Miércoles 30 de Julio del 2003

MATRIX RELOADED: GROOVE SENSUAL

Miércoles 23 de Julio del 2003, 21:15 hs., sala 3 Cinemark Caballito. Cuatro, tal vez cinco publicidades, tanto del tipo promocional como adelanto fílmico, dejaron paso a la lluvia de carácteres verdosos que inmediatamente después coparon la pantalla con:
CGI a rabiar. Y tan bien aplicado que resultaba prácticamente imposible notar el efecto especial en cuestión. Sobresaliente utilización estética en los casos puntuales de la caída-tiroteo entre el Agente y Trinity; la ingesta del postre por parte de la mujer rubia, en el restaurante del Merovingio; la batalla plagada de saltos en la escalera marmolada, también en Merovingilandia; la resurrección de Trinity a manos de Neo... y, sobre todo, en esos maravillosos personajes, pelilargos y tan blanquito-metalizados: The Twins.
MÚ-SI-CA. En mayúsculas y con las sílabas así de separadas. Groove electrizante, rítmico, espectacularmente aplicado a las escenas de peleas y persecuciones de la autopista. Lo confieso: mi cabecita, mis manos y mis piernas se movían por propia voluntad, seducidos por el ritmo fantástico de la banda de sonido.
GIROS, giros y más giros en la trama de la historia. De la fe mística, la profecía, se pasa a la razón pura, a la programación maquinal, como si se abarcara en un zoom todo el espectro filosófico-histórico, desde La Biblia hasta el Manual Microsoft del futuro vía Bill Gates.

Un punto extremadamente interesante, que hace a la naturaleza de Neo: como dice el Arquitecto, el ente también conocido como Sr. Anderson es un agente de control... pero a la vez se revela como anomalía, ya que está dominado por un sentimiento esencialmente humano, llamado Amor.
¿Programas de computación capaces de enamorarse? ¡Wow! Aún sin siquiera desarrollar una idea derivada de la posibilidad planteada por la pregunta precedente, queda flotando en el aire una mezcla de sano asombro y atroz inquietud. ¿Qué piensan sobre la viabilidad de que una máquina desarrolle sentimientos o pensamientos similares a los humanos? En otras palabras: ¿Cuáles serán las posibilidades de la inteligencia artificial en ese sentido?

En fin... máquinas que sienten, programas de computación que se enamoran de otros programas de computación y la atrocidad del miedo. Tan diferente de lo que sentí al compartir esa proyección contigo a mi lado. Entre tanta escena frenética y persecución explosiva; entre tanta filosofía y derivaciones consecuentes... qué hermosura el refugio de ternura que construímos juntos, y que día a día se acrecienta, se agiganta, se expande y crece. Como un solo corazón que rebosa de Amor. Y esto ya es la propia y conjunta vida real.

Sí, Don GOLLUM, estoy en la Luna. Aunque, más bien, podría decir que ella y yo estamos mucho más allá del Sistema Solar, en una región llamada Paraíso. En invierno, y en el medio de la humedad de Buenos Aires. Sí, es posible, y hace muy, muy bien.

Lunes 28 de Julio del 2003

ACTIVIDAD BLOGUERIL

(Pregunta trascendental)

Mientras Matrix sigue en la Luna, aprovecho este breve impasse para expandir mis reflexiones pseudo-racionales, pseudo-intelectualoides y profundamente pelotudas. En este caso, propongo un ejercicio de autorreferencialidad, es decir, hablar de nosotros mismos en tanto “bloggers”.

He tomado el trabajo de leer todos y cada uno de los comentarios suscitados (en este blog y en el de Mr. Toro) acerca de mi ataque injustificado, y se me ha ocurrido una pregunta para hacerme y hacerles: ¿para qué postear?

A ver, es una pregunta con buenas intenciones (“de onda”), que no supone ninguna respuesta, sino que espera ansiosamente todas las que me puedan dar. No estoy diciéndoles “¿qué mierda están haciendo?”, sino que deseo saber los distintos motivos que pueden existir para emprender una misma actividad.

