Abril 30, 2005

Han puesto el amor tan cerca del sufrimiento que a veces querer a alguien duele

parece que la nostalgia se abalanza de nuevo sobre mi alma, y parece que toda la alegría que mis sentidos han desbordado esta última semana se ha transformado en un peso meláncolico que mi cuerpo parece ser incapaz de cargar.
una vez más mis tripas se baten en duelo y me recorre ese tembleque por el cuerpo con el avistamiento de un nuevo cambio. un cambio que, como ya es de suponer, trae consigo llevarse de mi lado a gente que este último año han tomado el control de mi motivación diaria... pues no era otra más que esperar a que llegara ese día rodeado en mi agenda, y en el que nos reunimos semanalmente, y compartir con ellos nuestras experiencias diarias, nuestras ideas...
¿a dónde irán las risas? ¿a dónde los besos, gestos y abrazos que anudan los lazos de amistad que tenemos? ¿A dónde? Esas horas se convertirán en horas muertas; esos diálogos en líneas de un diario; todas las "aventuras" no serán más que ecos del pasado.
Como bien explica la parabola del "corazón" quizás sea hora coser el último pedacito de corazón que alguno de ellos me entreguen en estas últimas semanas que nos quedan. Quizás sea hora de buscar nuevos corazones. Quizás sea hora de pasar página y seguir hacia adelante. Quizás no pueda hacerlo y el único modo de vencer las nostalgia sea escribir unas líneas en el ordenador imprimiendo mi alma en ellas.
Pase lo que pase, siempre estaré orgulloso de la cicatriz que habeis dejado en mi corazón, pq solo gente como vosotros podría conseguirlo. Sois únicos.

Escrito por Nachinator a las 05:07 PM | Comentarios (1)

Abril 27, 2005

PEDACITOS DE PASADO


CAPÍTULO 2. PODEMOS EMPEZAR A HABLAR DE AMISTAD

Mientras el recuerdo seguía aún en mi subconsciente un esbozo de sonrisa se dibujó en mi cara a la vez que seguían cayendo las palabras sobre la pantalla de mi ordenador. Deshacía mi alma con ayuda de mis manos para conseguir las frases que necesitaba oír, para poder animarme. Necesitaba un cambio de “look”, necesitaba lograr sentirme nuevo para hacer frente a la nueva vida que se avecinaba. Estos nuevos pensamientos borraron por completo la sonrisa. No es que fuera algo que me desagradara, porque hacía ya mucho tiempo que debía haber cambiado, madurado y crecido... pero tal vez el darme cuenta de nuevo de la realidad eliminó mi anterior recuerdo.

Y mientras pensaba en estas cosas me daba cuenta que ya no iba a poder volar. Que había perdido mis pensamientos alegres y que para bien o para mal había llegado el momento en que me tocaba crecer después de tanto tiempo. Era irónico que el personaje de fantasía con el que más me había relacionado siempre fuera precisamente el que me ayudara a expresarme en momentos como este.

Y con esa nueva idea en la cabeza y un poco más animado terminé de enjuagar mis pensamientos, me sequé concienzudamente y quedé pensativo contemplando mi reflejo, en la pantalla en negro del ordenador, en un mutismo inexpresivo.

Estos últimos días empezaban a mermar mis fuerzas. El sueño, el cansancio y el hambre cada hora se volvían menos soportables. Pero tampoco le daba mucha importancia, porque la mayor parte del tiempo apenas si me daba cuenta de la realidad que me rodeaba. Perdido en horizontes más allá del deseo con cumbres nevadas del azúcar de la felicidad vivía las aventuras que tantos hombres habían envidiado. Había aprendido a aceptar mi destino, que de manera cruel e implacable había decidido un duro revés en el camino de la vida, pero no por ello me gustaba. Para olvidarlo había aprendido también a desconectar de la realidad y transportarme a mundos donde yo no era el antihéroe.

