jones intercedió por su amigo ante las tropas de liberación cuando se aproximaban al Hotel de Ville y su colega Cholditz pudo rendir la ciudad con la conciencia tranquila.

El otro miembro del equipo, el capitán Nicholas Rock, podría fabricarse un chaleco antibalas con el metal de todas las medallas que había ganado durante la guerra. Desembarcó en Sicilia, ascendió hasta Montecasino, chapoteó en Normandía, cruzó el Rin en bote hinchable cuando participó en la Operación Market Garden, sufrió congelación en Bastogne y rechazó un ascenso que le apartaría de primera línea en las Ardenas. Le hirieron catorce veces y se dice que sus hazañas llegaron a oídos del mismísimo general Patton, quien le visitó en un hospital de campaña en Holanda y le regaló una biografía de Alejandro el Grande y uno de los libros de bocetos del recluta Jack Kirby, la única cosa que el general adoraba más que a sus Colt, su perro, su biblia y su ego.

Era otro general, Omar N. Bradley, quien recurría habitualmente a este veterano de la Easy Company cuando el ejército preparaba operaciones encubiertas, la mayoría de ellas de carácter casi suicida y que, oficialmente, nunca tuvieron lugar: la recuperación de un tren cargado de obras de arte propiedad de museos franceses que Hitler quería utilizar como elementos decorativos de su chaletito en Baviera; adiestrar y dirigir un grupo de convictos para volar por los aires un puticlub-casino en Bélgica con todos los oficiales alemanes que habían ido a pasar el fin de semana en su interior; despeñar desde una montaña dos cañones gigantescos y media guarnición en Navarone; desbaratar una conspiración con el objetivo de asesinar a Winston Churchill en Inglaterra; infiltrarse en un castillo nazi en los Alpes con la misión de desenmascarar a un espía alemán y utilizar sus dotes de camorrista y experiencia en los bajos fondos de Chicago con el fin de “conectar” con la Mafia siciliana y convencerlos de que se armaran y ayudaran a los aliados a patear el culo de Benito Mussolini.

Alejo Westmoreland “Cuervo” había reunido de nuevo una gran fortuna. Era copropietario de dos empresas armamentísticas y tres astilleros que dotaban de material bélico de última generación a las tropas de los Estados Unidos. En Remagen ofreció la posibilidad a Jones y a Rock de unirse a una complicada incursión tras las líneas enemigas. El primero, al conocer los pormenores de la misión, pidió quedarse con algo que seguramente encontrarían en su destino. El segundo, bastante más pragmático, se ofreció a trabajar por un porcentaje que le permitiría comprarse una isla caribeña donde descansar después de la guerra. Si todo salía bien, Alejo se disponía a cerrar el negocio de su vida (si dejamos de lado La Invasión).

***

Mediodía. Nos encontramos cerca de una de las puertas laterales del búnker de la Cancillería del Reich. Ruinas, explosiones, disparos, edificios que se derrumban bajo el fuego de la artillería rusa, que se encuentra a menos de un kilómetro de distancia.

Los aliados orientales y occidentales se han encontrado en el Elba. La mitad del Estado Mayor ha desertado o está traicionando a la otra mitad para salvar el pellejo. Un millón y medio de rusos se ciernen sobre el último reducto del Reich. Al otro lado de la ciudad, las tropas norteamericanas avanzan imparables, cabreados por lo mal que lo han pasado en las Ardenas (una contraofensiva alemana por delante y el látigo de Patton por detrás). La resistencia alemana se limita a unos pocos ancianos y niños reclutados ya en plena prórroga...

En Europa, el partido está a punto de terminar.

Cuervo, Jones y Rock llevan uniformes de las SS, proporcionados hace pocas horas por el arquitecto Albert Speer, que a cambio de un salvoconducto que le permita llegar hasta las líneas occidentales para entregarse, también les ha dado el mapa del interior del búnker (fue remodelado por él hace un par de años, cuando los bombarderos aliados se aproximaban demasiado a la capital).

A Jones le queda mejor el uniforme que a sus compañeros: ya se había “disfrazado” de oficial alemán antes de la guerra, durante una visita con su padre a Berlín. El profesor de universidad trabajaba a tiempo parcial como aventurero y buscatesoros. Asegura que consiguió un autógrafo de Hitler, pero no simpatiza con él. Jones odia a los nazis.

Alejo también. Ha visitado los campos de concentración de Dachau y Treblinka después de su liberación. Miles de años de experiencia le han convencido de que los humanos pueden ser terribles con los de su especie. Aún así, no estaba preparado, no podía imaginar lo que iba a ver allí. Quizás fue por eso por lo que aceptó la misión.