Acepto todas las respuestas. Eso sí, con una condición: no se quieran hacer los ingeniosos y sean verdaderamente sinceros. Si no saben por qué pero les gusta postear, digan eso antes que “para trascender espiritualmente las lindes linfáticas de mi ser” (a ver quién es el primero que copia y pega esta estupidez).

He visto, a raíz de las diversas respuestas que obtuvo el ataque injustificado, que cada uno se toma la actividad blogueril a su manera. Y que por eso les dolieron más o menos, o les importaron más o menos, las idioteces que dije. Yo tengo bastante claros mis motivos y los del señor Matrix, aunque no del todo. Pero los de otras personas se me hacen oscuros. ¿Soledad? ¿Diversión? ¿Ejercicio literario? ¿Exhibicionismo? ¿Delirio místico?

Ustedes dirán.

Jueves 24 de Julio del 2003

RISITA IDIOTA

(Un kilo de helado aplastado en la frente o muchos lugares comunes)

Post acerca de un ATAQUE INJUSTIFICADO.

En este mar de contradicciones que somos todos y cada uno de nosotros (primer lugar común), yo estoy dispuesto a asumir mis actos (segundo lugar común). Puedo pedir disculpas a quienes he ofendido sin querer (tercer lugar común), pero no me arrepiento de mis dichos (cuarto lugar común). Quizás (quinto lugar común), más que criticar a los demás, quería criticarme a mí mismo (sexto lugar común). Porque, si leen con atención (séptimo lugar común), he remarcado con especial énfasis la frase "yo también soy uno más de esos idiotas". Por otra parte, el título debió haber servido de guía suficiente para comprender el contenido del texto y su carga de estúpida y resentida rabia iracunda: "ATAQUE INJUSTIFICADO". Pues era eso, un golpe gratuito a esa parte de nosotros que día a día nos machaca el cerebro para hacernos sentir más pusilánimes, miserables, inmundamente insignificantes (octavo lugar común). ¿O acaso jamás se sintieron como idiotas, como el tonto de la película, como ese imbécil que sólo existe para ser vapuleado y burlado permanentemente? (noveno lugar común).

Trataré de ponerlos en situación:
(la entera situación puede resultar, para muchos, el décimo lugar común)
Un día cualquiera, me siento frente al monitor y trato de leer algo que me deje pensado (undécimo lugar común), o de participar en alguna discusión interesante y productiva (duodécimo lugar común). Por ejemplo, voy a algún blog concurrido y busco un post interesante. Quizás lo encuentro, y hasta me emociono. Voy a los comentarios pero... ¡oh, sorpresa! Está todo lleno de "ocurrencias", chistes internos, o respuestas cuasi adolscentes en las que sus autores prefieren dejar signos de su identidad ("me gusta la noche", o "leo Kafka", o "soy un punkie", etc.) antes que participar del núcleo del debate. Me deprimo un poco. Me enojo. Pero pronto me doy cuenta de que, en más de una oportunidad, yo también he hecho alguna de esas idioteces. Entonces salgo a descargar mi ira en un post ridículo y absurdo (decimotercer lugar común).

En fin, la cuestión es que algunos se lo tomaron muy a pecho, como si de un ataque personal se tratara (me imagino que frases como "Váyanse todos a la mierda" eran una invitación al enojo); otros trataron de entender lo que trataba de decir (ni yo lo entiendo -decimocuarto lugar común); y otros trataron de buscar significados "profundos" en una expresión claramente superficial y desbocada, similar al grito de un trabajador agobiado por el estrés: todo lo profundo que tiene es que le sale de bien dentro de los pulmones...

O sea (decimoquinto lugar común), que tampoco sé pa' qué escribo este post (decimoséptimo lugar común). Quizás tan sólo para tratar de que me entiendan, para que en el futuro no deba dar tantas explicaciones (no aclaremos que oscurece -decimosexto lugar común), y para demostrarles que soy un lugar común con patas.