Contemplaba desde mi ventana como el enorme edificio de ladrillos estampados en rojo tapaba ya prácticamente la mitad de mis vistas y paisajes. Recordaba mis últimos momentos de melancolía cuando aún podía ver ponerse el sol y herir la tierra provocándole una herida que hacía sangrar el cielo durante unos minutos. Pero ya no era así, aquel descomunal gigante de piedra y cemento se levantaba ocultándolo todo. También disfrutaba recordando mis tiempos más jóvenes, cuando el mero hecho de ver la luna en todo su esplendor dominando el cielo bajo su halo de pureza, quedaba perplejo ante la sombra de la inspiración.

Meneé la cabeza esbozando una vaga sonrisa y bajé la vista al suelo. Allá abajo se alineaban los coches aparcados en hileras y la gente cruzaba sin mirar la calle. Me gustaba contemplar a las personas que como pequeñas hormiguitas iban y venían cada una con sus motivos y ajenas a quienes les rodeaban. Siempre que observaba las vidas de los demás con cierta curiosidad una sensación de pequeñez acababa por dominarme. Me hacían pensar en los montones de gente, cada uno con sus propias motivaciones, pensamientos y deseos que andaban de un lado a otro rodeadas a su vez de otros tantos individuos que a su vez repetirían de nuevo la cadena hasta el infinito. Todo se entrelazaba en una inmensa maraña de diferencias entre todos los humanos, de complejidad individual que se unía haciendo un todo totalmente heterogéneo.

Preferí apartar todos aquellos pensamientos de mi mente. Me preocupaba verme a mi mismo divagar así. Hacía ya tiempo que mi mente no buscaba explicaciones, jugaba con las palabras y se entretenía a sí misma con conversaciones absurdas fruto de la necesidad. Sentirse seguro y tranquilo evitaba el pensar demasiado. No estaba muy contento de volver a ser el yo del pasado, sumido en la melancolía y en una continua lucha interior entre el bien y el mal, el caos y la verdad, pero por otro lado era un reencuentro que en ocasiones había llegado a echar en falta.

Volviendo a levantar la vista al cielo dejé escapar un leve suspiro que lo tiñó de nubes de colores vivos y me llevaron navegando a un tiempo pasado.

Era septiembre, mi primer año en la universidad. Sin querer ya me había hecho mayor, el resultado de 18 años de vida, el perfecto destino al que todos aspiran y que a mi me aterraba. Miedo, esa era la palabra que me provocaba el tener que conseguir ser aceptado de nuevo en un grupo de gente extraña que, se supone, optan a convertirse en los amigos más importantes de tu vida.

El terror estrangulaba mi garganta, mientras sentía que la vida me sonreía. No podía pedir más de lo que tenía. Me sentía más arropado que nunca por mis amigos, aunque no terminaba de encontrar mi hueco en Madrid. Durante el verano pasé más de una tarde en aquella piscina de reflejos reverberantes, bañándome, una o dos veces, en su agua tibia. Poco a poco fui integrándome entre los amigos de Joni, un nuevo fichaje llamado Jesús, más conocido como yisus, irrumpió en los pisos. Era un chico delgado, con la cara fina y una parsimonia que en un principio consigue sacar de quicio a cualquiera. También volví a encontrarme con aquella amistad que parecía iba a ser buena. Ahora tenía el pelo salpicado por mechas rubias, la piel tostada y una sonrisa que partía su boca en dos mitades casi perfectas.

- Se me olvidó tu banderita – me dijo sin darme posibilidad a saludar, se había acordado y por alguna extraña razón esa frase me demostró más que muchos abrazos. – No importa, es normal – respondí mientras recalcaba un gesto de alegría en mi boca. - ¿Qué tal por EEUU? ¿Has aprendido mucho inglés? – Pregunté a sabiendas de que ambas preguntas chirriaban en mi cabeza. – Muy bien, aquello es otro mundo. Al principio fue duro, pero luego acabé acostumbrándome -.

Asentía con la cabeza mientras me contaba sólo algunos trazos de lo que vivió al otro lado del charco. A mi lado estaba Joni que no parecía cansarse de las mismas anécdotas, incluso ya decía que en el próximo viaje que hiciera a la tierra del tunning le iba a acompañar.

