2 de Agosto del 2005

Errores humanos

"¡A-quí no me-encon-tra-rá!" se dijo en silencio intentando recuperar el aliento.

Asomó la cabeza por el borde de la caja de cartón y vió una silueta de un negro impenetrable. Intentó no gemir. El sudor frío se le acumula en el cuello de la camiseta, sucia y rasgada del violento contacto con el asfalto.

Dentro de la caja el calor y la saturación del aire se hacen insoportables. La lluvia en forma de niebla volvía el aire denso y pesado en los pulmones. Nota como baja por la garganta aquella gelatina de aire encharcando sus pulmones y su cerebro.

Deseó haber arrancado el orgullo de su vida unos días atrás, cuando la situación aún era controlable y esa hubiese sido la solución. "¡¡Idiota, idiota, idiota!!". Lo cierto es que no era la primera vez que el orgullo le metía en problemas o los empeoraba, pero esta vez la había cagado de verdad "de esta no salgo" y sudaba miedo, líquido frío y pegajoso.

Una conclusión que llega tarde ya no es útil: "El orgullo es una forma de arruinarte la vida a ti mismo. Un suicidio consentido.". Recordó un documental sobre India que había visto no hace mucho, en la televisión por cable, donde un grupo de personas se daban fuertes y dolorosos latigazos a si mismos para «purificar sus almas» haciéndose sangre y profundas heridas en la espalda y brazos. "Malditos descerebrados" farfulló a pesar de saber que sólo exteriorizaban aquello que millones de personas se hacían con el orgullo, que él se había hecho con el orgullo, donde la sangre corría por dentro y las heridas podían dejar profundas e incurables cicatrices.

*tac*... Así de sordo y seco es el sonido que atravesó sus oídos. Inmovilizado apretó los ojos con fuerza mientras rezaba a cualquier dios dispuesto a oirle. Pasaban los segundos como años en un bunquer de guerra, esperando las bombas llover del cielo. Sólo encontró silencio. No sabe si esperar la muerte o si tendrá que volver a ver a los ojos a aquel asesino de sí mismo.

Cuando vió la caja volar por los aires no pudo contener un grito que le desgarraba la garganta al salir. La silueta negra de su orgullo lo miró sin ningún tipo de remordimiento, sacó un largo cuchillo, fino y brillante, "afilado en las forjas del infierno", y se lo hundió en la garganta con un tenue silbido... *ssssh*.

La sangre cae a borbotones sobre sus rodillas. Una catarata encarnada baja por su pecho y empapa su ropa. Al caer no pudo frenarse con los brazos y el golpe contra el asfalto le machaca la mejilla.

El brillo del asfalto, la espesa niebla y un charco de sangre es todo lo que puede ver. "Vaya imagen para recordar mi muerte". Ya no puede gritar, ya no puede luchar... se siente inútil y le duele más la herida que la muerte. Durante unos segundos se sintió como el grotesco animal de una macabra fábula... "espero que alguien aprenda de mis errores".

Intentaba respirar cuando dejó de ver el brillo del asfalto y la niebla y su sangre... y sintió como su orgullo se desvanecía con él.


escuchando: The Engine Room - A Perfect Lie (Gabriel & Dresden remix)

Pensado por algo más que huesos a las 17:35 | Categoría: ser o no ser cebolla
Comentarios
Escribir comentario








¿Recordar mi informacion personal?




Código de seguridad:
Escribe el código de seguridad: