Sábado 22 de Noviembre del 2003

...COMO JULIÁN...

Sábado, 02.34 AM. Un cybercafé de Boulogne, mi ciudad.
Volvía en el colectivo después de pasar unas horas con vos, después de degustar pescado crudo; cariñosa forma de nombrar al sushi, ese manjar oriental que me hiciste descubrir, como tantas otras cosas buenas que me hacen tan bien... Volvía en un 60 atiborrado de desconocidos, y me sentía absolutamente incómodo.
Hace tan sólo un tiempo, cuando el frío asolaba Buenos Aires y alrededores, era un placer volver a altas horas de la noche, mientras el colectivo volaba por las calles de Buenos Aires y la ruta Panamericana. Generalmente semivacío, podía arrellanarme en mi asiento y disfrutar de las luces que raudas pasaban, o simplemente dormitar para despertarme justo antes de la colectora de Av. Márquez. Y ahí bajarme y combinar con el 338, que diez minutos después me depositaba a escasas tres cuadras de casa.
Y ahora que llegaron la primavera y los calores, en medio de la enorme felicidad que me proporcionás desde hace tanto (y a la vez tan poco) tiempo, descubro que aquel ser antisocial que creía haber dejado atrás, o al menos dominado, sigue presente en mí.
No soporto todas las personas desconocidas que comparten mi viaje. No soporto todas las personas desconocidas que aguardan el colectivo en la misma parada que yo. No soporto todas las personas desconocidas que transitan por la calle en mi misma dirección, o que se cruzan en mi camino por un motivo u otro.
Esta noche intenté refugiarme en la lectura del libro que me prestaste, El umbral de la noche de Stephen King... y sólo conseguí leer la introducción. Me sentía incómodo, y esa sensación me acompañó por el resto del viaje. Y me bajé de una vez, y decidí caminar, a lo mejor esperando encontrar las 30 cuadras que recorrería desiertas... y no.
Gente caminando por la calle. Gente circulando en automóviles. Gente bebiendo alcohol en algún barsucho de mala muerte. Gente que me miraba cuando pasaba a su lado. Gente que hablaba cuando pasaba a su lado. Gente que me importunaba con su sola presencia...
Gente acá, que me rodea y asesina estúpidos monigotes fabricados a base de unos y ceros, lenguaje binario y click, click, click. Counter Strike, se llama eso.
A veces pienso que tranquilamente podría agarrar un revólver, cargarlo con balas de plata y salir a derribar muñequitos que salpiquen sangre de verdad. Como le gustaba hacer a Jack El Destripador. O a Lee Harvey Oswald. O a Charles Manson. O a William Burroughs (que si mal no recuerdo se especializaba en volar orejas)...
Me quedan 15 cuadras para caminar. Sé que llegaré a casa, me acostaré a dormir y soñaré angelitos con alas de murciélago. Y mañana por la mañana me levantaré, desayunaré, me iré de casa, llegaré, me sentaré ante la PC, abriré el weblog y leeré este mismo post. Como seguramente lo leerás vos y tantos otros.

Y me diré, como lo pienso ahora, mientras vos sin dudas estás plácidamente dormida, cubierta con las sábanas y el cobertor que yo amorosamente acomodé sobre tu hermoso cuerpo, que en el fondo... En el fondo, más allá de la madurez que supiste reconocer en mí, aún tengo algunas cosas de niño. Algunas cosas de niño perverso, como los que protagonizan uno de los cuentos del libro.
Es una tontería, lo sé. Y sé que la superaré. No sólo por mí, sino también gracias a tí. Y por tí.
Porque el amor que me demostrás todo el tiempo me incita a ser cada día un poco mejor... aunque a veces le yerre al sendero...

Esta noche, me desvanezco.
Te amo.

Escrito por J.E.L.
Comentarios

guaaauu.....

en fin, veo que no me equivoqué tanto en mis suposiciones... (ver)

a veces me agarra esa especie de odio por todo ser que me rodea ajeno a mi deseo
solo que todavía no me atreví a matarlos

Comentado por Lady God-Diva
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