El tiempo fue pasando. Poco a poco fui hablando más con aquel niño bajito, de voz aguda, que cada vez que nos encontrábamos conseguía que abriera un poquito más la ventana de mis sentimientos. Puede sonar cursi, pero era así.

Mi primer año en la universidad se evaporaba. El alcohol que conseguía retener en mis venas alcanzaba cotas cercanas a lo preocupante y la sensación de que la vida ya no me sonreía se fue haciendo cada vez más evidente.

Por un error me sentí perdido, mis sueños se deformaban y siempre acababa por verme sólo. La única vía de escape a Madrid era irme a Sevilla, pero lamentablemente no era posible hacerlo todos los fines de semana. Los segundos pasaban en minutos y el único apoyo que tenía en esta fría ciudad lo había hecho desparecer mi soberbia. Fue entonces cuando aquel chico bajito apareció, la persona que menos me imaginaba me ayudó, aunque creo que él no lo sabía.

…Continuará...

Escrito por DUDO a las 06:09 PM | Comentarios (1)

Abril 26, 2005

Abrumador

Cuando el destino parece no poder entregarte nada más en el día a día, cuando parece que la vida no puede llenarse de más momentos inolvidables, cuando parece que la felicidad tiene ya suficientes motivos para ser plena, es entonces cuando apareceis vosotros y me recordais que uno no puede darse por satisfecho con el hoy pues una vida entera con vosotros es mucho más de lo que la felicidad puede albergar, mucho más de lo que la memoria puede retener, es mucho más de lo que se puede esperar del destino. Simplemente es abrumador recibir tantas emociones, tantas experiencias, tantas lágrimas, tantas sonrisas, tantos abrazos y de tanto amigos, de esos que no se encuentran a menudo, de esos que se cuentan con la mano, de esos que se idealizan en los sueños, de esos que protagonizan los cuentos, de esos amigos tan increíbles, tan únicos pero al mismo tiempo tan reales como lo sois todos y cada uno de vosotros.

Cuando creí que una fiesta con 67 personas era todo lo que se podía esperar de mis mejores amigos... me equivoqué. Me vuelven a sorprender dejando en la memoria posiblemente la mejor estampa con la que uno puede soñar, verles a todos unidos mirandote y transmitiendote en sus miradas todo el entusiasmo y la complicidad que te pueden entregar. Independientemente de lo material, que posiblemente hayan sido los mejores regalos que vaya a recibir en la vida, la presencia de todos y cada uno de ellos en este momento ha sido conmovedora. No sé qué decir, no tengo palabras. Sólo las lágrimas pueden expresar el vuelco que ha dado mi corazón al verles. Y ni si quiera ellas son capaces de explicar lo afortunado que me siento al saber que alguien hay arriba, no sé por qué extraña razón, me ha señalado con el dedo y me ha elegido para compartir al menos un años más de mi vida con ellos. Ese sin duda ha sido el mejor regalo, el tener la seguridad de que os voy a tener a mi lado y saber que voy a poder compartir con vosotros cada segundo de mi vida, de mi felicidad, de mí. Porque como bien os digo, no soy más de lo que vosotros me haceis ser, más que un reflejo de la huella que todos y cada uno de vosotros ha dejado en mi alma, y mi felicidad no cobra sentido sin vosotros a mi lado.
El mejor regalo, haberos tenido a mi lado, y aunque al final las lágrimas no hayan sabido expresar lo mucho que os quiero, que sepais que mi vida no es mas que una muestra de gratitud a todos y cada uno de vosotros por ser quienes sois y por ser como sois.
os quiere,
nach

Escrito por Nachinator a las 12:02 AM | Comentarios (4)

Abril 25, 2005

PEDACITOS DE PASADO

“Inventario de recuerdos entre los que me pierdo, puede que no sea lo que esperas, pero es una forma con la que quiero decirte que felicidades y que sin tu amistad no habría sabido llevar más de un problema. Son varios capítulos que colgaré desde hoy hasta que acabe, si te parece bien… claro. Un abrazo crack, espero que te guste”.
Consejo: Puede que sean bastante largos los capítulos, así que puede resultarte más positivo hacer un corta - pega en un documento Word. Jejeje”.