Ah, y para informarles que no he contestado a nadie hasta ahora (bueno, y el comentario que está en el post donde se inicia todo esto), pues me han informado que hay un Gollum (otra vez) firmando mensajes a mi nombre, insultando a los que me criticaron el post y haciendo una serie de estupideces toscas y predecibles. Alá proveerá.

He dicho. (decimoctavo lugar común)

Lunes 21 de Julio del 2003

MEETLINK

Acá y en el link de este post, resúmenes de la reunión del viernes pasado. Dos miradas femeninas y particularísimas. Mantengo mi promesa de postear al respecto... pero todavía no, paciencia.
(Bueno, sí, estoy medio vago y sintonizando otro canal, ehm...)

Sábado 19 de Julio del 2003

UN AÑO

Es cierto. Podría decir muchas cosas lindas sobre la reunión de anoche y todo lo que la rodeó. Prometo hacerlo, pero no hoy.
Porque hoy es 19 de Julio, y soy consciente de que hace un año que vi a mi amigo por última vez. Me queda la imagen de él subiéndose a un colectivo y el saludo que intercambiamos. Como si volviéramos a vernos la semana siguiente, como casi todas las semanas hasta ese día.
Y es el punto que nos separan miles de kilómetros desde entonces.
GOLLUM: la distancia y el tiempo pesan, ¿sabe? Pero no importa: estamos en contacto.

Jueves 17 de Julio del 2003

DE LA NATURALEZA INTERESADA DE LA BELLEZA

(Hipótesis no falseada)

Miren lo que se encuentra uno por ahí...

(...)
La publicación del reciente libro de Rodolfo Martínez Aranda, catedrático en Sociología de la Universidad Complutense de Madrid, revela aspectos importantes del comportamiento humano que, a la vez que polémicos, traducen verdades silenciosas en hipótesis científicas.

El trabajo, titulado Mundo de quimeras, incluye un interesante capítulo que ha dado en llamar provocativamente “La belleza de los pijos” [pijo es el término con el que los españoles designan a los miembros de las clases media-alta y alta; el equivalente argentino es “concheto”]. En él se expone una de las tesis más arriesgadas y conflictivas de todo el volumen, a la vez que pone de manifiesto los más bajos instintos humanos: según Martínez Aranda, “existe una mayor probabilidad de encontrar personas bellas entre las clases altas y medias-altas; ello no se debe tanto a razones étnicas, a la buena alimentación, o al dinero y tiempo invertidos en el cuidado del cuerpo, sino al mero comportamiento rastrero e interesado de las clases inferiores”.

Precisamente, la idea de Martínez Aranda, que ya ha hecho estallar la polémica en España y ha comenzado a cruzar el Atlántico, puede esquematizarse de la siguiente manera: la belleza, en principio, es azarosa y puede tocarle al más rico ciudadano ario como al último paria de la India; sin embargo, atraídos por el dinero, los ejemplares bellos de las clases bajas (en todas aquellas sociedades en que les sea permitido) intentarán contraer enlace con los miembros de las clases pudientes, ofreciendo a cambio de las riquezas el único capital del que disponen: la apariencia. Así, con el tiempo, el grupo de “los ricos” va depurándose de feos y reclutando genes bellos, por lo que la unión entre pudientes también da como resultado hijos hermosos.

Las respuestas no tardaron en hacerse oír. Gonzalo Huerta del Pozo, experto en medicina genética, arremete contra las tesis de Martínez Aranda: “Aún no se han identificado genes vinculados con la belleza, por lo que no es posible afirmar que se impongan a otros genes de fealdad”. Josep Puyol, psicólogo vinculado como asesor externo al Proyecto Genoma Humano, no descarta del todo la veracidad de los polémicos argumentos, aunque matiza sentenciando que “lo de Martínez Aranda es apenas una intuición inteligente. Pero lo cierto es que ya era hora de desenmascarar el comercio de belleza por dinero: enhorabuena a él por eso”.