JONES (escondiendo una parte del látigo que asoma por debajo de la casaca; lo lleva porque dice que le trae buena suerte; Rock lleva la habitual pata de conejo dentro de la bota y Cuervo una Luger 9 milímetros Parabellum porque no cree en fetiches): Antes de entrar, querría formular una pregunta: sé que si nos capturan los alemanes y descubren que llevamos uniformes enemigos, cosa no muy difícil porque todos hablamos alemán con acento de Kansas, nos fusilarán inmediatamente y luego seguirán preparando sus maletas. ¿Pero qué pasa si nos capturan los rusos llevando uniforme alemán? ¿También nos fusilan?

ROCK: Buena pregunta.

CUERVO: Eso no ocurrirá. Entraremos y saldremos antes de que rompan las defensas del zoo (reflexiona un momento). Ejem, de todas formas, si se diera el caso, dejadme hablar a mí. Alguna cosa sé decir en ruso… Depende del estado etílico en que se encuentren.

ROCK: ¿Estado etílico…?

JONES: Quiere decir que depende de lo borrachos que estén. Según la cantidad de vodka que hayan ingerido, no serán capaces ni de entender su propio idioma.

Cada vez que oyen un pitido, se agachan pegados a la pared, agarran fuertemente los subfusiles Schmeisser MP40 y esperan a que se produzca la detonación. Cuando la puerta que buscan queda a la vista, divisan un cuadrilátero de sacos. En su interior, cinco cabezas asoman demasiado. Los cañones de los fusiles buscan nerviosamente un objetivo. Cuervo se incorpora, hace una señal con la mano para que sus compañeros permanezcan agazapados. Respira hondo y corre hacia la posición alemana gritando en alemán. Las cinco cabezas se giran hacia él. Por suerte, nadie aprieta el gatillo.

Cuervo salta por encima de los sacos y cae al interior. Los cinco heroicos defensores son chavales de no más de quince años, asustados, temblorosos, pálidos, cubiertos de ceniza y barro. En ese momento, Cuervo odia la guerra, odia a los mandos militares que permiten que estos cinco niños se queden atrás con la orden de luchar hasta el final. En su papel de observador alienígena, según lo que ha aprendido en su planeta de origen, los conflictos y las epidemias a gran escala equilibran la balanza demográfica, evitan la superpoblación. Esa teoría le parece ahora una mierda. Nunca antes había intervenido físicamente en una guerra, ni compartido el sufrimiento y la vejación a la que son sometidas las víctimas.

Por un momento, Cuervo piensa en vender el puto planeta y largarse Vega; si se da prisa, todavía podría montarse en las emisiones de televisión que salieron disparadas en esa dirección durante los Juegos Olímpicos.

CUERVO (en alemán): [¿Quién está mando?]

SOLDADO (haciendo un esfuerzo por cuadrarse, lo que es difícil estando de rodillas; tímidamente levanta la mano para saludar hitlerianamente, pero sabe que si saca la mano más de lo debido, un francotirador puede arruinar su incipiente carrera de pianista): [Usted, Oberleutnant]

CUERVO (fugazmente estudia sus galones; le han dado un uniforme de teniente; eso significa que cuenta con bastantes posibilidades de que le obedezcan): El ejército ruso ha atravesado nuestras defensas en el sur. Se aproximan al búnker. El Generalleutnant Burgdorf ha ordenado a las posiciones de defensa exteriores que rindan las armas. Nosotros… Errr, nosotros los oficiales protegeremos el búnker, nos quedaremos con el Führer…

El quinteto casi se pone a llorar al unísono. Les cuesta unos segundos, pero ante la presencia del oficial de las SS, sueltan las armas y se quedan mirando al Cuervo. Las ráfagas de ametralladora que barren las calles cercanas y el fuego de mortero les han convencido de que las órdenes que transmite el teniente son correctas. De hecho, es lo más sensato que han oído desde que la wehrmacht los reclutó en los túneles del metro, donde se ocultaban con sus familias. Lo que no saben es que esos túneles han sido inundados y que seguramente los cuerpos sin vida de sus parientes flotan en dirección al río Spree.

Cuervo se dispone a volver con sus compañeros. La artillería le ha cogido ritmo al bombardeo y las explosiones suenan cada vez más seguidas, cada vez más cerca. Un poco más de alegría y se marcarían un ragtime. Apoya la rodilla sobre los sacos y se gira para saludar. La moral baja hasta el subsuelo: los cinco chicos se han quedado inmóviles, mirándolo; dos se han abrazado. El más decidido, uno que parece estar rezando en voz baja, levanta un dedo como si esperara turno para intervenir en el colegio, deja de susurrar oraciones y habla tartamudeando:

SOLDADO: [Herr Oberleutnant… Por favor, antes de que se vaya… ¿Cómo se hace para rendirse?]

Cuervo resopla. Desde la pared del búnker, Jones y Rock le dedican gestos de impaciencia. Qué demonios… Agarra un fusil Mauser del suelo, le cala la bayoneta, saca un pañuelo blanco de su pantalón, anuda dos extremos a la cuchilla y se lo entrega al soldado que tiembla menos.

