18 de Marzo del 2004

La busqué y no estaba

A veces se hacen locuras, a veces no. Esta vez no sé cómo catalogarlo.

El pasado Martes 16 a eso de las nueve de la noche estaba yo dando un paseo (acompañado, y muy bien por cierto) y me noté raro, vigoroso y nervioso (y no eran gases). Y dado que suelo ver afectado mi estado anímico dependiendo del estado de la luna (auuuuuuuu!) se me ocurrió ver al cielo (como Mulder pero sin la gabardina) para comprobar la fase lunar en ese momento, pero no la ví.

Busqué a mi alrededor y nada, ni rastro de la Luna, que raro. Vuelvo a mirar... que no, que no, que no está. Decido entonces subir al punto más alto de la ciudad para poder ver todo el firmamento, no vaya a estar tras alguna mole de cemento y piedra. Subo, con un cansancio considerable (peor iba la compañía)... y no estaba. Ni al Norte ni al Sur ni al Este ni al Oeste. No había Luna. Y sentí que estabamos solos (todos). De repente parecíamos vivir en un planeta errante, un nómada del espacio, con un rumbo desconocido. Lo cual es a todas luces absurdo, pues todos sabemos que la tierra es plana y lo que se mueve es el cielo.

Al plantearme el hecho recordé esas viejas y mitológicas profecías sobre seres del averno y demás chusma del lado oscuro de la fuerza (Luke, yo soy tu padre) que actuaron de alguna variopinta forma en "una noche sin luna" (tachám tacháaamm).

O de esos amantes que se ven sorprendidos en el bosque sin luz alguna y sin el resplandor rebotado del astro rey y que, una de dos:

1- pasan una noche de lujuria desenfrenada en una pequeña y profunda (no por ello carente de glamour) cueva.

2- ven un trágico final a su amorosa existencia (probablemente pura mentira porque ella, mala pécora desde niña, lo quería por su dinero) de una forma desgarradora (cosas que pasan cuando un oso feroz te saluda con unas palmaditas) o lenta y dolorosa ("me muero.... me muero........ me muero....." y nada, que no se muere).

Pero eso solo pasa en los cuentos y en la TeleVisión (allí que pasa de todo). Entonces me acordé de Buffy. Sí, esa adolescente de 23 años jamona y jugosa a más no poder que lucha a base de piñazos y palitos afilados contra unos tipejos que cuanto más fuertes son más feos aparecen, y claro, de tan feos que son deben morir.

Nada, que la Luna no sé si ya está por ahí, pero que me da igual, mejor voy a salir esta noche sin ver al cielo, atento a que no se me derrame la copa y a recordar de forma comprensible donde vivo y mi nombre (esto último es válido aunque sea un apagado balbuceo).

A pasarlo bien, ¡feliz puente! Y al mecánico que me está arreglando el coche: "sucio bastardo! dámelo ya que llevas una semana de retraso!!".

Y recordad: Fumar produce impotencia. Dos puntos a mi favor :D

Pensado por algo más que huesos a las 20:01 | Categoría: mis favoritas , ser o no ser cebolla
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