Marcelo Giacometti, sociólogo argentino de la Universidad de Buenos Aires, se opone totalmente a las explicaciones de su colega español: “Ni siquiera está tan claro que haya más proporción de personas hermosas entre la clase dominante; y si así fuera, habría de buscarse la explicación en las eternas igualdades del capitalismo, ya sean éstas desigualdades económicas, culturales o estéticas”. El psicoanalista Daniel Goldemberg, en cambio, adhiere por completo a los postulados de Martínez Aranda y aporta elementos: “El rico feo logra imponerse al pobre feo rodeándose de símbolos sexuales materialistas como automóviles, relojes o prendas de vestir, lo que incrementa las posibilidades de activar pulsiones en el sexo opuesto (o en el mismo sexo, según sea el caso); no es sólo el interés por el dinero, sino también el dinero como factor erótico lo que promueve la unión de pobres hermosos/as con los ricos”.

Fuera de los círculos intelectuales, “La belleza de los pijos” ha provocado reacciones aún más diversas. El Sindicato de Trabajadores de la Moda, por ejemplo, ha emitido un comunicado por el que “rechaza en todos sus términos las acusaciones de que belleza e intereses materiales van de la mano” y que “las personas bellas no son sólo una cara bonita sino, ante todo, seres humanos”. Por su parte, la Federación de Enanos y la Asociación de Fenómenos de Feria han alertado contra la vinculación entre fealdad y pobreza que pudiera derivarse de los dichos de Martínez Aranda, agregando como nota curiosa que “muchos de entre nosotros han nacido en las mejores familias de España”. El líder de los fenómenos de feria, Pedro J. Rodríguez, fue más allá y contó entre risas: “Aunque algunos de los nuestros tienen sus buenas fortunas y herencias garantizadas, no hay forma de casarlos”.

Desde las ONGs que luchan contra la discriminación, por su parte, ya se han tomado medidas. La plataforma “¡Igualdad total!” ha promovido un boicot contra la obra de Martínez Aranda por considerar que “falsea la realidad, se motiva en prejuicios y fomenta la discriminación”. La polémica está servida. Ahora, como comentan los partidarios de “La belleza...”, es hora de que cada uno se lance al trabajo de campo.

Mundo de quimeras (2003, Paidós). 446 páginas. 17,59 euros.

Domingo 13 de Julio del 2003

ATAQUE INJUSTIFICADO

No creo que a nadie le importe mi breve ausencia por estos lares. Ni a mí me importa que no les importe. Lo cierto es que no sentía necesidad de escribir, y dejé a mi inspirado amigo recuperar el tiempo perdido en su desaparición.

Últimamente he estado contemplando la vida con una actitud soberbia, altanera, y me sorprendí a mí mismo tratando de insignificantes pusilánimes a los demás. Por ejemplo, me había convencido que ninguno de Uds. valía la pena. Pensaba que escribir algo para los idiotas de la blogósfera no tenía el menor sentido, que era parecido a leerle una novela de Umberto Eco a un grupo de retrasados mentales: no sólo un desperdicio de esfuerzo y tiempo, sino también una triste frustración. Veía a todos Uds. como lugares comunes con manos, las mismas con las que tipeaban sus sandeces repetitivas y predecibles en el teclado; sus breves e “ingeniosas” (supuestamente ingeniosas) sandeces repetitivas y predecibles. Todos intentando la misma jugada por distintas vías: tratar de ser originales, únicos, especiales; para acabar siendo, al final de cuentas, una oveja más en el rebaño de los que quieren diferenciarse.

“Triste espectáculo el que dan”, pensaba.

Hasta que me di cuenta de algo: yo también soy uno más de esos idiotas. Somos poco más interesantes que las hormigas, igual o más predecibles, muy toscos y repetitivos, y todo lo que vivimos como “una película” de la que somos protagonistas indiscutidos (acompañándolo de frases como “lo que me pasó hoy fue de película” o “parecía una comedia de enredos”, etc.) es en realidad un grano de arena en la playa, una gota de agua en el océano, una infeliz historia más perdida entre miles de historias. Somos insignificantes: nuestros problemas cotidianos, nuestros dimes y diretes, nuestras intrigas, nuestras novias y amigos, nuestros problemas, nuestras soluciones, todo es una insoportable reiteración predecible de lo que la humanidad ha hecho y hará en toda su existencia.