CUERVO: [Caminad despacio, un metro de distancia entre cada uno. Corred sólo cuando haya amenaza de fuego de artillería, mortero o francotiradores. Manos alzadas. Agitad el fusil con el pañuelo de forma visible. Siempre hacia el oeste. Si podéis evitarlo, no os rindáis a los rusos. Nada de pasar por Alexander Platz, la estación de Postdam o el puente de Halle. Al oeste, siempre hacia el oeste. Suerte, chicos.]

Cuervo regresa a la parte lateral del búnker mientras los cinco soldados arrastran sus uniformes dos tallas más grandes hacia una zona más segura. Jones y Rock le increpan, pero es imposible escucharles. Las explosiones son ahora ensordecedoras. No importa, acaba de comprobar qué quieren decir los humanos con lo de “tener la conciencia tranquila”. Extrae una enorme llave de su casaca y la introduce con dificultad en la cerradura de seguridad del búnker. Un obsequio extra de Speer.

CUERVO: Tranquilidad, caballeros. Paso marcial rápido y seguro. Mirada de desdén hacia otros cuerpos del ejército, aunque sean oficiales. Somos de las SS, somos unos hijos de puta y hay que demostrarlo.

Sin esperar confirmación, abre la puerta, acceden a un descansillo bien iluminado. No hay guardias. El puesto de vigilancia ha sido abandonado a toda prisa. Papeles por el suelo. Paredes y suelo de hormigón. Una garita inmaculada. Teléfono descolgado, taza caída sobre una silla, café derramado, todavía caliente. Una puerta junto a la garita. Rock, en un acto reflejo, levanta el arma. Cuervo le dirige una mirada inquisidora: estamos en territorio “amigo”. Jones se adelanta y abre la puerta.

Dentro hay de todo menos tranquilidad, pasos marciales y seguridad: ante ellos, un pasillo que desemboca en una enorme sala de la que surgen varios pasadizos. Soldados quemando documentos, transportando cajas, descolgando cuadros de artistas italianos, gritando órdenes y pidiendo ayuda. Nadie nota su presencia. Ordenanzas y grenadiers les increpan por molestar en medio del pasillo. Nerviosismo, carreras, pánico.

Cuervo estudia la sala, elige uno de los pasadizos y camina hacia allí. En su misma dirección, es superado entre codazos por dos oficiales de las SS que cargan con una camilla. Sobre ella, un cuerpo carbonizado, que apesta a gasolina, todavía humeante. Los tres infiltrados no dudan y siguen a los oficiales y el olor a barbacoa. Bajan dos tramos de escaleras, apartándose de vez en cuando para dejar paso a oficinistas y secretarias cargados con cajas llenas de papeleo y alguna que otra máquina Enigma.

El segundo tramo de escalera les lleva hasta otra sala peor iluminada, la parte más profunda del búnker. Incluso aquí se notan las vibraciones del bombardeo que azota la superficie. Las paredes son de madera pulida, brillante, impecable. Sillones, un escritorio, una alfombra con esvástica bordada, lámparas doradas y dos arietes teutones tamaño Panzer con uniforme de las SS. Están cerrando una puerta de doble hoja por la que acaban de entrar sus dos colegas transportando al tipo al que han pasado por la parrilla. Se giran y llevan las manos a sus respectivas cartucheras:

ARIETES NAZIS 1 y 2
: HALT!!!!!!!!

Rock placa a uno de ellos y lo lanza contra la pared. Puñetazo en el estómago, golpe de culata en la cabeza, ni siquiera se arruga el uniforme. Jones se abalanza contra el otro, intenta emular a Rock, pero es menos corpulento y sale rebotado hacia atrás: es como cargar contra un menhir. Jones patalea en el suelo, recupera el equilibrio, se pone en pie y se encuentra con la pistola del gigante entre ceja y ceja.

ARIETE NAZI: ALAAAAAAAAAARM!!!!!

Se acabó el sigilo. Cuervo y Rock vacían los cargadores de sus armas sobre el mastodonte de las SS. Lástima de alfombra.

ROCK (da una patada a la mesa de escritorio, la coloca junto a dos sofás, coge las armas de los guardianes, carga la suya, entrelaza los dedos, estira los brazos, hace crujir las articulaciones mientras se despereza, comprueba los cargadores, coge una silla, se sienta, pone los pies sobre la mesa, saca unas cerillas y un puro, lo enciende, se desabrocha el botón de arriba del uniforme y sonríe): Entrad, yo cubro la escalera y esta puerta.