CAPÍTULO 1. EL PRINCIPIO DE UNA BUENA AMISTAD.

Tumbado en el sofá releía una y otra vez el mismo párrafo del libro sin entender sus palabras, sin apenas prestarles atención. Empezaba con la predisposición firme de concentrarme pero mientras avanzaba en la lectura mi cabeza se volvía a perder en divagaciones hasta que me daba cuenta que no había prestado la más mínima atención a lo que acababa de leer. En ocasiones alababa aquel personaje de aventuras de infinitas cualidades, valor incomparable y habilidades envidiables... pero había ocasiones en que lo odiaba, casi lo aborrecía por parecerse tanto a mí. Podía entrever en aquel personaje fantástico que detrás de aquella coraza de prepotencia e invulnerabilidad que se había creado encontrabas a un tipo idiotizado por el recuerdo, acobardado por fallarse a sí mismo y siempre necesitando un buen corte de pelo. Me preguntaba si de verdad quería llegar a conocer tan a fondo a todos mis héroes y darme cuenta de que tan solo eran personas disfrazadas de gente excepcional...... naaah. Prefería seguir imaginando que los héroes seguían siendo héroes en el mundo de la fantasía, que para el detalle humano y características desagradables ya tenía el mundo real como fuente de inspiración.

Estos últimos días los había dedicado prácticamente a la lectura. Sin mucha suerte con la concertación pero encontré en los libros la manera más sencilla de abstraerme de la realidad. Mientras que la televisión me permitía seguir consciente y dejaba volar mis pensamientos a rincones oscuros del alma, la lectura me envolvía en mundos fantásticos completamente alejados de la realidad donde la única barrera eran mis fuerzas para seguir leyendo. El ordenador prácticamente había quedado relegado a un par de charlas por Internet con algún amigo porque de repente toda la creación que los últimos meses había en mis dedos había desaparecido, me hastiaba y me daba demasiado tiempo para el pensamiento.

Pero aún así hoy no terminaba de ser un buen día. No lograba concentrar mis pensamientos en lo que leía, mi cabeza seguía sopesando errores del pasado y errores del presente. Seguía navegando por la memoria con los ecos de tiempos mejores y luchaba por apartar esas atractivas luces juguetonas de la esperanza que se encendían y apagaban una y otra vez.

Decidiendo que no iba a ser capaz de llegar hasta el final del capítulo busqué el señalalibros en la última hoja y lo coloqué en la página que tantas veces había tratado de leer. Coloqué el libro sobre la mesa y secándome el sudor de la frente con el antebrazo me levanté y me dirigí a mi cuarto. Pasé delante de mi familia sin decir nada, no había nada que decir. Yo solía ir y venir de un lado a otro cuando me aburría, de tarde en tarde mi madre me miraba preocupada y se lamentaba en voz alta diciendo – ay... Juan...-. Mi padre bastante menos interesado en mis idas y venidas tan solo preguntaba algunas veces si ya había estudiado o si de verdad estaba malo, intentando a su modo quitarle hierro al asunto. Decidí entonces irme a mi cuarto y sentarme frente a la pantalla de mi ordenador. A dejar caer palabras huecas de días pasados.

Nunca me había considerado un hombre con suerte, más bien todo lo contrario, ahora una mueca de sonrisa forzada casi imperceptible totalmente irónica hacia mi mismo me daba cuenta de cuan tonto había sido. Tanto quejarme por la falta de fortuna cuando aún disfrutaba de todo lo que anhelaba y solo cuando lo había perdido es cuando me daba cuenta de la suerte que tenía. De repente esa sonrisa forzada se fue convirtiendo en real cuando empecé a recordar de nuevo el pasado, ese mundo mejor donde no tenía que lamentarme de mí mismo. Aquellos tiempos cuando sentirme feliz no era una obligación sino un acto meramente automático, días no tan lejanos cuatro años atrás.

Los rayos de sol se colaban con reflejos reverberantes en la superficie del agua creando numerosos destellos sobre ella. En la misma orilla una especie de cabaña hecha de hiedra que podía ver a cierta distancia. Una mesa de madera roída con sus correspondientes bancos albergaba algunos aperitivos para el almuerzo y una pareja agradable iban y venían con ajetreo poniendo cubiertos y arreglando el improvisado comedor. Cerca de ellos sentado en una de las sillas un muchacho más joven que yo se entretenía leyendo un libro.

El sol brillaba inmenso en el cielo, era el primer verano que pasaba en Madrid y aún no estaba acostumbrado al calor de brisa seca que sacudía mi cuerpo. A lo lejos un grupo de siluetas se recortaba bajo la única sombrilla que había en la piscina. Yo iba hablando con Joni, un compañero de clase que había conocido ese mismo año gracias a una conversación un poco freack acerca de las guerras de las galaxias y de que en realidad George Lucas era un tapón de tío, me atrevería a decir que Nacho es incluso más alto que él.

Al llegar a la altura de la gente Joni me presentó, - Este es Juan, el sevillano – dijo mientras mi cabeza divagaba sobre si en realidad traicionaba a mi ciudad, Málaga, al dejar que me llamara la gente sevillano, apodo que más tarde acabaría por ser el Sevi. Sólo había tres personas bajo aquella sombra, Unai, una especie de Mcgiver pirómano que es mucho mayor de lo que aparenta, Alba una chica rubia que llevaba un bikini ajustado que marcaba el contorno de su cuerpo, de mejillas esponjosas y con una sonrisa que se veía increíble a pesar del aparato. Por último estaba Nacho un chico bajito, de espaldas anchas que estaba tumbado sobre una toalla mirando unas fotos.

- Hola, yo soy Juan – le dije con la voz tomada en un acento andaluz mucho más auténtico que el que ahora lamentablemente soy capaz de imitar. – Hola, yo soy nacho - . Me contestó mientras apretaba mi mano, con un talante sencillo pero calido al mismo tiempo. Su voz era aguda, algo chillona, pero su cara presentaba a una persona que sabía iba a significar mucho en mi vida

-¿Que eres de Sevilla?- preguntó la niña del bikini suntuoso, - No, soy de málaga, lo que pasa es que me mudé a Sevilla donde viví cuatro años – ya me había acostumbrado a responder de manera mecánica a aquella pregunta. – Ah!- dijo moviendo la cabeza arriba y abajo –y… ¿Que haces aquí? – Inquirió nacho que llamado por la curiosidad había dejado de mirar aquellas fotografías, de repente una carcajada golpeo mi nuca, era Joni que parecía que disfrutaba con la especie de interrogatorio al que me estaban sometiendo – Nada, trasladaron a mi padre y como soy el pequeño pues tuve que venirme aquí – contesté como si fuera un máquina. Las preguntas se fueron sucediendo durante al menos quince minutos más “¿tienes hermanos? ¿Cuántos? Y… ¿Sois todos chicos? ¿Sigues teniendo casa en Sevilla? ¿Has ido a la feria? A ver di algo…Que gracia como lo dices” ya estaba acostumbrado a todo esto. Pero de pronto un silencio incomodo se coló sin avisar.

- Pues nacho se pira a EEUU a estudiar el año que viene – apuntó Joni, mientras le miraba con cierta nostalgia, parecía que ya le echara de menos. - A sí, ¿y eso? – dije mientras notaba como en su cara se reflejaba una mueca de preocupación – Es la única manera de aprender inglés – en ese momento envidié la oportunidad que se le presentaba – Además, es una experiencia que dicen merece la pena vivir – recalcó en un tono solemne - Pues si vas tráeme una banderita de las típicas de los partidos de baloncestos de allí – le pedí sin apenas conocerle – Vale, si me acuerdo te la traigo – Señaló con una sonrisa, la tarde pasó y yo me tuve que ir. Me despedí como si lo fuera a ver al día siguiente, lo que no sabía es que iba a pasar todo un año hasta que nos volviéramos a encontrar. Pero en mi cabeza quedó que este podía ser el principio de una buena amistad.