Visto este panorama, ¿para qué escribir? ¿Qué puedo decir, desde mi pusilanimidad, a otro montón de imbéciles? Quizás sólo eso, que somos un montón de idiotas.

Disfruten de su estupidez. Váyanse todos a la mierda, dejen el teclado en paz, confórmense con ser menos importantes que las cucarachas de mi casa y muéranse sin hacer ruido.

He dicho.


P.S.: Y no, no estoy rencoroso, ni susceptible, ni me peleé con una novia. No pongan más excusas ni me echen a mí la culpa de que Uds. sean tan poco originales e importantes. Bánquensela.

P.S.2: Debo dejar constancia escrita que excluyo del grupo de imbéciles a Matrix. Los demás verán si coinciden o no conmigo. A mi no me importa.

HOW BEAUTIFUL YOU ARE...

Tres de la madrugada del domingo. Buenos Aires brilla bajo el baño de luna llena que le proporciona esta noche mágica y fría. Fría, por el clima invernal que invade sus calles y avenidas. Mágica, por el encadenamiento de sucesos que se desarrollaron en las últimas horas.
Horas. Tiempo intangible que se nos escurrió entre los dedos casi sin que nos diéramos cuenta, entre caminatas, una pequeña decepción imprevista, y luego sí, risas, temas varios, buena compañía, cierta intimidad y mucha calidez... ¿qué puedo decirte? Fue lindo.
Apenas eso... tanto y a la vez tan poco.
¿Sabés? Son extrañas las ocasiones en que no me sirven las palabras; cuando siento que nada de lo que digo o intento expresar puede compararse con el momento vivido en sí. Y esta es una de ellas. ¿Cómo explicar el cúmulo de sensaciones que se sucedieron en mí, y que aún ahora, mientras intento decir algo sin decirlo, tienen lugar?
No, no voy a explicarlo. No es necesario. Y es algo que me gustaría preservar... para los dos. Post críptico, para el profano, tal vez. Pero... ¿y qué?

Sé que ahora estarás durmiendo. Ojalá tengas dulces sueños. Y, cuando leas esto, quiero que sepas que sólo puedo decirte: Gracias por tu hermosa compañía. Te quiero.

Sábado 05 de Julio del 2003

PORNO (Parte 2 -última-)

Ella vestía como el Invierno en Londres, y también de negro riguroso. Un elegante sobretodo ocultaba sus encantos secretos de las miradas de los mortales; y la blancura mármol de su rostro, sus ojos -ora pardos, ora oscuros-; todo en ella parecía abrillantar la invisible aureola que la envolvía.
Anillos. Anillos. Anillos de oro y plata. Adornan sus manos de una frialdad helada. Anillos dorados refulgen cuando la luz alcanza la transparencia de sus iris. Y el reflejo de la Muerte vuelta Vida cuando la llevan hacia el sol, mientras esa luz también acaricia su blancura de marfil; y sus cabellos lacios son como los oleajes del océano que besan una playa escarpada, solitaria, desierta y neutral.
Criatura de la Noche Inmortal, se movía segura, en busca de presas de corazón sensible.
Y yo caí.