JONES (se incorpora, cabreado, se quita la casaca y el sombrero, jura en una lengua muerta; debajo del uniforme, además del látigo, lleva una camisa blanca semidesabrochada y un zurrón marrón; saca un sombrero de ala estrecha y se lo coloca; quita el seguro a la ametralladora y se aposta en la puerta de madera tras la que se esconde, teóricamente, su objetivo): Tú primero, Westmoreland.

CUERVO (recarga la Luger, consulta el mapa de Speer, asiente a Jones y se da cuenta de que se ha hecho el silencio más absoluto, como si rusos y alemanes hubieran dejado de repartirse metralla y estuvieran pegados a las paredes del búnker escuchando, aguantando la respiración, siguiendo su bajada a los infiernos; la calma tensa antes del festival que se avecina): Recuerda, lo quiero vivo.

Coloquemos la cámara detrás de las cabezas de Jones y Cuervo. Abrimos la puerta con cuidado, aprovechando el lapsus de silencio. La puerta no chirría. Si lo hiciera, el encargado de mantenimiento sería fusilado en el jardín. Imaginad que estáis pasando pantallas en las mazmorras de Wolfenstein. Las salas y corredores del sótano de la cancillería son deluxe: madera de primera calidad, muebles traídos desde Versalles, un cuadro de Federico II al final de un largo pasillo, fotos del Führer estrechando la mano de mandatarios a los que luego iba a declarar la guerra, las hélices del triplano del Barón Rojo colgadas del techo y convertidas en soporte para una lámpara de cristal, habitaciones a ambos lados del pasadizo central, los dos tipos de las SS intentando vestir al cadáver calcinado con un uniforme y un Generalfeldmarschall gritándoles con bastante mala uva:

GENERALFELDMARSCHALL (como aparece poco en el libro, abreviaremos con GENERAL, ¿vale?): [Inútiles, cretinos… ¡¡El cuerpo debía quemarse con el uniforme del Führer puesto!! ¡No sirve de nada vestirlo ahora!]

SS 1 (visiblemente acongojado; en estos momentos, hasta preferiría haber caído en manos de los bolcheviques; para aumentar su desgracia, se queda con una de las piernas en la mano al partirse mientras intentaba ponerle los pantalones): [Lo sentimos, herr Genralblabla. Si quiere, lo quemamos otra vez.]

SS 2 (sudando): [Arriba conozco un operario de comunicaciones que es igualito que el Führer. Si quiere, herr Generalblabla, le decimos que se ponga el uniforme, le disparamos y…]

GENERAL: [¡¡Ineptos, no hay tiempo!!] (gira la cabeza y distingue las figuras de Jones y Cuervo en la puerta) [¡¿Qué hacen ahí plantados?! ¡¡Cierren esa maldita pu…!!

Jones y Cuervo disparan sus armas. Los tres soldados alemanes mueren y el cadáver frito se desintegra. Como para poner banda sonora, se reinicia el bombardeo en la superficie. Polvo y restos de hormigón caen del techo. Jones y Cuervo entran en la primera habitación, el arqueólogo en cuclillas y el fenicio de pie. Cama de hotel de cinco estrellas y tocador con espejo. Eva Braun envenenada en el suelo. Lástima, bonitas piernas. Segunda habitación, izquierda. Bodega, vacía. Comienzan los disparos en el acceso que defiende Nicholas Rock. Ráfagas de ametralladora y sonido de cuerpos que ruedan por la escalera. Rock canta el himno de los marines. Un soldado aparece por la tercera puerta, disparando. Impacta en el brazo izquierdo dCuervo. Es sólo un rasguño. Jones dispara. El soldado cae sobre la camilla en el corredor y levanta una nube de cenizas. Pasan por encima de los muertos, se apostan a ambos lados de la tercera puerta. Cuervo hace una señal de esas tan molonas con las que se comunican los comandos cuando actúan sigilosamente. Jones entra con los brazos muy estirados, apuntando con su Schmeisser. Una especie de cuarto de baño lujoso, bañera tamaño lago Michigan, grifos de plata, pelos en el suelo, un oficial de las SS con peine y tijeras en la mano; sobre la taza del inodoro, Adolf Hitler, bigote todavía sin afeitar, demacrado, mal maquillado, vestido de Marlene Dietrich en El ángel azul, peluca, tacones, medias, expresión de “no es lo que parece”. Jones dispara. El peluquero nazi cae en el lago Michigan. El ministro de propaganda Goebbels emerge entre el agua ensangrentada de la bañera al no poder aguantar más la respiración. Intenta apartar el cuerpo del peluquero. Caen al suelo cuchillas de afeitar y frascos de jabón. Piernas a medio depilar. Jones distingue otro vestido de mujer escondido entre toallas. Comprende: disfraz, fuga. Reconoce al ministro de propaganda y gasta sólo un cartucho en él.