…To be continue…

Algunas cosas pueden estar exageradas, pero que más le puedes pedir a un andaluz viejete. ciao.

Escrito por DUDO a las 06:43 PM | Comentarios (0)

Abril 23, 2005

gracias...

¿cómo poder describir tal sensación de embriaguez, cuando las emociones te desbordan y las lágrimas son contenidas tan sólo por una cuestión de orgullo?
Parece mentira lo ciegos que estamos a veces para no saber reconocer lo felices que somos.
El otro día llegó la pregunta a mis manos, "¿eres feliz?" me dejó un poco indeciso, aunque sin titubeos me arriesgué a decir que sí. Cosas como las de hoy me recuerdan que no estoy equivocado.
¿Cómo no ser feliz cuando ves crecer algo dentro de ti incontrolable y que parece estallarte por dentro cada vez que estas con ellos? ¿Cómo no ser feliz cada vez que ves a alguno de ellos sonreír? ¿Cómo no ser feliz cuando compruebas que la fortuna te sonríe por haberles puesto a tu lado? ¿Cómo no ser feliz entregandoles todo lo que eres? ¿Cómo no ser feliz demostrándote lo que te demuestran cada día?
Son los mejores, realmente no tienen otra definicion. No sé cómo lo han hecho pero han conseguido lo que muchos de mis mejores amigos no habían conseguido en 20 años. Me han demostrado que me conocen hasta el punto de hacerme el regalo perfecto para mí. Lo que sumado con su presencia y su entrega que este año parece verse acentuada se hace algo indescriptible pero al mismo tiempo algo inolvidable.
se que el tiempo cambiará las tornas, pero mientras dure sabeis que me teneis aquí para lo que sea!!!!
deciros que gracias: gracias por lo que sois, por lo que significais para mí, y por todo lo que os volcais cada viernes. gracias por darme una oportunidad de formar parte de vuestras vidas. gracias, gracias... por poner una ilusión nueva en mi vida... gracias por hacerme un poquito más feliz cada día...
SOIS LOS MEJORES, y aunque el tiempo haga de las suyas, consiga distanciarnos, consiga cambiarnos, consiga lo consiga... para mí siempre habreis marcado un antes y un después; para mí nunca cambiareis; siempre sereis esos chavales con los que un día arriesgué y sobradas mis expectativas, gané.
GRACIAS... os quiero chavales...

Un abrazo,

Escrito por Nachinator a las 02:18 AM | Comentarios (1)

Abril 12, 2005

afrontando el dolor

es duro descubrir un brote de felicidad en tu entorno, que capta por un instante toda tu atención, y tu preocupación no se vuelve otra más que verlo crecer... Estas dispuesto a dedicarle todo tu tiempo, todo tu cariño, todo lo que puedas darle... pero hay un inconveniente. sabes que eso tarde o temprano terminará, por mucho que lo intentes evitar; y que un día alguno de ellos se marchará y tu corazón se verá partido y tu alma desconsolada. entonces qué, arriesgar o no arriesgar?

he descubierto en un grupo de pequeños amigos, algo de lo que no me había percatado en el tiempo que llevamos juntos... es una sensación muy extraña, inexplicable, pero al mismo tiempo incontrolable. Nunca creí poder llegar a sentirme así. El problema es que por razones que no puedo explicar sé que este año será mi último año con alguno de ellos, quizás con otros no, pero tarde o temprano nuestras vidas se distanciarán mucho y todo cambiará hasta el punto de que nada sea lo mismo con ninguno de ellos. Sé que incluso el año que viene me costará conservar la magia... en tan poco tiempo van a cambiar tanto las cosas... Y eso quieras que no duele, echa para atrás... y aunque se lo que debo hacer... tengo miedo... y es que una vez más el paso del tiempo y el cambio no es que me asusten... me aterran!!!
lo peor de todo es que es algo tan cercano y tan personal que sólo yo lo disfrutaré y sólo yo lo padeceré. PÁNICO

Escrito por Nachinator a las 11:35 PM | Comentarios (2)