Angela había terminado de leer lo que estaba escrito en una servilleta de papel, y la había doblado.
-En el fondo sos un blando -le había dicho-. Mostrás una coraza en apariencia impenetrable, pero sos la clase de cachorro que aprende a defenderse un rato después de que lo mataron.
-Y yo que me creía el poeta maldito. Al final resulta que soy un perro, ¿no? -había retrucado Julián, picado por el mote de "cachorro".
-Un perrito faldero, puede ser -había asentido Angela. Después, había mirado su reloj-. Las seis. Hora de irse, jovencito.
Darsteller no le había contestado. Solamente había podido mirarla embobado, como durante casi toda la noche, incapaz de resistirse al influjo de esos ojos asesinos, que desde el vamos lo habían petrificado en esa postura idiota. ¿Cómo era posible que nunca se la hubiera cruzado, ni siquiera en un miserable pasillo? Angela estudiaba su misma carrera, en su misma universidad, pero jamás habían coincidido en ningún curso. Y había tenido que encontrársela justo esa noche, en ese sitio. No sabía si agradecerle a Dios por haberle enviado semejante ángel, o si blasfemar como la tal Rose Keller, pero por iniciativa propia.
-Pero, ¿cómo te ubico? -había pretendido ganar un poco de tiempo. No había logrado elaborar una estrategia verosímil para llevarla a casa. Por primera vez en su vida (la amorosa, sensual o sexual, al menos), Julián había sentido que no tenía el control de la situación, como si la gracia de una simple mirada femenina lo hubiera amordazado y atado de pies y manos.
-A lo mejor, acá -había respondido ella, sin dudar, y se había levantado.
-Y si no, ¿dónde?
Angela lo había mirado, y Darsteller había sentido que sus entrañas ardían, consumidas por un fuego de hielo, mientras ella se sonreía y murmuraba:
-¿En serio te gustaría volver a verme?
-Por lo que más quieras -se había apurado él.
La sonrisa de Angela había mostrado la satisfacción de las palabras esperadas, y ella, al tiempo que se alejaba sin tan siquiera un beso de despedida, como llevada por un viento que arrastraba vahos de Vida y de Muerte, envuelta en sombras que parecían emanar de su propia naturaleza, había exclamado con voz susurrante, levemente ronca:
-Tal vez, tu alma
La estatua Julián Darsteller había tardado veinte minutos en recuperar las nociones de tiempo y espacio. Había saltado de la silla, revoleando la cabeza en todas direcciones, buscándola… pero ya no estaba. Se había ido.
Como una tromba, Julián había salido al exterior. Amanecía, pero las nubes negras seguían cubriéndolo todo con un manto de lúgubre ominosidad. A lo lejos, el traqueteo de un tren se hacía oír, sofocado por algún que otro auto que circulaba por ahí, mientras éste se alejaba. Darsteller se había parado en el medio de la calle, y había observado la lejanía en ambas direcciones, buscando una silueta negra que se empequeñeciera con leve andar. Pero no había nadie.
"¿Fue un sueño?", se había preguntado. Una voz ominosa, lúgubre, burlona, había resonado en su cabeza: "No, es el comienzo de tu pesadilla, mon amour". Sade debería quedar para otra oportunidad, por lo visto...

No volvió a leerlo, desde entonces. Y ahora esperaba como un idiota, mientras a su alrededor se escurrían las horas (y los entes) hacia ninguna parte. Una furia súbita lo asaltó. ¿Cómo era posible que una mujer lo obsesionara así? No había derecho. Se levantó con brusquedad del taburete, arrojándolo al suelo y chocando, en el desequilibrio que acompañó a la explosión del impulso, con una pareja que estaba abrazada a su lado, muy ocupada en lo suyo. Él ni siquiera se disculpó, y enfiló derechito para el rincón donde estaban reunidas unas jovencitas, casi púberes.

Julián se levantó de la cama deslizándose entre las sábanas blancas y pecaminosas de una habitación desconocida. El desnudo cuerpo blanco y rubio de una adolescente (con sus padres de viaje) reposaba plácidamente a un costado, sumido en un profundo sueño de ángeles sedosos.
"Ángeles, sí", pensó Darsteller, "pero no Angela". ¿Qué le estaba ocurriendo? ¿Acaso ya no se conformaba con atrapar en sus garras a doncellas desprevenidas, es que su alma putrefacta ya no se contentaba con corromper las primeras y hermosas flores de la primavera? Ángela, era ella quien ensombrecía el paisaje. Sus alas desplegadas en un vuelo inalcanzable eclipsaban el sol cálido e infernal de los pensamientos libidinosos de Julián.
Se vistió con sus ropajes negros (su indumentaria de caza), en silencio, y abandonó el hogar de su víctima sin que ni siquiera las arañas lo notaran.