Adolf Hitler intenta ponerse en pie, no controla mucho con los tacones y cae de bruces. Jones no puede resistirse a soltar una chorrada, como en los cómics del Capitán América de Simon y Kirby: “Heil, capullo”. Aguantándose la risa, deja inconsciente al Führer de un puñetazo. El espectáculo que queda cuando se le sube la falda del vestido es muy poco decoroso. Más disparos en la entrada.
Clonc-clonc-clonc.
Una granada que baja por las escaleras, rebotando como una pelota de tenis. GRAN EXPLOSIÓN. Todo tiembla. Por un momento, silencio en la entrada. Luego, un rugido. Un juramento. Rock vuelve a disparar. El tío aguanta lo que le echen. Cuervo entra en el lavabo. ¡Ouch!, la cuerda y la mordaza las tiene Rock, y ahora está ocupado defendiendo el perímetro. Ve el látigo colgando de la cintura de Jones. Da un tirón, lo desprende y ata las manos a la espalda de Hitler. Jones sale. El ruido de disparos crece. Se acercan. Cuarta puerta, derecha. Estación de radio, mesa de trabajo, pasaportes falsos para Fräulein Lehmann-Willenbrock y Fräulein Ullman. Han intentado borrar el bigote de Hitler con una cuchilla. Fatal. Vuelve al corredor. Al fondo, otro oficial sale corriendo, abrazado a varios objetos que parecen valiosos. Jones dispara su penúltima ráfaga. Candelabros y joyas por el suelo. El nazi retrocede por el impacto. Se estrella contra el retrato de Federico II. De hecho, lo atraviesa. Salida de emergencia oculta. Cuervo sale del lavabo cargando con Hitler al hombro. Mira hacia la entrada: Rock va de un lado a otro de la puerta, sangrando, disparando desde distintas posiciones para que el enemigo crea que hay más de un tirador. Se gira, ve al Cuervo, indica con la mano que salgan de ahí, pero por algún otro lugar. Él se queda, se lo está pasando bien. Cuervo se dirige a paso ligero hacia el agujero que ha mutilado a Federico II de cintura para abajo.
¡¡¡¡BLAM-BLAM-BLAM!!!!
Disparos a su izquierda. De una puerta surge Jones. En una mano, la Schmeisser todavía humeante; en la otra un palo de madera delgado y largo; no, no es un palo, es una lanza. La lanza de Longinos. A Jones le chiflan estos artilugios.

JONES: ¡Ya tengo mi parte del botín! Increíble: la utilizaban para colgar cortinas.

CUERVO (señalando la poco respetuosa perforación en el cuadro de Federico el Grande): ¿Has visto esto?

JONES: Sí, una salida de emergencia. Figuraba en los planos de Speer, pero no podíamos confirmar si la habían tapiado. Tú primero, voy a buscar a Rock.

CUERVO: Negativo. Dice que se queda.

Los secuestradores observan el final del corredor. Humo, chispas, astillas de madera, llamas. No oyen disparar a Rock, pero sí su grito de guerra de quarterback de los Kansas City Chiefs y fuertes pisadas escaleras arriba. Se le ha terminado la munición, pero ha empezado a emplear otras armas: cabeza, manos, uñas, dientes.

Cargan con Fräulein Adolf por turnos. Galerías poco iluminadas, cruces con alcantarillas y túneles a medio excavar. Dirección oeste. Aunque no cesan, los estallidos de la artillería quedan más amortiguados. Se han salido del mapa de Speer. Empiezan a sentir el cansancio. Cuervo decide confiar en Jones. Se detiene. Apoya al inconsciente comandante en jefe del Reich en una tubería. Jones le mira intrigado. Cuervo rebusca en su pantalón. Saca una pequeña caja plateada del tamaño de un paquete de tabaco y pulsa sobre la superficie. La caja se despliega en dos partes y extiende una antena. Parece un teléfono.

CUERVO: Jefe Cuervo a Perro Rojo. ¿Me recibes? (Estática) Jefe Cuervo a Perro Rojo, ¡¡contesta!!

TELÉFONO: (Estática) …muy bajo!!!! ¡¿Dónde se encuentra, Jefe Cuervo?! (Estática).

CUERVO: ¡¡Hemos variado la ruta de escape!! ¡El conejo está en el saco! ¡Repito, el conejo está en el saco! ¡Elegida otra salida para fugas inmediata! ¡¡Repito, abortada salida por búnker!! ¡Nos dirigimos por el subterráneo hacia el oeste! ¡Triangula nuestra posición y ven a buscarnos! ¡Desde aquí veo una escalera que debe de subir hasta la calle…! ¡Asegura el perímetro y da la señal!

TELÉFONO (se escucha el ruido de un motor poniéndose en marcha): ¡¡Recib… (estática), voy para allá!!

Cuervo mira a Jones, que intenta no poner cara de incredulidad. Luego, el arqueólogo levanta las manos, sin soltar la lanza.

JONES: Tranquilo, he visto cosas más extrañas. Eso… ¿Eso es un teléfono, un localizador, un…?

CUERVO: Mejor no pregunte, profesor.

Hitler recupera la consciencia. Cuervo le propina un codazo y vuelve a dormirlo. Deja al Führer con Jones, se cuelga la Schmeisser en bandolera y trepa por la escalera. Diez o doce metros en vertical. Arriba se distingue un agujero redondo, el cielo gris, humo. La tapa de la alcantarilla ha sido arrancada, se supone que para construir barricadas. Asoma la cabeza hasta que sus ojos quedan por encima del nivel del suelo. Escombros, cuerpos sin vida, edificios en ruinas, vehículos carbonizados o todavía en llamas. Ruidos de disparos en la lejanía. No alcanza a ver el nombre de ninguna calle. No sabe si se encuentran bajo el barrio de Tiergarten o en Kreuzberg, ni tampoco qué bando ni qué facción de cada bando controla la zona.

Sirenas. Una furgoneta con insignias nazis en los laterales y banderas de la cruz roja sobre los guardabarros delanteros aparece desde el este, derrapando, llevándose por delante un piano, maletas y varios armarios que alguien había dejado en plena calle. Frena a pocos centímetros de la cabeza dCuervo. Se abre la puerta del conductor y desciende Killer Dog, quitándose los pantalones de camuflaje de la wehrmacht y dejando al descubierto un mono de trabajo de tanquista norteamericano. Dog lleva la cara completamente vendada, la única forma que se le ha ocurrido de camuflar sus rasgos perrunos; llevar todo el día una mascarilla de gas levantaba sospechas, aunque le gustaba el aspecto elegante que tenía cuando además se colocaba un sombrero Stetson de ala corta y una gabardina.

KILLER DOG (saluda militarmente): Hola, jefe. Será mejor que nos demos prisa. Me ha parecido ver una bandera soviética ondeando en lo más alto del Reichstag. ¿Trae a la parejita?

CUERVO (saliendo del agujero y arrancando las insignias nazis de los laterales de la furgoneta; debajo de un flanco se esconde una cruz roja enorme, y una estrella blanca en el otro): No ha sido posible. La Braun había muerto, y el viejo Adolf no planeaba suicidarse, como creíamos; más bien estaba preparando una escapada por la puerta de atrás.

KILLER DOG: Es experto en eso. Tuvo que irse por la puerta de atrás en Rusia, y se dejó medio ejército hecho cubitos en el camino.

CUERVO (agarra una cuerda enrollada de la parte posterior de la furgoneta): No me refiero exactamente a eso. Más bien se trata de un número de travestismo, como esos espectáculos a los que nos invitaban en París antes de la guerra... o aquellas extrañas fiestas de gladiadores negros vestidos de faunos que le gustaba organizar a Nerón el día de su cumpleaños antes de que comenzara a jugar con fuego en casas ajenas. Te perdiste esa época, chico (deshace la cuerda y la va dejando caer por el agujero de la alcantarilla; Killer Dog se encaja un casco yankee y cubre al Cuervo con una ametralladora de posición de gran calibre customizada para disparar impulsos sónicos). Ayúdame a subir el saco de patatas y larguémonos de aquí.

Al día siguiente, la furgoneta está aparcada frente a una sinagoga de campaña en un centro de mando aliado, al oeste de Berlín, zona ocupada por los soldados de los Estados Unidos. Killer Dog ha salido por patas en dirección al sur con la misión de secuestrar a Himmler, que ha sido detenido en un control. Intentaba escapar y pactar con la Cruz Roja. No estaba dotado con la “habilidad” de disfrazarse de Hitler y Goebbels y, por demasiado poco imaginativo, le capturaron al no poder ocultar su sádica sonrisa debajo de un simple parche en el ojo.

Alejo ha sido informado de que una patrulla norteamericana ha encontrado inexplicablemente el cuerpo sin vida del soldado Nicholas Rock en las cercanías del último bastión del III Reich, cosido a balazos, con insignias de las SS y trozos de tela de uniformes nazis entre los dientes, y la cabeza de un oficial enemigo bajo el brazo. Touchdown. Alejo ha decidido que a su familia no le faltará de nada durante los próximos años, y que invertirá todo lo necesario en mejorar el negocio de cría de pollos que los Rock sacan adelante en su granja de Kansas. Enviará a uno de sus consultores de confianza, el coronel retirado Harland Sanders, quien se ocupará de realizar las prospecciones adecuadas y sugerir las formas de explotación más adecuadas.

Alejo Westmoreland “Cuervo” y Henry Jones se despiden ante la sinagoga. Jones ha guardado la lanza de Longinos en un cajón de municiones, junto al látigo.

JONES: Te estoy muy agradecido, Westmoreland. Esta pieza arqueológica debe estar en las manos adecuadas. Por favor, no dudes en llamarme si alguna vez quieres visitar nuestro museo. Te invitaré a cenar a casa. Mi mujer Marion cocina de maravilla y me sentiría honrado de mostrarte mi colección privada de huesos prehistóricos.

CUERVO: Si cuando termine la guerra organizas alguna prospección arqueológica, avísame. Según la zona y según lo que busques, quizás pueda indicarte dónde excavar con precisión (sonrisa).

JONES (absolutamente intrigado, pero comportándose como un profesional; carraspea, le ofrece su mano): Lo tendré en cuenta. Y puedes confiar en mí...

CUERVO (estrechando la mano a Jones): No lo dudo.

Un enorme soldado rubio se acerca a ellos con paso firme. Lleva un uniforme de capitán y a su espalda, a modo de mochila, cuelga algo con forma de escudo cubierto con un impermeable del ejército.

JONES: Ah, te presento al capitán Rogers. Fue alumno mío en la Universidad, cuando todavía era un chaval enclenque y debilucho (Jones propina un codazo amistoso a Rogers en el estómago; suena como si golpeara una placa de acero). Ya ves, un poco de autodeterminación, una dieta equilibrada, mucho ejercicio físico y ahora trabaja para el gobierno norteamericano. Él me acompañará hasta el campo de aviación. Se habría unido a nuestra operación, pero le necesitaban al norte del Elba, donde ha tenido que desmantelar las bases de lanzamiento de las V2.

ROGERS (en posición de descanso; habla como si leyera un discurso): Señor Westmoreland, los Estados Unidos de América le están muy agradecidos por los servicios prestados y por la ayuda prestada al doctor Jones.

CUERVO: Algún día, los Estados Unidos de América tendrán que devolverme el favor.

ROGERS (cogiendo bajo el brazo la enorme caja de municiones que contiene la lanza, obviando la socarronería de El Cuervo y pasando por alto que el individuo con rango de sargento no se haya cuadrado ante él): ¿En el transcurso de su misión no han tomado contacto con el alto mando alemán, ejem, con Adolf Hitler o alguno de sus colaboradores?

CUERVO (mirando a Jones): Había muerto, ¿verdad, Jones? Suicidio. Quemaron su cuerpo.

JONES (con toda naturalidad): Afirmativo. Creo que todavía me quedan restos de su mostacho en la suela de la bota.

ROGERS (girando sobre sus talones): Un final muy poco honorable. Un acto de cobardía. Profesionalmente, no me siento realizado. No he podido rendir cuentas personalmente con Hitler ni con Mussolini; Hirohito no se me escapará. Hasta la vista, sargento Westmoreland.

JONES (guiña un ojo al Cuervo): Adiós, amigo. Gracias por dejarme participar en esto. Verba omnes liberant semper.

CUERVO (encaminándose a la tienda de campaña con la estrella de David cosida en la mampara de la entrada): De nada, doctor Jones. Nos ha salido bien, incluso improvisando sobre la marcha. Suum cuique.

En el interior de la sinagoga, dos soldados, judíos norteamericanos, están amordazando a Adolf Hitler, al que todavía no han devuelto su dignidad, ni piensan hacerlo. Patalea y se remueve, ganándose algún que otro tortazo. Un rabino enrolla una Torá. Es un hombre viejo y de aspecto famélico, vestido con un uniforme de infantería demasiado grande y aumenta su imagen de fragilidad. Según sus contactos en el ejército secreto judío Aliyah, se trata de Yehudah Herzl, un rabino curtido en Palestina que había quedado atrapado en el gueto de Varsovia, una figura relevante en Eretz-Israel, ideólogo y líder destacado del movimiento sionista.

HERZL: Shalom.

CUERVO (sirviéndose de un yiddish bastante oxidado): [Shalom, rabino. Espero que estén satisfechos de mis servicios.]

HERZL (pone su mano huesuda sobre el brazo del fenicius; al Cuervo no le gusta que le toquen, pero la solemnidad del anciano y la satisfacción que expresan sus ojos le impiden dar un paso atrás, le transmiten confianza y serenidad; esos ojos han visto muchas atrocidades): [En efecto, señor Westmoreland. La cantidad pactada será ingresada esta misma mañana en la cuenta bancaria de Suiza que nos especificó. A la entrega de Himmler, Goering y Mengele, realizaremos el resto de transferencias. Y el pago extra se hará efectivo cuando los paquetes sean entregados en Palestina.]

CUERVO: [Les sugiero discreción. Permitan que altos mandos nazis caigan en manos de los aliados y sean juzgados por un tribunal internacional. Más que nada, para que puedan sacar de Europa a sus presas con tranquilidad…]

HERZL: [Así lo haremos.]

CUERVO (observa de reojo a los dos soldados colocando al Führer en el interior de una especie de sarcófago agujereado con forma de Golem; la escena le recuerda a un conocido suyo, un joven escapista polaco, que dio esquinazo a los alemanes de una forma parecida): [¿Lo va a pasar mal?]

HERZL: [No es de su incumbencia… Simplemente le diré que va a pagar por sus actos. Por otro lado, quiero estar seguro de que podemos confiar en usted.]

CUERVO: [Absolutamente, rabino.] (Cuervo extiende un sobre al líder judío.) [Como muestra de buena voluntad, le he indicado las rutas de salida más factibles. Olviden cualquier intento de cruzar el frente oriental. Se rumorea que la partición de Alemania no va a ser amistosa. Incluso hay planes para construir un muro que divida por la mitad la capital.

HERZL: [¡Un muro! Cuánto odio... Nuestra gente nunca haría algo así.]

CUERVO: [Eso espero. Confío en que sus tiranteces con la población árabe palestina se resuelvan de forma pacífica y que no cometan los errores que han llevado a esta… masacre europea.]

HERZL (mostrando amablemente la salida de la sinagoga al Cuervo; o sea, dando por terminada la conversación): [Señor Westmoreland, ¿está usted seguro de que no es judío?]

CUERVO (sonriendo): [No, rabino. En el lugar de donde provengo, las creencias religiosas pasaron de moda hace… bastantes años, por decirlo de alguna forma.]

HERZL: Entonces, hakol beseder. Iebarejejá H'.

CUERVO: Iebarejejá H'.

En la cantina próxima al centro de mando, Alejo Westmoreland comparte mesa con un par de directores de cine, un austríaco afincado en Estados Unidos llamado Billy Wilder y un británico cuyo nombre le parece de lo más sonoro: Alfred Hitchcock. Ambos trabajan para el ejército aliado y están intentando recuperarse de sus experiencias como reporteros y cinematógrafos en los campos de concentración liberados, ayudados por pequeños tragos de licor de manzana.

Deciden cambiar de tema (Alejo se une a ellos interesado por los cotilleos acerca de Errol Flynn) y distraerse hasta que llegue el convoy que les llevará, junto a un grupo de corresponsales de guerra, hasta un hotel de las afueras donde el general Patton se dispone a dar una rueda de prensa donde, seguro, despotricará con un apropiado aliño de insultos contra los aliados comunistas, auténtica carnaza para los noticieros. Cuervo asiste al evento porque Patton quiere pedirle un presupuesto para transportar material bélico y armar a las tropas norteamericanas con artillería pesada de forma oficiosa. Está convencido de que el objetivo de los rusos no es llegar hasta Berlín, sino aprovechar el tirón para plantar su bandera en las playas de Conney Island.

Súbitamente, Alejo se estremece. Por suerte, sus contertulios no perciben las chispas amarillentas que surgen de sus ojos, pero sí detectan un ligero escalofrío.

HITCHCOCK: Ey, amigo, ¿se encuentra bien?

WILDER: ¿Demasiado licor de manzana? Je, je…

CUERVO (reponiéndose, notando que las fibras de sus músculos adquieren una consistencia distinta, las articulaciones de sus huesos crujen y el vello se le eriza): Nada, nada… Es la primavera. Soy alérgico al polen y a la pólvora.

En realidad, el organismo del cuerpo ha sentido la descarga que ocasiona la recarga de energía. Cada vez que cierra un trato económico, el subidón es alucinante. Es la señal de que la gente de Aliyah ha efectuado la primera transferencia a su cuenta bancaria suiza. Ha sido un gran negocio. Nota cómo sus puntos de vida aumentan. Ha llenado el depósito por mucho tiempo.

HITCHCOCK: ¿Alergia a la pólvora? ¡Menudo soldado!

CUERVO: Ja, ja, ja… La próxima vez, me enrolaré en un submarino. ¡Lástima que padezca de claustrofobia!

WILDER (levanta su vaso): Bueno, nadie es perfecto.

El vendedor eterno y los dos directores de cine brindan por las alergias, por el final de la guerra, por los ojos de Bette Davis y por la barbacoa que, según dicen desde primera línea, han montado en el búnker de la Cancillería con el pellejo de Adolf Hitler.

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Escrito por Cels McClane a las 03:15 PM | Comentarios (21)

Abril 01, 2005

Timelines

A mí me cuadra.
Quizás haya equivocado el color o el nombre en algún momento, pero creo que no.

Ojo, porque el boceto de timeline es una especie de SPOILER.

AÑADIDO AL POST: en efecto, en el quinto descarte de la novela aparece Alejo como lila, y no, en su forma fenicius era verde.
Corregido.
Por cierto, quedan dos descartes, no inéditos: el del Burger King y el del búnker de Hitler. ¿Los tenéis? ¿Los subo?

Timeline.jpg

Escrito por Cels McClane a las 09:45 AM | Comentarios (47)