Viernes 04 de Julio del 2003

PORNO (Parte 1)

Esa vez también había diluviado con violencia. Maldita primavera, cargada de humedad. Maldita, sí, por más que tanta agua derramada sobre el cuerpo de algunas desprevenidas señoritas había contribuído a una mejor y más explícita apreciación de la mercadería que podían ofrecer. Sin embargo, demasiados buitres sobrevolaban los campos, por lo que Julián, entre asqueado y rencoroso, había optado por refugiarse en la barra y llenarse, esta vez el estómago, de fría y espumosa humedad.
También en aquella ocasión, el espejo había sido su aliado. Una mueca, mezcla genuina de sorna y disgusto, cruzaba como una cicatriz el rostro de Darsteller, que había visto cómo un gavilán, todo músculos de acero ("a base de anabólicos, sin dudas"), y probablemente cerebro de mono, importunaba una tras otra a las damiselas de un numeroso grupete, atrincheradas en un rincón. Ellas, por su parte, lanzaban miradas invitadoras, llenas de lascivia, todo en derredor, ofreciéndose impúdicamente a los machos, pero ejercitando también el más calculado sadismo. Se hacían las difíciles, en otras palabras.
"Mirá, traje tetas y culo, y ni se te ocurra ponerme una mano encima, miserable", había concluído Julián. "Histéricas, se visten así solamente para provocar el deseo, pero después se niegan sistemáticamente a lo que ellas mismas anhelan". Su estado de ánimo no era el mejor, por lo que había decidido que esa no sería una noche propicia. Extrañamente, la lluvia lo había puesto de pésimo humor. Pensó en salir de ahí, volver a la quietud del hogar, tal vez poner un buen disco -Coleman y sus memorias sangrientas no estarían nada mal, dadas las circunstancias- y olvidarse del mundo vacío y previsible, cargado de inercia, gracias al amigo marqués de Sade y su bonita obra.
"Tan bonita en la vida como en el papel", había pensado Darsteller, mientras acudían a su memoria las palabras capitales que lo habían llevado a querer explorar la obra del marqués. Palabras extraídas de una nota aparecida en algún flatulento suplemento cultural, ya no recordaba ni en cuál ni cuándo, pero muy poderosas desde el punto de vista de la velada persuasión.

(…) Pocos meses después de su matrimonio sucede el primer escándalo en el que se involucró al marqués: es denunciado por una joven llamada Rose Keller. La muchacha denuncia que él le ha practicado diversos tormentos: azotes, cortes en la piel, quemaduras con cera incandescente. El tribunal ni se inmuta: si bien no es lo más habitual, no es tan raro que los nobles practiquen violencias parecidas con sus parejas sexuales (aunque, parece ser que en esta ocasión los golpes habían sido más salvajes que lo que se consideraba "normal"). El escándalo, sin embargo, se desata porque se denuncia que Sade atentó contra la religión: obligó a la muchacha a pisar un crucifijo, a blasfemar y otras cosas por el estilo. (…)

"Ese hombre tenía el fuego sagrado dentro suyo, sin dudas", había asentido Julián para sí mismo, y había comenzado a levantarse, dispuesto a desaparecer. Pero en ese preciso instante lo había detenido una voz.
-Y vos, ¿tenés fuego?
Darsteller se había congelado en seco. Automáticamente, casi un acto reflejo de autoprotección, había dirigido la mirada hacia el espejo, e intentado atisbar por sobre su hombro, pero sólo había visto su propia silueta negra recortada por entre las botellas. Se había dado cuenta en el acto, por el tono inconfundible de la voz, de que era una mujer. Sin embargo, ya había decidido que esa noche no quería compartir su lecho con ninguna de aquellas rameras baratas (o gratis, pero histéricas). Había endurecido el gesto y se había vuelto, dispuesto a enfrentarse con la mina y echarle su más rotundo "NO" en la cara, cargado de aliento a cerveza. Pero la palabrita no había aflorado a sus labios. Ni siquiera había podido.